Madres y padres impresentables de los parques

educar en el respetoHoy quiero hablaros de unos seres con los que desgraciadamente os habréis encontrado en más de una ocasión, me refiero a las madres y los padres impresentables de los parques.

Los podréis reconocer porque llevan a sus hijos e hijas al parque y se ponen a cotillear con sus amigas o mirar el móvil y ya les da igual, si el niño monopoliza el tobogán, tira arena en los ojos  a otra niña o le quita el cubo y la pala a un bebé mientras el padre o la madre de este segundo intenta consolarlo mirando a todas partes esperando que el padre o madre del primero venga a poner remedio a aquello.

A veces ocurre que se juntan muchos padres y madres impresentables de los parques y entonces aquello se complica sobre manera. Primero porque los niños y las niñas en edad de ir a los parques suelen necesitar que se les eche un ojo de vez en cuando, no sólo al llegar, cuando sienten frío y empiezan a gritar: «fulanitooooo, ponte la chaqueta» y cuando se tienen que ir a casa: «menganitaaaaa, venga nos vamos». Y segundo porque sus hijos o hijas que saben que sus progenitores no les prestan demasiada atención la buscan continuamente y cuando un pequeño gesto no es suficiente van por la artillería pesada.

Lo triste de todo esto es que afecta a los demás niños y niñas que están allí con padres y madres normales de los que se preocupan de que los suyos no hagan daño a otros, gestionen justamente los turnos en los columpios (entendiendo justamente como lo entienden los niños y las niñas que nada tiene que ver con como lo vemos las personas adultas, aquí hablé de este tema), compartan sus cosas si tienen el deseo de jugar con las de los demás niños y niñas para que no haya nadie que se quede sin ningún juguete (siempre que todos deseen tener alguno), etc.

Hoy he querido hablaros de estos seres impresentables porque el papá de Pequeñita últimamente tiene muy mala suerte y se topa cada tarde con alguno o alguna de ellas. Podríamos pensar, pues qué mala suerte, pero no creáis, están los parques llenos. Cuando hablo de padres o madres impresentables de los parques también me refiero a la madre queviene con un paquete de galletas en la mano y le ofrece una a su hijo de cuatro años y otra a su amiguito de la misma edad en los morros de una niña de 23 meses (Pequeñita) y cuando la niña mira a su padre y dice: «quiero una galleta» y lo repite dos o tres veces, dicha mamá que lo ha oído perfectamente, se hace la loca e ignora por completo a la niña como si no existiera. Luego nos sorprendemos cuando vemos situaciones terribles en el instituto entre los propios compañeros. Pienso que deberíamos promover que niños y niñas sean generosos (que no tontos), tengan compasión por sus compañeros y compañeras cuando pasan por situaciones difíciles, traten de facilitar la vida  a las otras personas porque sólo de esa manera la propia puede ser más fácil, etc. No sé, a mi me educaron así, debíamos ser todos rarísimos en casa. Es que no puedo comprender que tiene en la cabeza esa madre impresentable del parque, vale que no se le puede dar una galleta así a una niña porque puede ser alérgica, diabética, intolerante o cualquier otra cosa, pero preguntarle al padre: «¿le doy una?» ¿Es eso tan complicado? ¡Es una galleta! Cuantas veces hemos compartido la merienda de Pequeñita, a veces la cosa se complica y termina merendando poquísimo porque damos lo que tiene ella y luego a ella no le gusta lo que tienen los demás, ya he comentado alguna vez que come pocas cosas, pero, ¿qué más da? Ya cenará más, ella disfruta viendo a sus amigos comiendo lo mismo que ella o compartiendo un trocito de lo que tiene.

