Cultivar el valor de la espera en nuestros hijos e hijas

Hace ya mucho que establecimos en nuestra casa, los viernes como el día oficial de la pizza y la peli. Pequeñita solo toma una pizza casera que hacemos en casa y de la que os debo la receta, no nos vendría mal que comiera otra cuando comemos por ahí, pero eso de momento es una asignatura pendiente. Cuidar la alimentación de tu hija en exceso tiene también sus inconvenientes prácticos en determinadas situaciones. Las películas que vemos los viernes son algunas de las que hemos comentado en la sección Películas respetuosas y las que iremos comentando.

El caso es que hace unas semanas, mi hija descubrió las posibilidades de Spotify y el hecho de poder escuchar las bandas sonoras de sus películas favoritas: Vaiana, Trolls, Brave… En estos días estábamos vuelta y vuelta con la de Brave y claro a ella le han dado unas ganas tremendas de ver esa peli el viernes. Comentamos las canciones y visualizamos en qué momento de la película salen, por eso tiene tantas ganas de verla.

De esto os quiero hablar, estamos de vacaciones, tenemos muchísimo tiempo libre, ella más que yo porque yo siempre me complico la vida, hasta en vacaciones y tengo exámenes de un máster que estoy haciendo, pero el caso es que ahora mismo ya no trabajo. Mi hija lleva desde el lunes preguntándome qué día es, tiene dos calendarios, este y este, que se lo dicen y que puede mirar, pero prefiere que yo le vaya contando los días que quedan hasta el viernes. ¿Y entonces queda mañana y otro día más y ya está, verdad? Así está ella toda la semana haciendo sus conjeturas.

Como os decía, podría haberle puesto la película cualquier día de la semana, por la mañana, por la tarde o por la noche porque está ociosa y no madrugamos, pero considero que es mejor que esperemos al viernes. ¿Por qué? Os lo cuento.

¿Por qué es importante cultivar la espera?

Desde mi punto de vista, por dos motivos que ahora os cuento. El primero porque le viene muy bien aprender a esperar, son unos días, cinco nada más, no es una vida entera. Vivimos en una cultura de la inmediatez que nos hace irritables cuando no conseguimos cualquier cosa que nos proponemos o que necesitamos en ese mismo momento. Todo tiene que ser para ya, a veces para antes de ayer. En realidad, la vida funciona de otra manera, las cosas realmente importantes de la vida se hacen esperar, tener un bebé, conseguir un título, recoger una cosecha, ser seleccionado en un proceso de selección realmente importante… Normalmente lo que conseguimos de ahora para este mismo momento, son caprichos que a medio y largo plazo, no tienen un gran valor en nuestras vidas y no nos hacen mucho más felices de lo que ya seamos con estas otras cosas que se hacen esperar porque sí son realmente importantes.

La espera lleva consigo valores como el esfuerzo, la paciencia, el tesón… valores que yo quiero cultivar en mi hija y seguro que vosotras (personas que me leéis) también, ¿a qué sí? Ese amor irrefrenable que sentimos por nuestros hijos e hijas, nos mueve o ofrecerles todo cuanto está en nuestra mano en el momento, sin esperas porque queremos que no les falte nada, queremos que tengan lo que necesitan para desarrollarse y para progresar. Pero con ello olvidamos que les ayudamos mucho más haciendo justo lo contrario, permitiendo que se aburran para que desarrollen su imaginación y puedan llegar a tener ideas geniales o haciendo que esperen lo que desean para que lo valoren más y lograrlo les haga sentirse más felices.

