La sospechosa importancia de las habilidades sociales en los resultados académicos

A medida que van pasando de curso, a niños y niñas en los colegios, los mezclan con compañeros y compañeras de nivel. Dicen que es para que socialicen. Como si en la vida real todas las personas fuésemos amigas unas de otras. Pienso que con ello se pierde ese valor de la amistad como un tesoro. En la cultura de los amigos y amigas de Facebook, Twitter e Instagram, la amistad se mide en términos de cantidad y esto que es una realidad de nuestro tiempo, aparece de alguna manera en los planes de estudio y en protocolos de funcionamiento interno de los centros. Entiendo que no es solo para socializar, pero hoy, es de esto de lo que os quiero hablar.

¿Dónde queda aquello de que los amigos y amigas de verdad se cuentan con los dedos de la mano? Me consta que hay docentes, maestras, profesores… que piensan como yo pero, no todos hacen esta reflexión desde fuera. La presión de los currículos escolares y toda la tarea burocrática en los centros de los últimos años no permite pensar mucho. Cuestionar el contenido o las formas cuando apenas sabes cómo impartirás todo el temario a sabiendas de que lo que tú no hagas se le exigirá a tu alumnado en el siguiente nivel, es prácticamente imposible. A veces una se siente como en una carrera de obstáculos, sin agua y agotada.

Desde música, se evalúa que niños y niñas canten una canción dando un peso fundamental al hecho de enfrentarse a un público, como si en la vida eso fuera requisito imprescindible. Está claro que un cirujano con dotes para expresarse de manera pública es un valor añadido, podrá convertirse en portavoz de sus colegas. Ahora bien, seamos honestas (personas que me leéis), si nos dan elegir entre un gran profesional en el quirófano con pocas dotes “artísticas” de cara a la galería y otro muy ducho en discurso pero algo torpe con el bisturí, nos quedamos con el primero. No cuestionó que se haga, ya digo que es un valor añadido, pero que sea el objetivo principal del curso y equivalga al cincuenta por ciento o más de la nota, me parece excesivo.

La vida que les ha tocado vivir a nuestros niños y niñas de hoy es muy difícil. Todo lo que se les ofrece va encaminado a hacer de ellos y ellas personas de provecho en el futuro según dudosos cánones establecidos. Pero nos hemos olvidado del aquí y del ahora, de ser uno o una misma. Así estamos, como siempre digo, hechos un asco. Lo social, lo público, la exposición… en todo lo que envuelve nuestras vidas. Muchas de nosotras vivimos lo de antes podemos comparar, criticar… Las y los más pequeños, asumen lo que viven como algo normal, es su realidad de cada día.

Cuando yo era estudiante de Primaria, la conducta personal no se reflejaba en los resultados académicos, era algo evaluado aparte de lo que se informaba a las familias y con lo que se trabaja en el aula, pero las notas estaban basadas en el aprendizaje de conceptos y procedimientos. Consideró fundamental evaluar las actitudes, mi alumnado lo sabe. Pero no tiene ningún sentido evaluar aspectos que no se están trabajando.

A nadie se le ocurriría poner una nota sobre conceptos matemáticos antes de trabajarlos en clase. Es como si nos pusieran la nota final al principio de curso. ¿Quien trabaja las actitudes en el aula? Están en los temarios, se explican en clase y se evalúan en pruebas objetivas o se expone a niños y niñas a su parte práctica, sin prepararlos antes adecuadamente, sin escucharlos y ver cuáles son las necesidades de cada uno y cada una. Pongo un ejemplo, en la clase de música que os describía, se va a trabajar la entonación, la letra, los más mayores incluso tocarán algún instrumento, pero, ¿en qué momento van a trabajar con ellos y ellas el hecho de enfrentarse a un grupo, de superar miedos y vergüenzas? No se va a hacer porque no hay tiempo. Se expondrá a todos y todas a esa situación y los que de casa o de serie traigan esas capacidades, tendrán buena nota y a quien le resulte embarazosa la situación, tendrá un necesita progresar, en progreso o cualquier nota equivalente.

