A veces, me escriben mamás pidiéndome consejo tras leer mi blog. Yo intento transmitirles paz desde el desconocimiento porque siempre me falta información para comprender cómo es la situación en la que se encuentran, si reciben ayuda, si estaban bien anímicamente antes de la maternidad, qué condicionantes tienen a su alrededor que favorecen que se sientan de esta manera… Aún así, en la medida de mis posibilidades, que son reducidas sobre todo por una cuestión de tiempo, intento ayudarles.
La semana pasada me llegaba la consulta de una mamá un tanto desbordada con su bebé de tres meses y más o menos está fue mi respuesta. He pensado en compartirla porque creo que puede ser de utilidad a muchas otras madres y porque me apetece mucho transmitirles este mensaje a aquellas a las que les pueda venir bien recibirlo. Respondo a cuestiones que ella me planteaba, entiendo que cada caso es diferente, pero he pensado dejar casi toda la información (he omitido cualquier detalle que vulnere su anonimato) para tocar más aspectos y que pueda ser más útil llegado el caso.
Aquí esta…
Leyéndote, lo primero que se me ocurre decirte, es que tu bebé tiene tres meses, es muy muy pequeño, tú estás en el puerperio, tus hormonas están aún organizándose y es normal que te sientas desbordada. Tu vida ha cambiado muchísimo ahora y tienes un ser diminuto y vulnerable que depende de ti, precisamente ahora que tú también te sientes vulnerable, ¿te suena familiar? Por ahí hemos pasado todas, que no es ningún consuelo pero puede servirte para que sepas que seguramente estás haciendo las cosas bien aunque sientas que no es así.
Mis recomendaciones con lo que cuentas son que portees con un fular elástico. Lograrás que tu hijo esté tranquilo y en tus brazos que es lo que quiere y tendrás las manos libres para hacer lo que necesites y no desesperar. Es muy duro tratar de consolar y entretener a tu bebé, al principio, cuando apenas os conocéis y no tienes claro aún qué es lo que necesita. Y vas viendo pasar las horas con un montón de tareas pendientes que se van amontonando, algunas básicas para la supervivencia y/o el bienestar como hacer la comida o ducharte. Recuerdo perfectamente esa sensación de angustia y han pasado cuatro años. Portear favorece que un bebé tan pequeño esté más tranquilo, en algunos casos es la única manera de que se echen largas siestas que a ti te pueden permitir descansar, hacer tareas o dedicarte un tiempo aunque sea muy breve.
Sí, ya sé que podrías haber tenido un bebé de esos que no lloran, que están todo el día dormidos y dejan a sus mamás secarse el pelo, cortarse las uñas, maquillarse… pero has tenido un bebé normal como la mayoría de los bebés, las excepciones son los otros, no el tuyo.
Es importante que entre desesperación y somnolencia, tengas en cuenta que estos momentos son
fundamentales para él, así que a pesar de todo, debes tratar de darle lo mejor de ti: tú mejor abrazo, tu mejor tono de voz, tu mejor sonrisa… Él no tiene ni idea de qué hace aquí, aún no sabe ni quién es y va a aprender todo eso viendo tu cara, a través de lo que tú le dices con tu mirada y tu gesto. Lo que tú le proyectas es lo que él entiende que es. Así que trata de poner tu mejor cara para que sepa la verdad, que es lo más increíble que te ha sucedido en la vida y que no hay nada en el mundo mejor que él.
Si le cuesta dormir sin tu presencia, puedes practicar colecho, incluso aunque no tuvieras planeado hacerlo, da igual, lo importante ahora es vuestra supervivencia. Dormir es fundamental para que no sientas que lo que resolverá todo es tirarte por la ventana, así que merece la pena que lo hagas. No temas que se acostumbre a tus brazos porque es demasiado tarde, ya está acostumbrado. Es un mamífero, necesita tu contacto para sobrevivir y pasó nueve meses abrazado dentro de ti, así que como ya no hay nada que hacer, trata de disfrutar de estos momentos con tu bebé porque no vuelven y descansa para poder paladearlos con todo detalle.
