Hace pocos días saltaba la noticia, nuestras y nuestros jóvenes practican un juego sexual llamado el muelle o el muellecito con consecuencias terribles: enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, desgarros vaginales y un largo etcétera de cosas menos tangibles pero igual de dramáticas. El juego consiste en que un grupo de chicos, a veces de doce años de edad, se colocan sentados sin pantalones ni calzoncillos formando un círculo o una fila y un grupo de chicas de edades similares van pasando penetrándose (lo digo así porque es un juego en el que ellos tienen un papel pasivo) con uno y otro avanzando en la fila o el círculo. La idea es que el juego lo pierde el que antes eyacula. Eso piensan ellos y ellas, el caso es que son muchos más los que pierden.
Hace más de dos años escuché hablar de esta práctica, nos lo contó una amiga que es auxiliar de clínica y trabaja en hospitales madrileños en el área de obstetricia y ginecología. Nos contaba que había llegado una niña de doce o trece años con sus padres porque tenía dolores abdominales. Le realizaron varias pruebas, entre ellas, un test de embarazo previo consentimiento de sus padres. El resultado fue positivo, estaba embarazada. La niña juraba que no había tenido relaciones sexuales y que no tenía pareja. Tras una situación muy delicada entre la familia, la niña dice: «bueno, como no sea por el muellecito». Tanto el personal sanitario (una era mi amiga) que allí se encontraba como la familia se miran sorprendidos, le piden que explique de qué habla y ella describe con todo lujo de detalles el juego del muellecito ante el estupor de todas las personas adultas presentes.
¿Os sorprende que niños, niñas y jóvenes practiquen este tipo de juegos sexuales y otros que ni siquiera podemos imaginar? A mí no. Durante ocho años antes de venir a vivir a Madrid, me dediqué a impartir clases de educación afectivo-sexual en centros de Educación Secundaria. Mi sensación, nunca lo olvidaré, era que cada año era peor. Os diré que además impartíamos sesiones de prevención de drogodependencias y de conductas violentas, la sensación era similar en todos los casos.
En las aulas convivían chicos y chicas aún muy infantiles con otros y otras que practicaban sexo con regularidad y no en las mejores condiciones. En aquel momento, las estadísticas decían que solo el 17% de los jóvenes usaban el preservativo en sus relaciones sexuales. ¿Os lo imagináis? ¿Cómo no iba a haber embarazos no deseados?
Viví varios casos de embarazos no deseados y abortos posteriores, recuerdo una chica de quince años que me dijo al finalizar una sesión que todo aquello estaba muy bien pero, ¿por qué no habíamos ido dos años antes? Ella tenía un hijo de casi un año de edad.
También me consta que entonces y también ahora, si en un centro educativo agentes externos van a impartir clases de educación sexual, esto porque el personal del centro rara vez suele hacerlo, se suele pedir por escrito el consentimiento de las familias, el cual no se pide si las sesiones que se van a impartir son, por ejemplo, de educación ambiental. Esto es así, porque hay familias que niegan que sus hijos e hijas reciban información sobre este tema.
En las familias rara vez se habla de sexo, no sabemos cómo hacerlo, nos da vergüenza, nos da miedo y así con la vergüenza y el miedo, hacemos algo que mi profesor y maestro Félix López, describía a la perfección, «con la sexualidad lo que hacemos es dejar conducir a los jóvenes pero sin permitirles sacar el carnet de conducir».
Nuestra sociedad está llena de sexo, está en Internet con miles de descargas, está en vídeos de Whatsapp, está en los quioscos al alcance de cualquier niño que no maneje Internet ni tenga móvil. Os animo a pasaros por un quiosco y buscar la zona de las revistas con contenido erótico, seguro que os sorprendéis, allí entre las revistas de moda, las de Bob Esponja y Peppa Pig, las de decoración y enriquecimiento personal, están otras con contenidos muy sexuales en las portadas.