La exigencia de la buena conducta, por un lado y la de la extroversión en el alumnado, por otro, genera otro filtro que no siempre permite saber cuánto conocimiento o cuántas destrezas poseen. Es curioso porque muchas veces existen estándares para la corrección de tareas relacionadas con conceptos y procedimientos, las famosas rúbricas que están tan de moda. Pero no siempre existen criterios objetivos previos para la evaluación de las actitudes (participación, conducta, iniciativa…), aún así son un peso fundamental de la nota. A veces existen pero los contenidos actitudinales, no se trabajan en el aula aunque luego son evaluados.

Cuando llega mi alumnado al principio de curso, explico que se presuponen una serie de rasgos en las y los profesionales que van a ser, pero también les digo que tenemos tiempo por delante para trabajarlo y luego lo hacemos. Trabajamos estos aspectos, valoramos la evolución y finalmente evaluamos para una nota entendiendo el progreso de cada persona y cuáles son los mínimos imprescindibles.

Confío en que poco a poco vayamos evolucionando en esta línea, hacia el acompañamiento en el aquí y el ahora, cada vez hay más profesionales en esta línea, nuestra familia es muy afortunada, hemos tenido mucha suerte desde que Pequeñita empezó el colegio, hay grandes maestros y maestras que se documentan, investigan, van probando qué es lo que les funciona, se cuestionan a sí mismas… Esa es la manera de evolucionar, de hacer bien tu trabajo.

¿Sientes como yo que se le da mucho peso a las cuestiones sociales en las aulas? ¿Consideras que es necesario que se trabajen los aspectos socio-emocionales en escuelas y colegios? ¿Conoces alguna iniciativa interesante en este sentido? Soy toda oídos. Te espero en los comentarios. Si te parece interesante, me encantará que compartas.

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2 comentarios en “La sospechosa importancia de las habilidades sociales en los resultados académicos

  1. Justo ayer en una conferencia laboral pusieron un video de un animador de esos para las empresas, quien decía que ya puedes ser buenísimo en algo que si no sabes hablar con la gente no te van a coger ni te valorarán; y pensé en mi otorrino, que me está arreglando (no se puede llamar otra cosa), y es peor que House hablando con sus pacientes y toda opinión que leo o escucho sobre su persona es nefasta, en especial con los niños a los que hace llorar con su frialdad (y casi a mí un poco cada vez que voy)…pero luego le agradecen el buen trabajo y saber ver las cosas antes que otros y evitar males mayores.

    Y eso me hace discrepar sobre qué es lo que quieren las empresas y qué es lo que la sociedad necesita, que es la variedad, ¿no? Tan variable como personas hay en el mundo.
    Estoy de acuerdo contigo, el que es bueno hay que valorarle, independientemente de cómo se relacione, que sería un plus.

    A mí me parece genial que se trabajen las hh.ss. en el aula, el simple hecho de escucharles y ponerse en su lugar ya es mostrarle que uno se siente mejor cuando se ponen en su lugar. Y eso si se hace bien desde pequeños, en casa y el aula, en la calle, en el súper… lo irán adquiriendo de manera natural (o eso espero jajajajaja). Y luego cada cual será como tiene que ser, más reservado, más nervioso, más hablador, menos vergonzoso…como los adultos. En la variedad está el gusto, que manía de cortar a los niños en un mismo patrón a gusto de los profesores / cánones socialmente aceptables.

    Qué difícil es dejarles SER, pero en todas partes, porque al final en casa han de respetar también unas normas que cada familia es diferente; a mí me da igual que grite jugando (excepto en según qué horario/lugar) o se manche o se moje o juegue a enterrarse o vaya descalza porque le molesta la arena en las sandalias, pero en el parque a veces me olvido que otros niños la observan y quieren imitarla y se llevan una buena bronca porque son más restrictivos. Y ahí me cuesta más dirigirla (HE DE DIRIGIRLA) para que otros niños no imiten su comportamiento tras verles llorar desconsolados y escuchar a la madre o padre continuamente «eso no, eso no, nos vamos a ir, no puedes» e intento que se comporte o haga algo a gusto de todos y vivir en paz. Así que al final en demasiadas ocasiones has de hacer lo que la sociedad mayoritaria necesita, sin respetar a tu propio hijo y sus necesidades en ese momento, que es ser uno mismo y disfrutar del juego libre. Una pena.

    Un saludo Soraya!

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