Al día siguiente, en otro parque, Pequeñita encontró un lugar donde había unos tubos que permitían mirar como con prismáticos, le hizo mucha gracia y se puso a mirar por allí todo emocionada. Unos niños que había por allí hijos de una madre impresentable del parque, más mayores que ella y a los que no se les había ocurrido usar aquello de aquella manera, vinieron enseguida porque también querían mirar. Los «prismáticos» estaban en unos de esos castillos de madera que suele haber que tienen una escalera por un lado y un tobogán por el otro, así que después de un ratito, el papá de Pequeñita animó a la niña a que siguiera el recorrido para dejar a los niños mirar por allí. La niña sigue el recorrido se tira por el tobogán, vuelve a subir, se pone detrás de ellos para esperar su turno, pasa un ratito, un ratito más… en este caso la madre impresentable del parque ausente total, adivina adivinanza quién era, los niños que no quieren dejarla… total que Pequeñita se queda sin jugar a lo que quería por ocurrírsele a su padre dejar que otros niños también utilicen lo que es de todos y todas en el parque. Y lo peor de todo, ¿cómo le explicas que no le dejan mirar cuando unos minutos antes le has dicho que tenía que dejarles mirar a ellos? En muchas ocasiones creo que la lectura que sacan es que no hay que dejar a otros porque luego no te dejan a tí. Así convertimos el mundo en un lugar hostil donde hay que estar a la defensiva y luchando todo el día para conseguir cualquier cosa. Habrá familias que pensarán que así se curten para la vida adulta pero yo creo que la infancia es para otra cosa, la cruda realidad llega después queramos o no, no sé que sentido tiene adelantarlo.

Me parece lamentable, la verdad, estas situaciones se reproducen una y otra vez en la vida cotidiana de todos nosotros, gente que le echa mucho morro y se hacen los locos y las locas (tal como hacían, seguramente, su madre y su padre impresentable de los parques) cuando tienen que ceder algo que es de todos y todas.

Cuando uno pretende enseñarle a sus hijos e hijas que hay unas normas de convivencia que facilitan que las personas podamos convivir y ocupar los mismos espacios respetando los derechos y libertades de cada una de nosotras así como que hay cosas que son de todos y de todas y hay que cuidarlas y respetarlas como si fuesen nuestras, te encuentras con la situación de que una y otra vez le estás exponiendo a situaciones de injusticia donde quién queda siempre en inferioridad de condiciones es tu hijo e hija y claro, eso duele mucho, pero la solución, digo yo, no es volverse igual de impresentable que las madres y padres de que os hablo que a su vez están haciendo impresentable a su prole, porque no olvidemos que somos modelo para ellos y ellas. Vamos que nos toca sufrir mucho.

Cualquier padre o madre puede parecer por un momento ser impresentable de los parques, porque cualquiera se despista por un momento en el parque mientras habla con otras mamás o con otros papás, también cuando tienen más de un hijo o hija, puede ser que estén atendiendo a uno de ellos y ocurra algo con la otra y no se den cuenta inmediatamente, pero es muy fácil saber quién lo es realmente y quién no. El padre o madre que no es impresentable, aunque se despiste, en cuanto se da cuenta, corre al lugar para ver qué está pasando y decidir si es necesaria su intervención o no.

Y diréis, pues a lo mejor el problema es vuestro por pedirle a vuestra hija que se tire del tobogán para dejar paso al resto de niños y de niñas, pero es que, ya digo que a lo mejor equivocadamente, nos educaron para pensar que es hoy por ti, mañana por mí. Si no generamos que dejen que otros niños y niñas usen los columpios y los toboganes corremos el riesgo de volver mañana y que lo haya monopolizado todo otro niño u otra niña. No sé, a mí me contaron que las soluciones donde todos ganan son las mejores y las más inteligentes y me lo creí, pero, ¿quién sabe?