De esta manera, niños, niñas y jóvenes están sometidos a imágenes, vídeos y experiencias personales de carácter sexual sin saber a qué se exponen, qué pretenden ellos y ellas mismas con aquello, para qué o con quién lo hacen. Pero no reciben de otra parte información contrastada sobre salud sexual, sobre afectividad, sobre comunicación con la pareja (aunque esta sea la pareja de una noche loca, pareja al fin y al cabo), etc. Nadie les habla de la importancia de vivir su propia sexualidad de una manera saludable y de compartirla después con otras personas de la misma manera. Solo reciben información en la calle y muchas veces de otras personas de su edad que están igual de perdidas o lo que es peor, de personas de más edad que se aprovechan de la ignorancia y la inocencia de las y los más pequeños.
¿Y nos sorprendemos de que nuestros jóvenes e incluso nuestros niños y niñas practiquen sexo sin ningún tipo de conocimiento previo y sin ningún tipo de protección? Pues como os decía, yo no. Me horroriza, por supuesto, pero no me sorprende.
Por no hablar de la imagen que se proyecta en la televisión y en otros medios de comunicación audiovisuales, presentadoras con escotes generosos o incluso vestidas en horas de máxima audiencia con indumentarias que más bien parecen ropa interior. ¿Me puede alguien explicar por qué para presentar el tiempo hay que pesar cuarenta y cinco kilos y ser guapísima y monísima? No paro de pensar en la cantidad de periodistas extraordinarias que se quedarán en la recámara por no cumplir con cánones de belleza imposibles.
En todos estos casos, la mujer aparece cosificada, convertida en un objeto de placer, ellas hacen y ellos miran excitados, en los medios de comunicación, en la publicidad y en el juego del muellecito. El hombre tiene un papel de espectador excitado y ellas, de objeto que excita, una y otra vez. En muchos casos, entendiendo que ese papel de la mujer incita a que ellos puedan hacer después lo que les plazca con ellas. Sobre esto también hay datos, pero no me quiero desviar del tema.
Las canciones más escuchadas transmiten los mismos valores, tengo cientos de ejemplos de frases terribles en las canciones: «no sé si darte un beso o un hueso, perra», «te vas a casar con otro, pero tú sabes que eres mía», «aunque no quieras, al final lo conseguiré»… Ellas perrean, mientras ellos miran excitados. Es más de lo mismo.
Esto convive con otra realidad, la sexualización de la infancia. Por un lado, ya estaréis al tanto de la cantidad de niños y niñas que no tienen tiempo para jugar entre semana por culpa de los deberes extensísimos que tienen que hacer tras las maratonianas jornadas escolares y las actividades extra escolares, tareas para casa que se alargan hasta la cena. En todos esos casos, se priva a los niños y las niñas de algo fundamental, el tiempo de juego. El escasísimo tiempo que tienen para jugar, a veces, se reduce a tiempos de juego virtual en consolas, tablets y móviles.
Los niños y las niñas, en muchos casos, han dejado de hacer cosas de niños como jugar al balón, a la comba, las canicas, con muñecas, coches, cocinitas… en definitiva, lo que entendíamos por cosas típicas de la infancia, para tener jornadas laborales (escolares) más largas que las de sus propios padres, si no fuera así, ¿quién podría conciliar vida familiar y laboral en esta sociedad nuestra? Tras esas jornadas, cientos de actividades extra escolares que nada tienen que ver con el juego libre y espontáneo de las y los más pequeños.
Pero hay muchas más cosas que hacen que les alejan de infancias que no volverán nunca para hacer actividades adultas que tendrán tiempo de hacer durante muchas más décadas de sus vidas. Se visten como personas adultas, escuchan música de personas adultas, tienen hobbies de personas adultas…
Así tenemos a las niñas cada vez con los mini-shorts más minis, pintadas a lo «Bratz» o a lo Carmen de Mairena, lo mismo da, con tacones que sus infantiles espaldas no pueden soportar y que no les permiten casi ni caminar. Los chicos por su parte, no se quedan atrás, pitillos cada vez más justos y más cortos, tupés imposibles, músculos imposibles en cuerpos púberes…
A todo esto me refiero con sexualizar la infancia. Es muy fácil encontrar vestidos para niñas de dos años con transparencias, muchas recordaréis el revuelo que se formó porque vendían bikinis de dos partes con relleno para niñas desde la talla 4, con relleno o sin él, queda mucho por hacer, este verano ya he visto niñas con trikinis. De verdad, ¿es necesario?
