Voy a hacer una serie de post hablando de la Teoría Psicosocial de Erikson porque creo que explica de una manera sencilla aspectos del desarrollo fundamentales y en esta tarea preventiva que yo propongo, creo que es fundamental atender a algunas de sus tesis de base.
Este autor, con el propósito de superar la Teoría del Desarrollo Psicosexual de Freud, reinterpretó sus fases incluyendo en sus descripciones e interpretaciones, la dimensión psicosocial tan importante si tenemos en cuenta que los seres humanos somos sociales por naturaleza. Incluir esta dimensión implica tener en cuenta la interacción con el medio del niño o la niña y la influencia que esta puede tener en el desarrollo de la personalidad.
El planteamiento en estadios o fases del desarrollo se organiza en torno a la superación o no de una serie de crisis y en torno a unos continuos en los que dicha crisis es superada desde un lado y otro de ese continuo, en función de la experiencia personal de niños y niñas. Dicho de una manera más sencilla, la etapa de los tres a los seis se plantea como la superación de una crisis en la que en un extremo del continuo está la iniciativa y en el extremo contrario está la culpa. Esta teoría explica el desarrollo desde el nacimiento hasta el final del ciclo vital.
En este primer post voy a hablaros de la crisis que tiene lugar de los 3 a los 6 años porque es en la que está Pequeñita y muchos de los niños y niñas de familias que me seguís desde el inicio y como me pasa otras veces, he vivido situaciones interesantes y gracias al conocimiento de esta teoría creo que he podido hacer ajustes. Así que los comparto por si os puede ser de utilidad.
El continuo en esta etapa es Iniciativa versus culpa, como os decía antes. ¿A qué se refiere Erikson con esto? En esta etapa, niños y niñas ya tienen autonomía suficiente para realizar muchas actividades de todo tipo. Esta autonomía y el desarrollo del pensamiento aún en sus primeras fases les permite experimentar, poner en prueba sus ideas, comprobar las teorías aún muy rudimentarias que se les van ocurriendo. En esta etapa tienen lugar teorías muy interesantes basadas en su razonamiento transductivo, que es aquel que va de lo particular a lo particular. Así en una primera fase de este razonamiento, los niños están convencidos de cosas como que se ha hecho de noche porque tienen sueño o que llueve porque ellos y ellas han sacado el paraguas. Digo primera fase porque comprenderéis que de los tres a los seis años se dan muchos avances y muchos cambios en niños y niñas. Al final de la etapa, el gran desarrollo que tiene lugar con aspectos como el desarrollo de la Teoría de la Mente, les permite hacer planteamientos cada vez más complejos y realistas.
Además, a los niños de estas edades, ya se les exige el cumplimiento de ciertas normas, se les piden explicaciones no siempre adaptadas a su edad y capacidades. Y todo esto hace que se muevan entre dos constructos que son la iniciativa, entendida como la oportunidad de experimentar y equivocarse sin juicio. Aquí deberíamos partir de la base de que entendemos que hay unas normas básicas que deben seguir pero que, por otro lado, es un periodo de aprendizaje donde aún no conocen muchas de estas normas y esto hace que cometan errores cuestionados en nuestra sociedad como son interrumpir conversaciones, no poder evitar estar quietos, manipular objetos sin cuidado, molestar a otros con sus gritos o su movimiento en espacios públicos y un largo etcétera de cuestiones que pueden interpretarse como una oportunidad para educar al niño o la niña en sociedad, explicándole que se espera de él o ella y cuáles son las normas que gobiernan esos espacios o por otro lado, interpretando que ya deben saberlo y que hacen todo aquello para molestarnos, retarnos, importunarnos moviéndonos entonces en la otra parte del continuo, que sería la culpa.
¿Por qué los niños y las niñas de esta edad van a querer molestarnos cuando nos necesitan para sobrevivir y lo saben? ¿Por qué fastidiar a personas a las que quieren y admiran y además son su modelo? ¿No será más bien que están probando y al no conocer la norma la incumplen? ¿No será que viven en una sociedad en la que las necesidades de la infancia molestan en casa, en la calle y también en la escuela?
