Te dejo el post en audio y también en texto para que decidas si quieres escuchar o leer.
Hace unos días leí este artículo de la página Bebés y más que os recomiendo, ya lo compartí en redes sociales, pero lo dejo también por aquí por si os animáis a leerlo. Tras la lectura sentí la necesidad de compartir algo con vosotras (personas que me leéis) y esta vez decidí que había que sacar tiempo como fuera porque creo que es muy importante. Os recojo los siete consejos que aparecen en el artículo, si queréis profundizar, no dejéis de leerlo.
1) Anticipar a niños y niñas cómo serán las Navidades
2) Cuidar nuestro lenguaje cuando hablemos con ellos y ellas
3) Hablar en familia sobre cómo nos sentimos
4) Buscar planes alternativos
5) Mantener el contacto con nuestros seres queridos
6) No dejar de soñar
7) Haz que tus hijos e hijas recuerden con ‘magia’ esta Navidad
Soy consciente de que es fácil caer en la comparación sobre cómo era nuestra vida antes y cómo es ahora idealizando la pasada cuando entonces quizá no la valorábamos tanto. Entiendo que caigamos también en recrearnos con lo que no podemos hacer y olvidemos todo cuanto sí podemos hacer aún y ahora. Es una cuestión de perspectiva, como siempre, podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío, está en nuestras manos.
En estas últimas semanas mi alumnado de segundo de animación sociocultural, ha estado investigando cuáles eran las necesidades de sus homólogos de primero para intentar ofrecerles una intervención socioeducativa como parte de un trabajo de clase. Es inevitable para ellos/as comparar este año donde la práctica, los juegos, las dinámicas de grupo, las salidas o las visitas de otros profesionales en el centro brillan por su ausencia con los dos trimestres que tuvieron el curso pasado. Y no paran de detectar que el alumnado de primero tiene una necesidad de realizar actividades prácticas. Están muy preocupados y preocupadas por este tema y no paran de dirigir sus posibles intervenciones hacia ese lugar. Pero el caso es que si somos objetivas, nos damos cuenta de que en las múltiples entrevistas, encuestas y grupos de discusión que se han realizado, el alumnado de primero no pide nada de todo eso que se hacía y no se hace, sencillamente porque han empezado este curso desde cero y esta es su realidad, no pueden comparar. Si en algún momento se ha planteado la falta de actividades prácticas es porque el profesorado comenta en ocasiones lo que se hacía y no se hace o lo hablan con compañeros y compañeras de otras aulas. El caso es que no es una necesidad propia de los grupos de primero, sino una necesidad inventada que perciben los grupos de segundo tratando de solidarizarse con ellos y ellas.
Os cuento esto porque siento que algo similar le pasa a niños y niñas. Echar en falta es más una cosa de mayores (estoy generalizando, entiéndase), comparar con lo que era tradicionalmente, es decir, siempre, todos los años y lo que ya no es, requiere de esos años de experiencia pasada que las y los más pequeños no tienen. Están más bien en el aquí y en el ahora y si somos capaces de buscarle el lado apasionante a la pandemia, aunque nos cueste creer que se pueda, es posible que disfruten más de esta etapa de su vida que de nuestra lograda rutina de antes que si era estupenda lo era a ratos, no idealicemos.
La pandemia nos ha traído cosas malas y también cosas buenas, como siempre pasa. Solo hay que saber encontrarlas. De momento es una oportunidad de reinventarnos que no teníamos y para nuestros hijos e hijas supone la posibilidad de saber cómo sobrevivir en situaciones adversas como estas que tal y cómo está el panorama es un aprendizaje que seguro no está de más. La comodidad es un regalo pero las experiencias duras te permiten saber cómo salir adelante y te permiten desarrollar facetas muy interesantes a nivel personal.
También compartí en redes esta imagen de la página de Alberto Soler porque creo que tiene toda la razón. Estamos victimizando a nuestros niños y niñas, generándoles un problema y una serie de necesidades que son más nuestras que suyas.
¿De verdad no vamos a saber qué hacer con las navidades? Pues como ya os dije en otra ocasión, si esto es así no culpemos a la Covid, suena a disculpa.
Insisto en que estoy generalizando, hablo para una mayoría. Entiendo que hay familias viviendo duelos terribles, otras con situaciones económicas lamentables, familiares en el hospital con pronóstico reservado y personas que sufren porque no pueden ver a sus seres queridos y son mayores o vulnerables. Claro, seguro que este mensaje no es justo para todas las familias pero pienso que sí para la mayoría de ellas.
