La crianza respetuosa ya estaba aquí en el Siglo XVII, primera entrega

Hace unas semanas, unas antiguas alumnas, se pusieron en contacto conmigo para pedirme ayuda en la fundamentación de un trabajo que iban a hacer para Magisterio, grado que cursan en la Universidad, les pasé algunos autores y enlaces. Pasado un tiempo, se pusieron en contacto conmigo para comentarme que le habían enseñado la idea del trabajo a una de sus profesoras y esta les había pedido que investigasen sobre cuál era el origen de esto que ellas llamaban Educación Respetuosa. Como quiero ser respetuosa, valga la redundancia, me quedaré con la versión de una mamá maestra que me dijo que seguramente les había pedido aquello para que comprobasen que no era algo tan novedoso.

¿Cuándo empieza la educación basada en el respeto hacia niños y niñas?

Pues comienza cuando lo hace la Pedagogía, Comenio, en el Siglo XVII, considerado padre de la Pedagogía, ya hablaba del niño como centro de la experiencia educativa. Rousseau, en el Siglo XVIII, ya hablaba de dejar libertad al niño y no contaminar su desarrollo. Pestalozzi, figura histórica fundamental de la Educación Infantil en los siglos XVIII y XIX, que defendía la educación para niños y niñas de toda clase social, fue el autor que inspiró a Mauricio y Rebeca Wild para montar su escuela «Pesta» en Ecuador. Y Fröebel, que es de quien os quiero hablar hoy, que vive en esos mismos siglos, XVIII y XIX, creador de los Kindergartens, primeras escuelas infantiles de la historia, hablaba no solo de educación infantil respetuosa, también de crianza, porque la mayoría de estos autores entienden la educación de las y los más pequeños con un modelo maternal, donde la madre es fundamental y donde las personas que los acompañan posteriormente, deben estar en sintonía con ella.

Recuerdo también que María Montessori, se formó leyendo las obras de estos autores. La autora se reconoce seguidora de Pestalozzi en numerosas ocasiones.  Y esta mujer desarrolló toda su obra a finales del Siglo XIX y principios del XX.

Por tanto, que es adonde quiero llegar, la crianza y educación respetuosas no es algo que esté de moda, no es algo de ahora, una rareza que nos ha entrado a algunas familias de respetar a nuestros hijos e hijas o de acompañar a los niños y niñas con los que trabajamos respetando que son pequeños y que son personas únicas y diferentes entre sí.

Pero para que os deis cuenta de hasta qué punto estos autores de siglos pasados profundizaron en cuestiones relacionadas con el cuidado y la educación de niños y niñas, quiero hoy compartir reflexiones acerca de un capítulo de la obra de Friedrich Fröebel, Segundo grado del desarrollo del hombre: el niño, de la obra La Educación del Hombre, una obra fundamental y referencia obligada de cualquier estudioso de la educación infantil y yo diría también de cualquier persona que trabaje con niños y niñas. El texto que voy a mostraros es una lectura obligada de mis alumnas de Didáctica en el Ciclo Formativo.

El niño en La educación del hombre, por Friedrich Fröebel

Lo que vamos a comentar aquí, son reflexiones acerca de un capítulo de la obra, os recomiendo su lectura completa aunque no es fácil, recordad que estamos en el Siglo XVIII, hay que entender lo que dice el autor dentro de su contexto. Voy a recoger algunas frases literales porque considero que son dignas de leer. Este autor escribía muy bonito o al menos a mí me lo parece, su gran sencillez deja claro que muchas de las cosas que las familias que tratamos de educar en el respeto hacemos de manera intuitiva, eran ya razonables hace tres siglos.

El juego

Sobre el juego, el autor dice lo siguiente: «Es importante para el éxito de la educación del niño de esta edad, que esta vida que él siente en sí tan íntimamente unida con la vida de la naturaleza, sea cuidada, cultivada y desarrollada por sus padres y por su familia. El juego les suministrará para ello medios preciosos (…). El juego es el mayor grado de desarrollo del niño en esta edad, por ser la manifestación libre y espontánea del interior (…). El juego es el testimonio de la inteligencia del hombre en este grado de la vida«.