Si lees esto y crees que puedes ser una madre o un padre impresentable de los parques, te pediría que trates de ser justo en el parque y en cualquier otro lugar siempre que esté tu hijo o tu hija delante, bueno puestos a pedir, te diría que siempre, pero ahora quiero hablar de educación de los hijos por eso me centro en el papel que ejercemos madres y padres en nuestras hijas e hijos. Hay un vídeo muy bueno que lo muestra, aquí lo incluyo. Yo creo que lo que volcamos en las demás personas es lo que solemos recibir de ellas, así es que aunque sea por egoísmo, merece la pena proyectar aspectos positivos. Esto que digo es una lectura general de la vida, no me refiero a hechos puntuales, donde claro que podemos encontrar una persona que nos conteste mal después de hablarle con una sonrisa, hablo de todas las situaciones de nuestra vida en conjunto. Seguramente si he sembrado positivo recogeré positivo. Además de la cosecha está la satisfacción personal y las endorfinas que se segregan cuando ayudamos a otras personas y que, entre otras cosas, previenen algunas enfermedades. Hay muchos motivos por los que merece la pena ser amable, justo y solidario con otras personas.

¿Seré yo la madre insoportable de los parques?

Y dicho esto y acabado el desahogo, que a gusto me he quedado, ¿quién sabe? A lo mejor para los padres y madres impresentables de los parques yo soy la madre insoportable de los parques, puede ser.

¿Sabes a qué tipo de padres y madres me refiero? ¿Alguna vez has tenido la misma sensación de injusticia que yo? ¿Cómo gestionas esas situaciones? Me encantará conocer tu opinión.

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13 comentarios en “Madres y padres impresentables de los parques

  1. Lo primero, muchas gracias por compartir tu experiencia. Esto que comentas es algo que solemos temer las personas que intentamos criar y educar a nuestros hijos e hijas desde el respeto, tememos que otros niños y niñas criados más desde la supervivencia de la especie, por decirlo de algún modo, se los coman con patatas. Sé que no todo depende de las familias, también influye la forma de ser de cada niño/a, pero lo primero pesa mucho. En cualquier caso, supongo que la solución pasa por buscar un punto intermedio entre que sean educados/as y respetuosos/as mientras aprenden a defenderse porque en la vida van a encontrarse todo tipo de personas. En fin… ojalá sepamos buscar ese punto intermedio que permita que tengan los recursos necesarios para manejarse en sociedad respetando a todas las personas pero también haciendo valer sus derechos y siendo respetados por el resto. A todo esto añado, tu hijo necesitaba saber que no estaba solo y que alguien iba a defenderle de la injusticia que se estaba cometiendo hasta que él tenga recursos para hacerlo por sí mismo. Una manera de que los tenga es que vea en ti como modelo cómo puede hacer que se respeten sus derechos. Piensa que de no hacerlo, uso ahora los mismos términos que esta otra madre, podría ser tu hijo el que «se traumatizara» y en esa situación, lo normal es que cada madre defienda a sus hijos/as y entiendo que era tu obligación como madre defender al tuyo en ese momento, ¿quién lo iba a hacer si no? Mucha paciencia para sobrevivir en los parques y un abrazo.

