Llevo tiempo queriendo decir esto y ahora que lo ha corroborado la Organización Mundial de la Salud, me veo con más motivo que nunca para gritarlo a los cuatro vientos. Los deberes perjudican la salud de nuestros niños y niñas, es una realidad.
Y no sólo lo dice la OMS, lo dice también la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), cosa que me sorprende sobremanera hasta el punto de hacerme pensar mal, ¿qué motivación habrá encontrado esta organización para hacer semejantes afirmaciones cuando antes de ayer estaban hablando de la cultura del esfuerzo, de la disciplina en las aulas, de educación para preparar para la vida laboral y un montón de cosas que sonaban más al siglo pasado y a tiempos para olvidar? Es verdad que eran los representantes españoles de la OCDE los que soltaban semejantes perlas y ahora son los de la Unión Europea, quizá esa sea la causa, aún así ahí queda mis desconfianza.
Al principio del curso escolar de Pequeñita, asistí a un Consejo Escolar representando al AMPA (Asociación de Madres y Padres de alumnos y alumnas) del colegio, allí estaba el niño que habían elegido las y los alumnos para ser su representante. Aún estaba aterrizando en todo aquello pero traía tres propuestas claras que habían surgido de un debate entre alumnos y alumnas de sexto curso del colegio, una de ellas era la siguiente: «queremos que haya menos deberes».
Cualquiera puede entender que un alumno del curso que sea pida que haya menos deberes, de hecho podría haber pedido que no hubiera deberes, pero no fue así. Si nos detenemos a analizar la cuestión y vemos la argumentación que iba detrás de aquella petición, comprenderéis las ganas que me dieron de ponerme a llorar al escucharle. La emoción fue generalizada. El argumento que dió aquel chaval de sexto de Primaria que a mí me pareció pequeñísimo para estar sometido a tanta presión fue el siguiente: «queremos que haya menos deberes porque no nos da tiempo a hacerlos».
¿Puede ser más terrible? Una puede pensar que este chico diría cosas como: es que queremos tener tiempo para nosotros, para jugar, para hacer otras cosas, ya pasamos mucho tiempo en el colegio para luego seguir en casa, los deberes son un rollo… Cualquiera de estos razonamientos sería importante, pero es que la realidad supera la ficción y el nivel de sometimiento de nuestros niños y niñas es tan brutal que escapa al entendimiento.
Desde el AMPA por aquellas fechas teníamos preparado un debate sobre este tema y aquello nos hizo confirmar una vez más, la necesidad de tratar este tema con urgencia. Hoy quiero compartir con vosotras (personas que me leéis) algunas de las cosas que se comentaron en aquel debate que dio para mucho.
Lo que dijeron las familias sobre los deberes
«Me he criado sin deberes, no me llevaba nada a casa, no sé cómo podían hacerlo viendo lo que pasa ahora pero no me llevaba ni la mochila y tampoco me ha ido tan mal.»
«Con los deberes no se aprende, se desmotivan, llegan a odiar el cole. No permiten tener una relación normal con tu familia».
«¿Te parece normal que un niño de nueve años no pueda jugar, no pueda ir al parque? Y si no lleva los deberes hechos hay un castigo».
Una niña de nueve años había descubierto que había una educación obligatoria y una voluntaria, no podía comprender como su prima mayor que ella iba a seguir estudiando cuando acabara la etapa obligatoria. Estamos hablando de una niña de sobresalientes.
«Los deberes crean fracaso escolar no hábito y generan ganas de abandonar. Su jornada es más larga que la nuestra, les dejamos antes de ir y les recogemos después de trabajar».
«Le hago los deberes a mi hija para que no le castiguen y no la marginen».
«Mi hija de seis años no quiere ir al colegio».
«Merendamos con el libro para ver si hay suerte y podemos jugar después».
«No culpo del abandono escolar a los deberes pero creo que no ayudan nada. Quiero disfrutar de mi hijo ahora que tiene ocho años, dentro de cuatro años es posible que no me quiera ni ver. Nadie tiene derecho a decirme que tengo que hacer con mi hijo por las tardes o en vacaciones».
«Si es investigar vale, pero no todos los días ni de un día para otro, no como rutina. Deberes, vale, pero, ¿qué tipo de deberes?».
«Los deberes tienen un componente que es la obligatoriedad, si fueran voluntarios las familias podrían decidir si los hacen o no. Se están metiendo en un terreno privado y tenemos que defenderlo, es nuestro. ¿Por qué ese tentáculo de la escuela llega hasta las nueve de la noche en mi casa?».