A la mayoría de nosotros nos educaron en la culpa: “has sido tú”, “tienes la culpa”, “¿quien ha sido el culpable?”, “esto pasa por tu culpa”… ¿os suena? En casa, en la calle, en el colegio… la culpa presente a cada paso. En mi caso no fue algo tan presente en casa como en el colegio, donde la culpa estaba presente a cada paso, así estamos ahora. Y con mi hija, estaba cayendo por momentos en ese tipo de patrón, sin hablar de culpas o sin hacer comentario de este tipo, desde el buen rollo que tratamos de mantener las familias que creemos en el respeto, trataba de hacer responsable a mi hija pero no desde el conocimiento de las normas y el respeto a los demás, sino desde la culpa. Sin decirlo expresamente, estaba transmitiendo este mensaje. Es algo que hacemos inconscientemente, “no se puede hacer algo que no conoces”, ya lo he dicho muchas veces. Yo no quería hacerlo, pero ahí estaba.
Repasar esta teoría me hizo abrir los ojos. Escuchar a mi hija decir: “pero yo no he tenido la culpa, mamá” en más de una ocasión, hizo que saltaran las alarmas. Lo importante cuando algo falla o se estropea o rompe, no es quién ha tenido la culpa. Esto no resuelve el problema, solo genera frustración y rabia, nada más. Lo importante no es quién fue, sino qué se puede hacer para resolver, restablecer y también valorar quién tiene que hacerlo.
Hacerlo como os decía al final, genera iniciativa por dos motivos. Primero porque al quitarme el miedo a que me echen la culpa, soy más valiente, investigo más y me desarrollo más. Y además cuando me equivoco, trato de buscar soluciones y tomo la iniciativa para resolverlo en lugar de quedarme atascada en que tuve la culpa o buscar un culpable como forma de evadirme de la posible situación. Estaréis de acuerdo conmigo en que esto de la culpa no aporta mucho.
La teoría de Erikson dice que podemos superar la crisis de los 3 a 6 años desde la iniciativa o desde la culpa, esto será la base desde la que construiremos el siguiente peldaño en el desarrollo de la personalidad.
¿Desde dónde lo hiciste tú? Me refiero a tu situación personal, a ti misma (persona que me lees) en tu paso por esta etapa. Una prueba clara si tienes hijos o hijas o trabajas con infancia es ver desde donde trabajas en esta etapa, desde la iniciativa o desde la culpa y no solo en esta etapa, también en otras. Quizá si descubres que estás instalada en la culpa puedes hacer algunos cambios para favorecer la iniciativa de los niños y niñas que tienes cerca porque seguro que es más constructivo para ellos y ellas pasar a la siguiente etapa con la tranquilidad de poder explorar sin miedo a tener la culpa, investigar sin temor a represalias, a tener que asumir responsabilidades para las que uno o una puede no estar aún preparada.
¿Conoces la teoría de Erikson? ¿Te parece interesante este planteamiento de estadios? ¿Visualizas a tus hijos, hijas o los niños y niñas con quienes trabajas en esta historia de la culpa continua? ¿Eres consciente de cómo fue tu paso de esta etapa a la siguiente y de si esto te influye en la educación o la crianza? Como siempre, me encantará leerte, déjame tus comentarios al respecto. Y si te parece interesante, ya sabes, comparte alegremente, será un placer. Gracias de antemano.
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Pues aquí queda referenciado para la comunidad de La mamá de Pequeñita, muchas gracias. Un abrazo.
Muchas gracias por ilustrarnos a padres y madres con este post.
Sin duda alguna, las criaturas pequeñas reaccionan «sin complejos» que ya tenemos incrustados en nuestro ser los adultos.
Ellos no hacen nada con mala intención, pero tal vez hay cosas que hacen a su manera, únicamente para llamar la atención y esto es algo que debemos entenderlo los adultos.
En ocasiones nuestra falta de paciencia nos hace pensar, inconscientemente, que nos están molestando y nos hace creer, en momentos determinados, que son un estorbo en nuestra vida cotidiana.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que a la hora de tener una criatura, asumimos implícitamente, la responsabilidad de criar a estos pequeñitos seres, que más adelante serán los adultos de la sociedad.
Recientemente escribí un libro que recoge mis experiencias y experiencias de otros padres y madres, respecto a este tema.