Si consideras que es necesario crear unas rutinas en cuanto al sueño, la alimentación, etc., trata de hacerlo pero de una manera relajada entendiendo que hay días para todo y que no pasa nada porque un día las cosas no salgan como habías planeado. Lo importante es que estéis bien. Y si no necesitas las rutinas, déjate llevar por vuestras necesidades, de hambre, de sueño… al margen de la hora, del momento… Con el tiempo todo irá colocándose y encontraréis la manera de organizaros, ahora simplemente os estáis conociendo y es importante que aprendáis la una del otro, qué cosas necesitáis para sentiros bien. Por este motivo, trata de escuchar a tu pequeño y también escúchate a ti misma, sin prejuicios, con la mente y el corazón abiertos. Ya irás tomando decisiones más adelante.
Sobre su piel, trata de emplear productos naturales en la medida de lo posible, aceites naturales o cremas de composición sencilla y solo cuando sea necesario para que su piel no se acostumbre a que otros hagan su trabajo y deje de funcionar por sí misma.
Te aseguro que esto pasará muy rápido y luego anhelarás esta etapa porque con la distancia te parecerá sencilla, se sucederán etapas más tranquilas con otras que te parecerá más complicadas que esta que ahora vives y así irás reinventándote a ti misma y dándote cuenta de que eres la mejor y puedes con todo.
Y si hay momentos en que sientes que no puedes más, pide ayuda, escápate un rato, unas horas, lo que sea para que puedas recuperarte y seguir dándole lo mejor de ti a tu pequeño cuando vuelvas, reforzada y más tranquila.
Sobre el sueño, te recomiendo que leas
Dormir sin lágrimas de Rosa Jové donde llegarás a la conclusión de que el sueño de los niños empieza a madurar a partir de los dos años y lo que te queda ahora es emplear todo lo que favorezca
vuestro descanso (de los dos) sea lo que sea.
Te prometo que esta etapa pasará, lo que no sé es cómo de fácil será la siguiente, así que trata de cuidarte lo poco que ahora puedes para estar lo más fuerte posible y disfruta al máximo de todas las alegrías que te da tu pequeño. Y por supuesto, en la medida de tus posibilidades, pide todo aquello que necesites a las personas que te rodean para poder centrarte en tu bebé que ahora te necesita más que nadie en el mundo.
Te dejo algunos enlaces que creo te servirán:
Un abrazo fuerte
Soraya Sánchez
La mamá de Pequeñita
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Me siento totalmente identificada con esa mamá, porque estoy en la misma etapa (madre de bebé de 3 meses recién).
Se me hacía todo enorme y me obligaba a hacerlo todo, ir a clase (2h por la tarde con bebé), dormir, salir a pasear, a casa de los abuelos, viajes, hasta ducharme…rabietas para dormir tanto las siestas como la noche de 1h y vecinos preguntando…y tras una semana cambiando mi rutina adaptándome más a ella: fuera rabietas, duerme 2 siestas y por la noche no llora ya, no está cansada (que es por lo que lloraba), pide pecho cada más tiempo (de 1h a 3h que ya aguanta).
Porteo imprescindible en mi caso: llora en casa y al fular, llora por la calle y a la mochila. Duerme genial ahí dentro y es súper reconfortante.
Lo más duro es la lactancia, excepto la hora y media que voy al gimnasio, siempre está conmigo.
Y de verdad que lo que más me gusta es dormir con ella. Esa sonrisa que brinda al despertarse a gusto, segura, protegida…vale la pena. Y no me tengo que levantar a darle teta en toda la noche, se la ofrezco cada 2-3h cuando se mueve buscando, sin llegar a llorar porque estoy al lado.
En cuanto a la casa, tenemos 2 gatas y llevo 3 meses sin cepillarlas, me cuesta ducharme yo y hasta cortarles las uñas tanto al bebé y a las gatas… Las pelusas nos invaden, por suerte han inventado un aspirador que le das a un botón y lo hace solo (lo malo es que no quita el polvo de los muebles).
Lo mejor es no agobiarse, hasta hace dos semanas sentía cansancio por todo al querer hacerlo todo, hasta que le he dejado más tiempo a la pequeña y sacado ese rato diario para pedalear, nadar y ducharme en el gimnasio, pasando de ir a clase y pedir más ayuda a la abuela para que la casa no se me caiga encima y la niña tenga su tarde de descanso necesario.
Una semana durmiendo genial. Colecho y porteo. Muchos brazos, cuentos y canciones. Muchos besos y devolverle esas sonrisas y animarle que siga hablando, que no para de intentar comunicarse :D. Y paciencia.
Un saludo, buen post.
Cada día aprendo más de ti y de tus entradas en el Blog.
Me encanta leerlas.
Un besazo!