Se transmiten a niñas y niños valores adultos que no están en momento de interiorizar, cuando leo en algunos grupos de familias como algunas madres de primero de Educación Infantil (3 años) venden a sus hijas al mejor postor diciendo por ejemplo: «es que se muere por él, siempre dice que es el niño más guapo de la clase» o como otras entran al trapo desde el otro lado: «pues le voy a decir que mañana le lleve una flor» con respuestas como: «si es que es un caballero, cómo no le va a gustar». Por favor, ¿alguien puede dejar a los niños y las niñas serlo? Ese tipo de ideas no se le pasan ni por lo más remoto a un niño o una niña de tres años si no hay una persona adulta detrás dando la matraca: «¿quién es el más guapo de clase?», «¿tienes novia?»
Si respetáramos la infancia, niños y niñas tendrían tiempos garantizados de juego, propio de su edad, todos los días. En ese tiempo irían descubriendo su identidad y su propia sexualidad. Pasado este tiempo, empezarían a fijarse en otras personas pero desde la mirada de la infancia y un poco más adelante, se sentirían atraídos por otros y otras de una manera sexual, en los términos en que suele entenderse en la calle, más relacionada con el sexo. Aquí empezaría su sexualidad compartida con otros y sus primeras prácticas sexuales.
Si nuestros niños y niñas no juegan casi nunca y cuando lo hacen juegan a cosas de mayores, se fijan en otros niños y niñas desde los tres y cuatro años con un interés de pareja, reciben mensajes eróticos y sexuales continuamente de los modelos de referencia que escuchan y ven en todos los medios y un largo etcétera de cosas ya descritas, cuando llegan a los doce años, con el agravante de que ocurre sin ningún tipo de información adecuada ni conocimiento contrastado porque no les llega de ninguna parte, hacen cosas como el «muellecito».
Adelantar etapas es peligroso, pero si se trata de la infancia entonces es además, gravísimo, porque nos estamos cargando el tiempo en el que se sientan las bases de lo que será el resto de sus vidas. ¿Comprendéis lo que significa esto?
En el mejor de los casos, si conseguimos que nuestros hijos e hijas no se sometan a juegos sexuales tan fríos y peligrosos como el que os contaba o si logramos que no lleguen a los doce años tan hastíados como para que necesiten consumir sustancias como forma de encontrar satisfacción en algo de sus vidas, entonces todavía nos queda algo que combatir en sus delicadas existencias. Os lo dejo en este corto que lo representa mucho mejor de lo que yo podría hacerlo con palabras.
Por favor, dejemos que los niños y las niñas lo sean.
¡Qué tengas un feliz día! Será un placer leerte en los comentarios. Si te gustó, comparte. Muchas gracias.
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Yo tengo que pensar que hay esperanza si no me sentiría demasiado mal. Creo que los valores que transmitimos las familias son fundamentales y tienen mucho peso cuando se enfrentan a la presión de grupo. Muchos de los errores que cometen nuestros hijos e hijas en relación con el sexo y las drogas se deben a una falta absoluta de información adecuada sobre estos temas. Las familias no saben cómo abordarlo y lo convierten en un tema tabú, permitiendo que las y los más pequeños reciban la información sesgada de sus iguales y poco más. Deberíamos replantearnos esto también. Un abrazo.