«Lo que más pena me da es que con nueve años se aburren, les han matado la creatividad. Los niños se convierten en adolescentes porque ya no juegan. Con nueve años nosotros jugábamos a la comba, a los cromos, ahora no juegan, son mayores para eso».
«Las familias cuando recogen a los niños les preguntan, tienes deberes y ya a partir de ahí organizan la tarde».
«Hay personas que no se pueden apuntar a actividades de ocio para ellas o para acompañar a sus hijos pequeños porque tienen que estar toda la tarde en casa haciendo deberes con sus hijos mayores en casa. No hay ocio para los niños, ni para los padres y sentencian a los hermanos pequeños».
«Repitiendo lo mismo una y otra vez no se aprende. Mi hija empezó con algunos contenidos en primero y en sexto sigue cometiendo los mismos errores del principio. Memoriza para luego soltarlo, no aprende nada. Tiene estrés y ansiedad y le han quedado migrañas. Y llegan a Secundaria con la ilusión de que sea diferente y es más de lo mismo, pero de nueve profes que piden tarea sin organizarse con el resto».
«La tarea debería ser poner en práctica lo aprendido: vete a comprar y me traes los cambios».
En este debate, solamente había dos personas que defendían los deberes, una de ellas decía: «Me encantaría que tuviera 10 ó 15 minutos de tarea cada día, nada más». Se quejaba de que su hijo antes tenía deberes pero los hacía en media hora y jugaba, iba a extraescolares, no le perjudicaba. Ahora su profesor trabajaba por proyectos, se le olvidaba que le habían pedido algo para investigar en casa, se acordaba a los tres días y decía, da igual no pasa nada si no lo llevo. La madre se quejaba de que había perdido el hábito que tenía.
«Mi hijo era feliz, estábamos bien y ahora con el cambio de ciclo lo está pasando mal. Ha pasado de proyectos a un método más tradicional, van entrando al trapo pero se ve una carencia de aprendizaje, de entendimiento… Y además, se va viendo que se les va sentenciando».
«Algunos profesores se han sentido atacados porque íbamos a hacer este debate pero nuestros niños se sienten ofendidos todos los días».
Creo que no hace falta que añada nada más, pero ya me conocéis, no puedo evitarlo. Solamente una aclaración y un último comentario.
Esto son comentarios de familias de colegios diversos del pueblo en el que vivo, el debate lo organizaba nuestro colegio pero estaban invitadas todas las familias que quisieran asistir. También se invitó a las y los profesores pero no vinieron.
Nos hemos vuelto locos y locas. Cuando imparto el concepto de infancia a lo largo de la historia en mis clases de Educación Infantil, tengo que contar a mis alumnas como el concepto de infancia no existía en Esparta, en Atenas como preparación para la vida adulta y solamente en las clases nobles, los otros niños y niñas eran esclavos; en la Edad Media nada de nada; con el Humanismo en la teoría se empieza a dar algo de importancia a esta etapa en cuanto que forma parte del desarrollo del hombre, ya digo que en la teoría; la Revolución Industrial usaba a los niños y las niñas como mano de obra barata; después vienen las guerras mundiales con intentos por medio de humanizar la situación y de lograr defender a los más vulnerables, Eglantyne Jebb con su Declaración de Ginebra; finalmente, la Declaración de Derechos y la Convención de los Derechos del Niño como luz al final del túnel. Pero, ¿qué nos encontramos ahora mismo? Después de luchar y de tratar de colocar a la infancia en el lugar que se merece, sin lograrlo nunca en muchos lugares del mundo, el concepto de infancia corre riesgo otra vez de desaparecer incluso donde existía.
Los niños y las niñas no se comportan como tal, no juegan, no experimentan, imitan a las personas adultas desde los primeros años de vida, la ropa, la música, las jornadas laborales (superándolas en muchísimos casos) y un largo etcétera de despropósitos en esa línea. Sólo espero que algún día despertemos y desde las grandes instituciones seamos capaces de tomar decisiones que nos lleven a ser más felices, eso sí que sería un gran signo de inteligencia.
¿Formas parte de una familia que sufre con los deberes? ¿Consideras que son necesarios o innecesarios? ¿Crees que están bien planteadas las tareas fuera del horario lectivo? Cualquier comentario que quieras compartir será bien recibido.