Sabéis que el tema de la igualdad de género y la lucha por la inclusión y el respeto a las diferencias son temas recurrentes en La mamá de Pequeñita. Hemos comentado cuentos que trabajan la igualdad entre chicos y chicas, hemos hablado de cómo se educa de manera diferente a unos y a otras, hemos visto como muchas veces unas madres somos injustas con otras en cuestiones de conciliación y hemos cuestionado algunos conceptos de feminismo. Y es que este tema me parece muy importante como mujer y como madre de una niña.
Hace tiempo que quería hablaros de esto. Muchas veces escuchamos que el lenguaje no es tan importante, yo no estoy de acuerdo, todo, en mayor o menor medida, es importante cuando hablamos de igualdad.
Cuando Pequeñita tenía tres años y sus abuelas le decían: ¿os habéis disfrazado de chulapos en el cole? Ella decía: de chulapos y de chulapas. Cuando le decían: ¿Qué habéis hecho los niños del cole? Ella contestaba: las niñas y los niños. Y esto era así, porque en los primeros años de vida de cualquier niño o niña, el plural masculino no representa a todos y todas. Con nuestro lenguaje que es totalmente arbitrario, es decir, decidido por algunas personas, les vamos mostrando a las niñas que deben anularse en las frases, porque ellas están representadas en el «ellos», en el «nosotros» y con ello vamos anulando su presencia, primero y de manera aparentemente inocente en las frases, pero al mismo tiempo las anulamos de las esferas donde niños y niñas se mueven en el día a día.
Nuestro lenguaje no nos incluye y eso se lo enseñamos a las niñas desde bien pequeñas, así algunas mujeres dicen después que no es necesario que haya palabras de género neutro porque nosotras ya estamos recogidas en el masculino plural. Pero, si esto es tan intuitivo y natural como algunos y algunas quieren hacernos creer, ¿por qué las niñas y los niños más pequeños no lo hacen así desde el primer momento? ¿Sabéis por qué? Porque no es natural, porque es una construcción social como tantas y tantas cosas.
Hace unos días, una madre me contaba que un niño en el colegio se había hecho una herida y había manchado de sangre su camiseta. La enfermera con mucho cariño le había dicho: no te preocupes que eso te lo limpia mamá y queda como nuevo. ¿Y por qué lo tiene que limpiar mamá? ¿Por qué no papá? A ella esta frase le había chirriado desde fuera pero reconocía que ella misma podría haberlo dicho con su mejor intención. Hemos sido educadas en una serie de modelos sociales que están ahí grabados a fuego y van saliendo en las conversaciones cotidianas una y otra vez. Y nuestros niños y nuestras niñas van normalizando que las cosas de casa le pertenecen a mamá porque esa esfera nos ha pertenecido siempre y aún queda mucho camino por recorrer, esto aunque cada vez más papás asumen tareas domésticas en igualdad de condiciones con sus parejas hombres y mujeres e incluso son los máximos responsables de las mismas.
Como siempre, nuestro lenguaje sigue representando modelos tradicionales, roles clásicos donde unas friegan y otros construyen, donde unos son fuertes y otras son dulces, donde ellos son brutos y ellas son buenas, donde ellos hacen y ellas callan. Y así van comprendiendo las y los más pequeños como es la sociedad en la que viven, cómo se distribuyen las tareas, qué cosas le corresponden a ellos y cuáles a ellas. Y crecen aceptando estos clichés que no fomentan la igualdad de ninguna manera.
Os invito a revisar nuestras frases, las cosas que se les dicen a unas y a otros. Y estoy convencida de que si hacéis esto conscientemente, encontraréis muchos ejemplos donde no estáis siendo igualitarios o igualitarias en las conversaciones que tenéis y que ellos y ellas escuchan y tampoco en los mensajes que se les transmiten continuamente a niños y niñas.
La igualdad nos enriquece a todas las personas, porque ellas no tienen que interpretar el papel de sumisas, de débiles, de buenas y dóciles que muchas veces no quieren interpretar y también porque les permite a ellos no tener que ser siempre los fuertes, los que saben, los que deben tomar las decisiones importantes. Y con ello los liberamos a todos, ellos y ellas. Porque no tenemos la obligación social de ser de ninguna manera todo el tiempo. Tendrán así la libertad para mostrarse vulnerables si es así como se sienten o de ser fuertes si es así como están en determinados momentos.