Y sigue: «el juego origina el gozo, la libertad, la satisfacción, la paz consigo mismo y con los demás, la paz con el mundo; el juego es, en fin, el origen de los mayores bienes.  No debe ser mirado el juego como cosa frívola, sino como cosa profundamente significativa (…) objeto de la minuciosa intervención de los padres. En esos juegos, elegidos espontáneamente por el niño, y a los cuales éste se entrega con tanto ardor, se revela su porvenir (…). Los juegos de esta edad son los retoños de toda la vida del hombre; pues éste, desarrollándose en ellos, revela en los mismos las más íntimas disposiciones de su interior. Toda la vida del hombre hasta su postrer aliento, toda esta vida, serena o sombría, pacífica o turbulenta, activa y fecunda o inerte y estéril, tiene su origen en esta época del hombre-niño. Las futuras relaciones del niño con su familia, con la sociedad y con la humanidad, las que tendrá con la naturaleza (…), serán el simple resultado de la manera con que sus disposiciones hayan sido dirigidas durante su infancia».

De esta manera Fröebel, le da al juego una importancia tal como para justificar que la persona adulta que será mañana un niño podrá intuirse a partir del tipo de juegos que sean elegidos por él espontáneamente. Claro, que eso implica, tiempo de juego de calidad y que estos sean juegos libres elegidos por el niño o la niña. ¿Os suena de algo todo esto?

La alimentación

También me parece relevante lo que dice el autor sobre la alimentación en la primera infancia: «La elección del modo de alimentación es muy trascendental en esta edad. (…) el género de los alimentos contribuye mucho a hacer al niño activo o indolente, fuerte o débil, vigoroso o tardo; (…) por la influencia que ejerce en las disposiciones, las inclinaciones, la actividad y los sentidos del hombre durante toda su vida; influye en su ser físico, en su inteligencia y en sus sentimientos, a tal extremo, que el hombre trataría en vano, más tarde, de luchar contra las malas influencias del régimen alimenticio a que vivió sujeto durante su edad primera».

¡Cuántas veces hemos hablado por aquí de este tema! ¡Cuántas obesidades alentadas por los dichosos percentiles que serán un lastre para niños y niñas toda su vida! Todo por cumplir con ese canon de bebé gordito imperante en nuestra sociedad.

Y sigue Fröebel: «Que después de la leche de la madre, el primer alimento que se dé al niño sea tan simple como moderado; que no sea ni exquisito ni rebuscado; que no sea ni excitante, ni copioso en grasa o especias, a fin de no amortiguar la actividad de los órganos digestivos. El hombre será tanto más feliz y robusto (…) cuanto los alimentos recibidos por él en su infancia hayan sido más moderados y más apropiados a las necesidades reales de su temperamento».

Esto en términos actuales viene a decir que el niño o la niña debe comer en función de sus necesidades personales («temperamento«), ser acorde con su nivel de actividad. Y recomienda que sean alimentos sencillos sin grasas, especias, excitantes… y en cantidades moderadas.

Y leyendo esta frase: «la cantidad de los alimentos está en desproporción con las necesidades de un niño inactivo, atormentado y vuelto caprichoso por el fastidio, y a quien se pretende distraer ofreciéndole alimentos que no reclama», no puedo parar de pensar en avioncitos, canciones, dibujos animados… lo que sea para entretenerlos y que coman una cucharadita más, para que terminen el cuenco, puedan o no, lo necesiten o no. Me gusta lo tajante que es con este tema: «la prosperidad, la expansión, la dicha de la humanidad exigen mucha más modestia».

Resumiendo: «el alimento tiene por único objeto sustentar la actividad del cuerpo y la del espíritu del niño. Presentar a los niños manjares suculentos, refinados o muy abundantes, equivale a ponerse en choque con los fines de la nutrición. Que los alimentos del niño sean, pues, tan simples como lo permita la condición en que viva, y le sean siempre dados en proporción a su actividad física e intelectual». 

¿Quieres saber lo que decía Fröebel sobre la ropa que debían llevar los niños y las niñas en su primera infancia, cómo debía ser su habitación, indicaciones respetuosas para acompañar la adquisición de la marcha, la actitud hacia sus dibujos o la importancia de hacerle partícipe de las tareas domésticas? Pues no te pierdas la segunda entrega, en ella te contaré todo lo que Friedich Fröebel pensaba sobre estos temas.

¿Interesante, verdad? Saber que esto está escrito en el Siglo XVIII, da aún más consistencia a lo que muchas familias pensamos y mostramos a nuestros hijos e hijas, ya está bien de decir que es una moda, que es una forma de diferenciarnos o incluso de llamar la atención. En realidad, son obviedades que ya eran conocidas hace tres siglos, nada de modas pasajeras. Ojalá cada vez más niños y niñas gocen del respeto de las personas adultas que los acompañan para que sean más felices, tengan desarrollos más plenos y contribuyan a crear una sociedad más humana y más justa, de todo esto también habla Fröebel en su obra, te lo cuento muy pronto.

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