  2. En primer lugar: gracias por este espacio. Llevo días sintiéndome impotente y culpable.
    He comenzado a llevar a mi pequeño de 4 años siempre al mismo parque donde van sus amiguitos preferidos del cole. Pero allí también hay un niño tan dicharachero como trasto. Hijo de una madre impresentable. Casualidad?
    Mi pequeño es un grandullón noble, cariñoso y simpático. Pide por favor y da las gracias cuando le ceden un juguete. Abraza como muestra esencial de gratitud y simpatía. Y aún así yo misma me levanto mil veces para explicarle que hay que respetar a los demás, que hay que ser cuidadoso para no hacer daño, o que tiene que dejar que los demás jueguen. Lleva la L por la vida! Es normal!
    La cuestión es que el otro día, harta de ver cómo este pequeño pegaba a mi niño (a pesar de que el mío le saca una cabeza) y cómo arrebataba juguetes a diestro y siniestro, a lo que por supuesto su responsable no atendía aunque miraba directamente, me dirigí al niño y le dije: ya está bien, te ha pedido educadamente que le devuelvas el juguete. Dáselo.” No le grité, obviamente, pero estaba claramente molesta.
    Yo habría entendido que si yo no veo a mi niño hacerle algo malo a otro, su mamá se dirigiese a él directamente regañándole.
    Pero aquí de repente su adulto responsable ya no era sordo ni ciego. Su mamá me llamó sinvergüenza, me dijo que había traumatizado a su hijo (traumatizado!!!) y lindezas varias, entre amenazas ante situaciones no sucedidas y tonos vacilones. Como si yo hubiera pegado a su hijo. Señora, no le pego ni al mío, cielo santo. Esa mujer es o temida o adorada por las demás. No hay otro tipo de relación. O temor o pura fidelidad. Acaso es de la mafia? Yo ardía de rabia.
    A la vez acabé preguntándome si sería verdad que había hecho daño al pequeño con mis palabras, al fin y al cabo era un niño siendo regañado por un adulto ajeno. A mí me dolía mi niño. Cómo podría no tener derecho a defenderle? Si yo misma le digo lo que hace mal a otros y le enseño a ser respetuoso en el instante, por qué tengo que aceptar que le traten mal? Aún así, intenté sacar mi tono más “conciliador pero firme” y le pedí disculpas por no tratar directamente con ella, que así serían todas las demás veces, pero que estuviese más atenta a las acciones de su pequeño porque el mío, ES MI NIÑO.
    Aún me siento fatal por aquello.
    Siento por momentos que he condenado a mi pequeño enviándole a una guerra con una varita, que tengo que hacerle desaprender e inculcarle una maldad que no tiene, para que pueda defenderse porque a mí no se me permite hacerlo. Y me he llegado a sentir mala persona por molestarme con un crío.
    No es que se me haya pasado, pero al menos sé que no soy la única que se ha enfrentado a ello. O que ha tomado esa mala decisión por falta de experiencia con este tipo de madres.
    Espero que en esta anécdota otros os reflejéis y sepáis que no estamos solos. Aunque a veces nos sintamos un poco malos, somos los buenos. Y por eso al final nos sentimos mal. Abrazos.

  3. Yo entiendo que cada familia tiene una forma de gestionar los conflictos en el parque, el tema de compartir o no los juguetes… la verdad es que no me veo capaz de juzgar esos temas, aunque lógicamente unos estilos me gustan más que otros, pero que las familias pasen de sus propios hijos e hijas en el parque o en cualquier lado, me enfada mucho porque eso no es lo ideal ni para los y las suyas ni para los niños y niñas de los demás. Además, como somos su ejemplo, vamos cronificando este estilo individual, aprovechado, de supervivencia de la especie… Si las familias supieran como llegan sus hijos e hijas al instituto por estos temas y las dificultades que se encuentran, entre otras cosas, para ser felices, estoy convencida de que actuarían de otro modo. Nos falta tomar conciencia, mucha conciencia. Un abrazo, muchas gracias por compartir tu punto de vista por aquí.