No es fácil ese rol; no se aprende en ninguna universidad. Pensar que ya lo sabemos todo y que no necesitamos ser aleccionados sobre la crianza de los hijos, tampoco es la mejor opción. Hay mucho que aprender y es un camino que dura muchos años.
Para cualquier trabajo te piden conocimientos básicos, ¿y para la importante labor de criar a esos pequeñajos? es de vital importancia investigar y aprender.
Recientemente estoy promocionando un libro que escribí sobre la crianza de los hijos, el cual coincide en muchísimas cosas lo que dices aquí en este post.
En el campo «web» dejo un resumen del libro, así a groso modo, para que puedas ver el contenido,. Un cordial saludo!!
Muchas gracias por tus palabras. Hay muchas cosas que se nos escapan, las tenemos grabadas a fuego. Un abrazo.
¡Un abrazo Bea!
Tienes razón, con el ejemplo en adultas (personas 😉 se ve muy claro!
Cuando se nos cae a las personas adultas un vaso o un plato en la cocina, nadie nos dice: vamos a ver qué hacer para que no vuelva a pasar…se recoge y ya está. Ya sabemos que eso no es lo ideal, en simple hecho de recogerlo, de retrasar lo que hacíamos, de dejar de jugar un rato si ese era el caso o empezar a cenar más tarde nos deja claro que la próxima vez intentaremos no tirarlo. Aunque se nos vuelven a caer vasos y platos. ¿Qué hacemos para arreglarlo? Puede ser suficiente. Un abrazo Beatriz.
Muy interesante, no me lo habia planteado así…y cre que en mi caso la culpa está más presente de lo que me gustaría.
Una duda, cuando dices » Lo importante no es quién fue, sino qué se puede hacer para resolver, restablecer y también valorar quién tiene que hacerlo» me surge el «y vamos a ver qué hacer para que no nos pase otra vez», pero me resuena a culpa, a «no vuelvas a hacerlo».
¿Cómo lo enfocarías?
Súper interesante, como todos los posts que nos ofreces, que me hacen reflexionar mucho.
En nuestro caso, empecé con mucha fuerza y paciencia, me sorprendía a mi misma, pero últimamente (el peque tiene 4 años) pierdo la paciencia muy rápido… Mi infancia no fue de las mejores (por ponerle algún adjetivo) así que intento ser muy cuidadosa en todo esto de la crianza y definitivamente algo estoy transmitiendo porque el peque lleva unos meses pidiendo perdón por todo, y no me había dado cuenta.
Mil gracias!
Cuánto me alegro de que lo veas así como madre y también como educadora. Este es un proceso que vamos haciendo juntas. Un placer compartirlo contigo. Un abrazo gigante!!!
Gracias por este punto de vista, en dos años cuando me desespere y necesite alguna noción sobre cómo llevar sus inoportunas formas de molestar a la sociedad, espero tenerlo en cuenta 🙂
Y pienso que por ahora (tiene 17 meses) me está sorprendiendo la paciencia que tengo, el pensar: ¿por qué la voy a interrumpir? cuando un trayecto de 200 metros al supermercado se convierte en 1h para comprar dos manzanas, o para volver del parque, o para recoger el salón de pinturas…o cuando tiene una rabieta porque estoy vaciando la cesta del súper de todos los botes de desodorante y champú que ha visto por el camino, de ponerse a llorar y no salirme el impulso de gritarle y levantarla, si no de esperar intentando calmarla y distraerla de repente para que se fije en un niño, un pájaro o una flor (en casa las gatas siempre funcionan). De verdad que me sorprende, puesto que siempre me he considerado súper impaciente y nerviosa.
Y he de dar las gracias a este tipo de lecturas, a lo estudiado, a intentar comprender mejor a los niños y sus necesidades. Y pienso que ojalá todos los padres leyeran un poco, solo un poco, sobre desarrollo infantil; algo básico, para conseguir contener sus impulsos y ser un poco más respetuosos… No cuesta tanto y no duele esperar, ni observar, ni respetar.
Un saludo Soraya, y gracias por tus aportaciones que ayudan a criar a niños más felices. Aportaciones que nos ayudan a los adultos a ver el lado positivo de las trastadas de los niños, de no avergonzarnos por vivir públicamente una rabieta, de sorprendernos al entender que esa cosa nueva que hace es tan importante para su desarrollo.