Hola! Es impactante lo que has publicado. Mi hija tiene 1 año ahora, pero ya me da mucho miedo esa adolescencia precoz. Y sobre todo me asusta el hecho de que eduques como eduques está ahi la sociedad en la que vivimos. En casa intentas darle lo mejor y servir de ejemplo. Pero si el resto de las personas son diferentes, otros padres, otros niños en el cole, toda la publicidad y presion social… Parece que cada vez queda menos personas normales y creo que esas antes o temprano dejaran de serlo para no ser diferentes al resto. ¿No crees?
Muchas gracias Ana, me lo apunto para buscarlo. Un abrazo fuerte.
Hola buen día! Lo que has compartido me ha estremecido es impactante y agradezco que lo compartas para hablar con mi hijo y estar atenta. Te cuento que hace algunos meses me encontré una serie de libros que se llaman «mi primera biblioteca de iniciación sexual y afectiva» de la editorial planeta, y se incluyen dos discos con caricaturas que tras varios capítulos les va contando a los niños sobre estos temas de hecho los vídeos están en Youtube
Esos supuestos novios y novias, están fomentados por personas adultas, con esa edad, no forma parte de sus intereses ni de sus necesidades algo así. No puedo recomendarte de primera mano cuentos sobre sexualidad porque estoy un poco desfasada y los pocos que han pasado por mis manos, no terminan de convencerme. Adjunto un pantallazo de Google, donde se mezclan opciones que parecen interesantes con otras que no lo son porque pertenecen a cuentos de mi infancia que no tiene sentido usar en este momento. Es difícil recomendar un libro de este tipo, porque influyen muchos valores, muchas percepciones, hay tantas sexualidades como personas. Te recomiendo que acudas a una buena librería o a una de esas superficies donde puedes encontrar de todo y preguntes donde tienen estos libros y los ojees con detalle para buscar algo que pueda servirte. Un abrazo Alicia. https://www.google.es/search?q=libros+de+sexualidad+para+ni%C3%B1os+y+ni%C3%B1as&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiLoJahnvvVAhVCa1AKHbKrCYMQ_AUICigB&biw=1366&bih=662
Yo tengo una niña de 7 y un niño de 5. Conozco varios títulos de cuentos divertidos para contarles como vienen los niños pero no se de ningún cuento para hablarles de sexualidad. Me puedes recomendar alguno?
Por cierto, lo del muellecito me ha dejado ko.
A mis hijos no les pregunto si tienen novio o novia y paro los pies a quien lo hace. Sin embargo es asombro como la mayoría de los compañeros de clase de mis hijxs tienen novio o novia. . Con 5 y 7 años!!!!!! . No se que estamos haciendo
Pienso que es pronto para explicar ese tipo de cosas. Pero ofreciéndole otros modelos en casa hacemos mucho. A pesar de lo importante que son todas las influencias externas, los referentes de la familia pesan más que cualquier otra cosa, ya llegará el momento de dar largas explicaciones. Simplemente con que llegado el momento le mostréis que eso no es lo correcto podrá verlo desde otro punto de vista. El problema para mí, es que normalicemos ese tipo de cosas. Un abrazo fuerte Paulina.
Pienso que es pronto para explicar ese tipo de cosas. Pero ofreciéndole otros modelos en casa hacemos mucho. A pesar de lo importante que son todas las influencias externas, los referentes de la familia pesan más que cualquier otra cosa, ya llegará el momento de dar largas explicaciones. Simplemente con que llegado el momento le mostréis que eso no es lo correcto podrá verlo desde otro punto de vista. El problema para mí, es que normalicemos ese tipo de cosas. Un abrazo fuerte Paulina.
Hola guapa
Me parece muy fuerte lo que cuentas. En mi barrio hay muchas panfletos de chicas en el suelo o pegado en las palabrisas de los coches que están ofreciendo sexos y claro mi niño ve estás cosas. Yo no lo veo normal pero como se lo enseño a mi niño? Y no te cuento lo de los anuncios en la tele cuando estamos viendo Pasapalabra. Como lo explicas que eso no es normal la mujer no es un objeto sexual.
Un abrazo
Paulina
Un abrazo
Paulina