  4. Hola! Me gusta mucho tu reflexión. La verdad que la gestión de los niños (y de los padres) en el parque es complicada. Yo soy la típica madre satélite cuido de que mi hija ahora de tres años no la pase nada y no haga nada a ningún niño (se le pide cruzar un cable), pero existen esos padres y madres tranquilones como yo les llamo que no prestan atención a sus hijos. La verdad que he tenido bastante suerte y suelo topar con madres y padres como yo “satélites” y niñas/os más mayores que a veces se pegan a nosotros y mi hija para jugar tranquilamente y cuidar de ella cosa que agradezco y valoro la buena educación que les ha dado sus padres a ese niño/a. El problema viene con los padres que no prestan atención a sus hijos, hay que saber gestionar muy bien y saber tratar el conflicto con los pequeños. Recuerdo mi hija siendo bebé de 3 meses y estando en una hamaquita en la piscina coger una niña de 2 años sus juguetes y empezarlos a chupar y su padre tan tranquilo con la tablet, casi me da un yuyu porque yo siempre la tengo dicho que los juguetes de los bebés no se tocan y menos echárselos en la boca…Yo normalmente como estoy al lado, dejo que mi hija actúe y se defienda sola que aunque es pequeña siempre se ha sabido defender bastante bien y sino intervengo de una forma muy suave. Un consejo que me dieron fue: nunca discutas con una madre en el parque porque al rato los dos niños están jugando y se les ha pasado el enfrentamiento y a ti y a su madre no. Me he dado cuenta que hay niños que tienen una maldad… para los pequeños que son y hacen algo a tu hijo e incluso te miran de reojo para ver hasta dónde pueden llegar yo enseguida soy tajante y les corto. No les paso la primera de manera muy sutil porque sino viene la segunda, la tercera, cuarta que hacen a tu hija. Luego está el tema de los juguetes en el patio de vecinos, nosotros opinamos como tú, sí baja un juguete hay que compartirlo y todos los juguetes de todos se comparten pero el problema viene cuando hay niños abusones no dejan el suyo y además se apoderan el de mi hija y de los más pequeños toda la tarde. Eso lo estoy empezando a ver en niños que se llevan justo un año con mi hija (4 años), entiendo que debe ser algo normal de la edad, pero veo que las madres de estos no median y a mí me da bastante rabia porque es bajar mi hija con un juguete y se lo arrancan literalmente de las manos (parecen niños pulpos) para no verlo en toda la tarde. Así que, muy sutilmente he tenido que reeducar a estos niños. Les digo: ahora lo tiene C… y cuando se canse de el te lo deja y sino hacéis intercambio, si te llevas el juguete de C te haces responsable y cuando hayas terminado de jugar con el juguete de C o antes de que te vayas a casa lo traes y suele funcionar bastante bien e incluso no me da ninguna vergüenza decírselo delante de su madre. También hemos tenido muchas “desapariciones misteriosas” de juguetes y suelen llevárselos casualmente niños que les cuidan las empleadas de hogar porque éstas no revisan lo que es suyo y lo que no y la madre que no está casi nunca como para revisar en su casa que juguete es de su hijo y cuál no, todos sabemos que niños son los que se suelen llevar los juguetes al despiste. Luego está el tema de la merienda, galletas, frutas,etc nosotros somos de la misma opinión de compartir merienda y de echarle un poco más para que coman otros niños. Me viene bien porque mi hija se anima, incluso la fruta que come mal al comerlo con más niños se anima. El problema viene cuando vienen niños más mayorcitos le das y parecen que no tienen fondo, y te empiezan a pedir, una vez, otra vez, otra vez, otra vez e incluso te rebuscan en el bolso. Se comen su merienda, y la merienda de los más pequeños. Me da un coraje porque digo el gandul este que ya ha merendado ahora viene a por la merienda de los pequeños y encima no parece tener fondo. Y este niño de 7 años que es impertinente, no para de pedir, incluso de rebuscarte en el bolso a ver si tienes algo más… te preguntarás dónde está su madre… pues en su casa. Y todas las tardes hace lo mismo… se pega a las madres de los más pequeños y no tiene fin, no se corta… sé que son cosas de críos pero entiendo que ahí haría falta un adulto (sus padres) para corregirle. Bueno me dejo de rollos porque seguro que todos tenemos muchas anécdotas.

  5. Hola Mamá de Pequeñita,

    La verdad es que no lo había visto desde ese prisma, pero creo que llevas razón. Efectivamente en la vida hay que lidiar con la misma situación pero en contextos muy diferentes. No todos los niños son iguales, puede que tuviera planeado jugar después… Habría que tener en cuenta toda la información para poder actuar correctamente, y desafortunadamente en la mayoría de casos falta. Por ejemplo, 10 minutos antes de que la otra niña chillara a la mía, le acababamos de dar un bollo a la nuestra pero sólo teníamos uno, por lo que me acerqué a las madres de las otras niñas a ver si les podíamos dar alguna chuche, ya que era lo único que nos quedaba, y poco después la otra niña mira cómo actua! Si lo llego a saber ni ofrezco.
    Gracias por dar tu punto de vista.
    Un abrazo y a seguir teniendo paciencia.