El otro motivo es algo que ya he adelantado hace unas líneas. Si la peli de los viernes la vemos el martes o el jueves o cualquier otro día, entonces deja de tener ese valor fantástico que tiene ser la peli de los viernes, pierde el sentido. Nuestro plan especial que se hace un día a la semana puede hacerse cualquier día y eso hace que ya no sea tan especial. Es como si celebráramos los días de no cumpleaños como se propone en Alicia en el País de las Maravillas, se supone que con ello nos sentiríamos especiales todo el año y no solo un día. Pero yo no estoy de acuerdo, que el cumpleaños se celebre una vez al año hace que sea mucho más especial. La película de los viernes con su pizza incorporada se seguirá viendo en mi casa ese día de la semana, salvo que nos vayamos de fin de semana. En esas ocasiones, alguna vez lo hemos adelantado al jueves para no perder nuestro plan chulo de la semana con el resultado de que una vez cuando desperté a Julia el viernes para ir al colegio me juraba y perjuraba que era sábado y no había que ir al cole. Os podéis imaginar el número. «Que no mamá, que ayer vimos la peli y comimos pizza, hoy es sábado». Pero salvo contadas excepciones, esta reflexión última de mi hija será válida. Con ello además, esto podría ser un tercer motivo, le ayudamos a ubicarse en el tiempo, a organizarse, a crear una rutina, unos hábitos… Yo no he sido nunca muy de rutinas cuando era un bebé, nos dejábamos llevar por las necesidades más básicas, pero entiendo que cuanto más mayor se hace, más le aporta ser capaz de organizarse con pautas para entender el paso del tiempo, para poder anticipar los hechos, para poder organizar sus recursos, hacer sus propios planes.

Así que os animo a reflexionar sobre esa inmediatez que le ponemos a la satisfacción de deseos de nuestros hijos e hijas, que lejos de hacerles más felices, les hace saborear menos los momentos especiales y entran en una especie de tolerancia como ocurre con las drogas, de necesitar cada vez más para saciarse y sentirse bien. Cada vez más planes, más cosas, más regalos, más amigos, más… Creo que lo ideal es aprender a vivir cada vez con menos y disfrutar de cada pequeño momento porque la vida, en su esencia, consiste en eso.

Todo esto me recuerda una frase que me encanta y que utilizo en mis talleres con familias: «Tus hijos no tendrán éxito gracias a lo que hayas hecho por ellos, sino gracias a lo que les hayas enseñado a hacer por sí mismos», Ann Landers.

¿Te has planteado que hacer esperar a tus hijos e hijas puede aportarles más que darles todo de inmediato? ¿Consideras que no es tan importante ni tan determinante? Sea cual sea tu punto de vista, me encantará leerte en los comentarios. Y por supuesto, si crees que esto puede ser interesante para alguna otra familia, no dudes en compartirlo. Muchas gracias de antemano.

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3 comentarios en “Cultivar el valor de la espera en nuestros hijos e hijas

  1. Wow Alexandra! ¡Qué palabras tan bonitas! ¡No sabes la ilusión que me hace leerte! ¡Muchas gracias! ¡Qué bonita recompensa a mi trabajo! Pienso que para poder cultivar la espera en tu hija, debes cultivarla en ti misma respecto a ella. Relajarte, disfrutarla, sentirla, observarla, esperar a que ella te transmita qué necesita, pasar todo el tiempo que puedas con ella, sin prisas (siempre que sea posible), en calma… Así transmitimos el valor de la espera, esperando juntas, descubriendo que esa es la manera más bella de vivir, disfrutando de las cosas pequeñas, de los momentos sutiles del día a día. Si tú crees en la espera como un valor, entonces cuando ella te pida, le transmitirás calma. Tu bebé ahora es pura emoción, solo puede aprender de ti como modelo, de tu comportamiento, de cómo responde tu cuerpo a las situaciones. Si te angustias, transmitirás angustia. Si te concentras en vivir con ella desde la calma, le transmitirás esa calma. Ojalá esto te ayude. Mil gracias por compartir conmigo tu sentir sobre lo que trato de transmitir, ha sido muy bonito.Un abrazo fuerte.

  2. Me encanta todo lo que publicas Soraya, estoy tomando tu curso «Crianza respeturosa en la primera infancia» de la Escuela Bitácoras, te cuento un poco de mí, soy pediatra y vivo en México, y soy mamá de una pequeña de 1 añito. Has cambiado mi vida y la de mi familia, entrar al mundo de la crianza respetuosa ha traído esperanza y alegría a nuestras vidas, sin duda, si nuestros niños crecieran bajo estos conceptos tendríamos una mejor sociedad y un futuro más prometedor.
    Te agradecería si me compartieras tips para enseñar a esperar a mi bebé, ya que, ella está en esa etapa donde quieren todo ya, y si no se enoja mucho, y lo que hago es abrazarla y tratar de explicarle, pero vaya que de repente se me cierra el mundo.
    Un abrazo!

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