Muchos de los planes que se hacen en estas fiestas y en otras, son accesorios, son compromisos, costumbres que no siempre son fáciles o agradables, pienso en el estrés de una cabalgata de Reyes masiva, con caramelos cayéndote sobre la cabeza, el miedo a perder a tus pequeños entre la multitud y otros desastres, por citar un ejemplo. Así que insisto, no dramaticemos. Seguro que podemos vivir sin esto, al menos podemos hacerlo un año o dos. Nuestros hijos e hijas pueden vivir sin ello perfectamente, este año por la pandemia y otros porque se nos estropeó el coche o porque uno de los hermanos o hermanas estaba malito o porque no nos encontramos bien esa tarde o cualquier otro motivo del día a día, no fuimos a la cabalgata y no se acabó el mundo. Así que, por favor, no acabemos con él ahora, a nuestros hijos e hijas les queda mucho por vivir, hagamos que en la medida de nuestras posibilidades, merezca la pena.
Ha habido multitud de campañas que nos demuestran que las y los más pequeños lo que quieren es pasar tiempo con sus padres y sus madres, en el formato que tenga la familia. Sí, también con sus abuelos y abuelas, sus primos y primas… pero esto es lo que hay, nos toca recortar, centrarnos en lo más cercano para seguir manteniéndonos todos ahí aunque sea en la distancia. Lo más importante es que sus personas de referencia, las más primarias estén con ellos y ellas y sobre todo que estén felices e ilusionados/as, al menos, en la medida de lo posible.
Así que el esfuerzo no es ver cómo superamos unas navidades distintas sino cómo le mostramos a las personas que más queremos que esto es así, que somos incondicionales, que nos tenemos los unos a las otras, las otras a los unos y que esto es lo más importante que tenemos y que vamos a tener. Si no que se lo pregunten a quien ha perdido a estas personas de referencia. Y este esfuerzo que para mí es el verdadero que deberíamos hacer estaba ya pendiente antes de la pandemia en muchos casos y no modifica sustancialmente las condiciones de juego ahora con ella.
Conste que entiendo perfectamente las pérdidas provocadas, muchas personas estamos hartas de las vídeollamadas y queremos dar un abrazo a nuestros familiares y compartir tiempo y actividades de verdad y no en la pantalla, pero esto nos guste o no, es lo que nos ha tocado vivir. Porque no olvidemos que esto también forma parte de nuestra vida, un año quizá dos o más, no sabemos y en muchas familias, muchas vidas de personas que no volverán. Si pensamos en la infancia y en lo importante que son estos años para ellos y ellas, debemos hacer que lo recuerden como algo especial solo por el hecho de que estamos ahí y en muchos casos tenemos salud. En mi familia, soportamos una gran pérdida, no soy ajena al dolor que se vive en muchos hogares y soy consciente de que habrá más de un momento bañado en lágrimas. Y es que eso forma parte también de nuestro momento, no hay por qué mantenerlo fuera, como os decía, es nuestra vida también. Pero no dejemos que nuestras pérdidas empapen todo de tristeza, aunque sea en momentos, tratemos de ofrecer lo mejor de nosotros y nosotras a los más pequeños, y dejémonos llevar por su ilusión y sus ganas, eso es sanador seguro.
Nuestros niños y niñas, para bien o para mal, se adaptan estupendamente a la vida que les toca vivir siempre que estén arropados por personas que los quieran y validen sus sentimientos. Hay que normalizar el dolor y la pena, compartirlo, no esconderlo igual que hacemos con las emociones positivas, y así entre todos y todas seremos capaces de sacar adelante cualquier situación con la que nos encontremos.
Como estas fiestas son muy emotivas, siento que con intentar que quienes se quedan solos y solas en estos días se sientan acompañados y acompañadas de alguna manera y con mostrar lo mucho que nos queremos quienes podamos juntarnos, así como mostrar en la distancia a todas las personas que son importantes en nuestras vidas que lo son, debería ser más que suficiente. Y los planes multitudinarios y las grandes fiestas para cuando pase todo esto. A ver si con un poco de suerte nos portamos bien (cómo le pedimos a niños y niñas) y podemos estar todos y todas para celebrar todo lo que nos va quedando pendiente próximamente.
Para terminar quiero dejaros un proverbio que me gusta mucho: «Si tiene solución por qué te lamentas, si no tiene solución por qué te lamentas».
Os deseo unas felices fiestas y un 2021 cargado de salud física, mental y social.
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