  6. Hola Dirdán, el mundo está lleno de madres y padres impresentables de los parques. Tenemos que hartarnos de paciencia infinita, porque como tú dices estamos empezando.
    Respecto a que le «obligues» a tu hija a dejar sus juguetes, me surgen muchas dudas, imagina que se lo está pidiendo alguien que nunca le deja los suyos y ella como forma de defenderse no se los deja tampoco y tú no lo sabes porque es algo que ocurre en la escuela, el colegio… Estarás dejando a tu hija indefenda antes una situación que es injusta para ella, cuando no estás y cuando estás también. Entiendo que si un niño o niña no quiere dejar sus juguetes por algo será. Yo en esa situación también intentaría que mi hija dejara ese juguete que no está usando porque quiero transmitirle valores como compartir, «si tienes muchos juguetes y otros niños o niñas tienen menos podemos dejarle los nuestros para que pueda jugar»… Pero no le castigaría por no dejar sus juguetes ni le reñiría. Imagina que te vas de vacaciones con tu mejor, ropa, tus mejores zapatos, tus complementos más bonitos. Y tu madre o quien sea, llega y te dice que tienes que compartir y empieza a repartir tus cosas entre otras personas que están de vacaciones en el mismo sitio. Si te enfadas porque hace eso, te riñen y te castigan. ¿Cómo te sentirías? Eso le puede pasar a tu hija algún día en el parque con alguno de sus juguetes, que no le apetezca dejarlos porque sean nuevos o porque ella había hecho sus planes para jugar con ellos, quizá no ahora pero sí dentro de un ratito y si cuando los necesite los tiene otra niña, ya no puede hacer lo que había planeado. Puede ser que para cuando lo recupere, tú ya te la lleves a casa.
    En la vida adulta no compartimos nuestras cosas de esa manera. Y eso que las personas adultas en teoría, tenemos más capacidad para afrontar dichas cosas. Los niños y las niñas son egocéntricos, su mundo gira en torno a la satifacción de sus propias necesidades.
    Valoro que le transmitas a tu hija esa idea de compartir lo que no está jugando, es algo que te hace grande como madre y persona, pero entiendo que si le obligas no es algo que ella va a disfrutar ni va a ver como algo positivo que entiendo que es tu objetivo.
    Gracias por compartir tu experiencia. No quiero juzgar lo que planteas, solo darte mi punto de vista y ofrecerte una visión desde otro lado que a lo mejor no te habías planteado. Ya sabes que nada es verdad o mentira, todo depende del cristal con que se mira. Un abrazo fuerte.

