Ya han pasado dos años desde que pude verte la cara por primera vez, dos años y la sensación es extraña. Por un lado, parece que el tiempo va muy rápido pero por otro, tengo la sensación de que siempre has estado ahí. Cuesta incluso recordar como era la vida de una antes de que estuvieras con nosotros. Esto último le parecerá una locura a cualquiera que no tenga hijos, pero para las y los que ya sois padres o madres sé que suena familiar, cercano. La vida es muy intensa cuando tienes un hijo o una hija, todo lo que ocurre durante ese tiempo cobra una relevancia difícil de comprender si no se tienen hijos.
Ayer hizo dos años desde que pude abrazarte por vez primera, calentita como saliste de mi cuerpo. Y es que, como puede decir alguien «como saliste de mi cuerpo» refiriéndose a una persona sin estremecerse un poquito, es increíble como se suceden las cosas cuando una tiene un bebé. Mi embarazo fue una de las experiencias más apasionantes de mi vida, ¿qué os voy a contar a la mayoría que no sepáis? Pero no es nada comparado con lo que viene después. Cada día es un aprendizaje, cada momento es bueno para desarrollar capacidades, la paciencia, la constancia, el esfuerzo, el sacrificio… Y superpoderes, como vivir durante días durmiendo una media de dos o tres horas motivada únicamente por algunas sonrisas, es algo que no puedes imaginar posible antes de ser padre o madre.
Mi vida ha cambiado por completo desde que soy madre, las personas que me conocen bien lo saben, algunas todavía estarán buscándome en los sitios de costumbre pensando: «no es posible», «se la ha tragado la tierra». Así soy yo, siempre he vivido todo con la máxima intensidad, nada de medias tintas, para lo bueno y para lo malo. Pero esta experiencia de la maternidad supera todo con creces.
Agradezco a mi niña que me haya dado estos dos años maravillosos (y los muchísimos que nos quedan), que me esté dando la oportunidad de reinventarme a mi misma, que me haga sentir mariposas en el estómago cinco o seis veces mínimo cada día, ¿conocéis una sensación de enamoramiento más intensa? Que haga que me sienta orgullosísima de todos los esfuerzos cada segundo, nadie fue nunca tan agradecido conmigo y mira que me rodeé siempre de gente estupenda. Gracias a ella, he conocido y sigo conociendo a personas fantásticas que luchan por unos ideales renovados en la educación y la crianza, que pelean por darle lo mejor a sus hijos, hijas, alumnos y alumnas, pero también por cambiar con ello un poquito el mundo. También, gracias a ella puedo conoceros a vosotras (lectoras y lectores del blog) a través de los comentarios que volcáis tras leer lo que escribo y que leo con tanto entusiasmo.
Mi hija me devuelve con creces todo lo que le doy, con sus frases ocurrentes de repente cuando menos me lo espero, con sus «te quiero hasta la luna y vuelta«, con sus «hola, ¿qué haces mamá?» muy cerquita mientras me toca la cara, con sus caricias mientras toma «este» o «la otra», con sus sonrisas o sus abrazos en los momentos más inesperados… Y también cuando consigue hacer algo que antes no podía como subir sola un bordillo o cerrar una caja de las complicadas. Me compensa verla crecer, experimentar, reir, aprender, descubrir el mundo, observar atenta en las situaciones donde no está segura, tocar los instrumentos en las clases de música…
En definitiva, me compensa ver que ella es feliz como a la mayoría de las personas que leeis este blog, digo a la mayoría porque me consta que no todas las que lo hacéis sois madres, padres, educadoras o profesionales que trabajáis con infancia, aunque compartáis de alguna manera estas mismas inquietudes con los que si lo somos.
Gracias por formar parte de esta familia que es La mamá de Pequeñita y que de alguna manera se gestó antes de empezar a existir, mientras se gestaba mi niña sin yo saberlo. Y es que la vida está llena de pequeñas grandes cosas que se gestan mientras uno está pendiente de la vida mirándola por otro lado.
Qué tengáis una semana fantástica, un fuerte abrazo.
¿Te apetece compartir alguna de esas sensaciones especiales que te generan los pequeños y pequeñas que tienes cerca? ¿Quieres dar las gracias por algo que te aportan tus niños y niñas? Anímate a contarnos algunas de esas cosas que te emocionan, seguro que nos encantará leerlo.