Y solo de esta manera, nos complementaremos de manera perfecta y sacaremos el máximo provecho en nuestras relaciones sociales.
¿Sigues pensando que el lenguaje no es tan importante? ¿Te parece exagerado lo que digo? Comparte tu punto de vista en comentarios, siempre son bien recibidos, este blog se nutre de vuestros sentires y pareceres y el diálogo es lo que nos permite seguir creciendo y evolucionando como personas. Por supuesto, si sientes que esto puede ser de interés para alguien, no dudes en compartirlo.
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Pues ojalá, María, trabajito tenemos. Un abrazo.
Estoy muy de acuerdo con tu artículo. El lenguaje debería de ser mucho más inclusivo, pero poco a poco lograremos la igualdad.
https://escuela.bitacoras.com/curso/criar-apego-seguro/ref/29/ Puedes hacerlo desde este enlace. Un abrazo.
Yo estoy diciéndolo todo el rato para ver si así por el uso, la RAE da una solución, si han aceptado almóndiga o murciégalo, ¿por qué no una solución de lenguaje más inclusivo? Aunque difícil está el tema. Un abrazo.
Uf, yo ya me estoy preparando cuando vaya al cole y le digan que mamá le tiene que preparar X comida o comprar X ingrediente… colapsará! Es más, asocia tanto al padre con tareas socialmente aceptadas como «femeninas» que cuando tiene hambre no me busca a mí (excepto teta, claro).
Creo que es un tema muy difícil de cambiar, teniendo en cuenta que existe el género neutro aunque sea masculino, pero los que lo usamos sabemos que se refieren tanto a hombres como a mujeres.
Sí que considero necesario y obligatorio que no se les clasifique como «rosa-niñas / azul-niños» y la clasificación de los juguetes y los roles del hogar y los oficios y los estudios y… ¡¡oh madre mía: TODO!!, pero en el lenguaje, propiamente dicho, utilizar el masculino como género neutro, no me parece tan mal, quizás es falta de costumbre y que lo tengo tan familiarizado, pero estar en una conferencia o leer un estudio o artículo y estar leyendo lo mismo en femenino y en masculino para referirse a todos (venga, y a todas), me parece superfluo.
Si el género neutro fuese en femenino también molestaría. O eso, o nos inventamos una palabra neutra para referirnos a todos (…y a todas…) mientras hablamos, ¡porque no habrá paz! Y repetir lo mismo para englobar los dos sexos en todos los ámbitos de la vida es… eso, repetitivo, y puede inducir a la desconexión en una larga conversación.
Quizás el simple hecho que hubiese igualdad real, en cuanto a los roles de género o asociar juguetes/colores/oficios…, la manera de referirse a todos (venga, y a todas), sea en femenino o masculino, no picaría tanto…
Un saludo!
Hola me gustaría apuntarme a uno de estos cursos tan chulos me interese el de claves para criar desde el apego seguro
Pues eso, hagámoslo, bonito regalo le haremos a nuestras niñas y también a nuestros niños. Gracias por compartir. Un abrazo fuerte.
El lenguaje es muy muy importante aunque muchas personas quieran llamarnos radicales por defenderlo. Con el lenguaje no sólo nos comunicamos sino que nos expresamos y está en continua interacción con nuestro pensamiento, así que decimos lo que pensamos o pensamos lo que decimos.
Nuestras peques eso no lo saben y se lo enseñamos así que cuanto más cuidadosas seamos mejor.
Y si no mira Irene hoy me dice mamá a que las niñas podemos jugar con dinosaurios? Yo Le digo claro y me dice es que una niña en el parque me ha dicho que para nosotras los muñecos y para Pablo los dinosaurios. Y ella me dice muy convencida mamá no entiendo por qué dice eso.
Una mínima muestra!!
Exageremos el femenino hasta que estemos incluidas en todo porque ahora se nos incluye cuando quieren.