  7. Pues parece que en el 2016 sigue la cosa igual, y supongo que en otro parque..

    Tenemos en casa, parece que la «mala» costumbre, de enseñar a nuestra hija que si está con otros niños y ella no está jugando con sus juguetes, debe prestarlos para que todos puedan jugar con todo. Evidentemente, si ella quiere alguno de otro niño, primero pedirá permiso para poder coger el juguete y luego lo podrá usar sin problemas.
    El año pasado tuvimos la «desgracia» de juntarnos en el mismo parque un grupito de madres y padres con los crios en la misma clase de la misma guardería y de la misma opinión. Ningún problema. Peeero, han quitado los columpios durante unos cuantos meses y además ahora van a coles distintos.
    El otro día nos volvimos a encontrar con una de ellas y dos de sus nuevas compis de clase, y sus maravillosas madres impresentables. Nada mas llegar las dos niñas se acercan a la abuela de la amiguita de la mía para pedirle «a ver que llevaba hoy», literalmente, ya que les suele dar galletas, pero casualidad, no tenía. En ese mismo momento se marchan de nuevo a los columpios. Tenían dos sillitas que tenían abandonadas, y mi hija quería jugar con una. Le digo que pregunte a ver de quien es y pida permiso.
    Una vez nos dicen de qué niña es, ésta lo oye, se va directa a mi hija, se le pone a dos palmos de la cara y le grita «no te lo dejo». Y se va, dejando la sillita donde estaba, por supuesto, ni tocarla. Luego me entero que hasta ha tenido suerte, que si la mía llega a coger la silla le podía haber costado el que la otra niña le levantara la mano (me lo chiva la madre de nuestra amiguita, que se lo hicieron dos semanas antes).
    ¿Que hizo la madre impresentable que estaba al lado? Nada, para qué, mejor seguir marujeando.
    Yo cada vez alucino más, niñas de dos años y medio!!! Se le ocurre hacer eso a la mía y primero le deja el juguete y segundo se ha ganado una regañina y un castigo, como por ejemplo no volver a jugar con la silla en lo que le queda de tarde.
    Otra cosa es que la niña esté jugando con sus cosas y vayas a quitárselas, pero llevabamos media hora y ni habían mirado las sillitas. No sé si me dieron mas ganas de echarle la bronca a la niña o a la madre… Y estoy empezando… Creo que lo voy a llevar muuuuy mal.

  8. A mi me pasa lo mismo! De hecho voy poco a los parques o a horas un poco raras para evitar malos rollos. Y tal y como comentáis por lo general estos niños una vez pasado el mal trago del principio en cuanto les hablas o les preguntas algo, enseguida se ilusionan y te buscan por el recinto. Yo creo que precisamente por esa carencia de atención. En fin, que me pasa constantemente, y veo cada día cosas terribles….contaré una anécdota:
    Alba tenía un año y un par de meses, estábamos en el parque de enfrente de casa y se subió a esos cacharros circulares que dan vueltas….en dos segundo aparecieron dos niñas mucho más grandes y directamente la atropellaron, su único objetivo era echarla. Les comenté que tuvieran cuidado que Alba era más pequeña y que podíamos jugar todas. Respuesta:
    – Y qué, yo tengo 4 años y le puedo.
    Levanté la cabeza buscando un adulto con el que intercambiar alguna palabra….lejos, allí en un banco había un corro de padres impresentables tomando una litrona ( cosa que me da igual, pero bueno) rodeados de millones de cáscaras de pipas ….me mordí la lengua….mi inexperiencia me hizo cabrearme mucho y tener ganas de darle una patada a esos seres monstruosos que agredían a mi pequeña. Pero aguanté la situación y decidí que ese parque es de todos. A los 10 minutos las mismas niñas me trajeron sus juguetes para que viera lo bonitos que eran. Eso sí, lo de que respetaran a mi hija no lo conseguí. Este tipo de situaciones me produce una pena tremenda. Hoy sigo viendo a esas misma niñas que tienen un año más y dicen cosas tan bonitas a sus padres como: No hago eso porque no me sale del coño. Con solo 5 años y pico. En fin, qué esperamos de la sociedad?

    Un beso, madres normales del parque!!

  9. Pues lo que yo digo, tienen una falta de atención tremenda, pobres, son años muy importantes para el desarrollo de la personalidad. Seguro que sus familias no son conscientes de lo importante que es todo esto. Y también coincido contigo, es mucho más fácil hablar con los niños y las niñas que con sus padres o madres impresentables de los parques. Un abrazo.

  10. Estoy de acuerdo contigo…
    Yo, personalmente, hablo directamente con lxs otrxs niñxs cuando no hay otrx adultx que lo haga, y la verdad es que suele funcionar. En la mayoría de los casos, lxs niñxs son mucho más comprensivxs que sus aldultxs, es curioso… a veces me miran raro, a veces acaban pegadxs a mis piernas contándome lo que han hecho en el cole (o ambas cosas)

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