Hoy os traigo un consejo sencillo pero eficaz para que las y los más pequeños puedan ponerse cada zapato en el pie que corresponda de manera autónoma. Llevaba meses pensando cómo podía hacer para que ella no tuviera que preguntarme: Mamá, ¿este zapato va aquí? Porque curiosamente, el azar la llevaba a equivocarse muchas veces. Está claro que con un niño o niña de dos o tres años, que son los que se ponen solos los zapatos, decir este va en el pie izquierdo o en el derecho es batalla perdida salvo que tengáis un sobredotado en casa. La lateralidad o lo que es lo mismo, la concepción del espacio y del propio cuerpo en dos mitades que llamamos derecha o izquierda y el control absoluto de las mismas no se termina hasta los seis o siete años aunque es verdad que hay niños de cinco que identifican bien ambos lados.
Este verano al menos teníamos unas zapatillas que tenían dibujado unos coches y la consigna era que los coches iban fuera, con esto al menos ese par, casi siempre se lo colocaba bien. Pero luego empezó el invierno y con el nuevo calzado, otra vez lo mismo.
Intenté explicarle que los zapatos hacían un dibujo que coincidía con el que hacían sus pies, le animé a mirar los zapatos una vez puestos y a darse cuenta de que si estaban al revés, parecía que iban a salir corriendo cada uno para un lado. Pero todas estas explicaciones me servían a mí que ya tengo claro en qué pie va cada zapato. No sé si les pasa a vuestros hijos pero no parece molestarles llevar los zapatos cambiados de pie, así que como no le dan mucha importancia tampoco se preocupan mucho por buscar la forma de colocarlos en su lugar. Siempre intentamos que pueda hacer las cosas con autonomía, que no tenga que depender de nadie y cada vez que me preguntaba en qué pie iba cada zapato, pensaba, «algo tenemos que hacer».
Hace dos días, se lo comenté a la persona que nos ayuda con el cuidado de Pequeñita y a la que tengo tanto que agradecerle. No suelo hablar de ella por aquí porque no quieron incomodarla, pero somos muy afortunados de tenerla, ya se lo he dicho muchas veces a ella y ahora aprovecho para dejarlo dicho aquí. A ella se le ocurrió que podíamos dibujarle una carita que tuviera que unir. ¡Me pareció una gran idea! Y lo mejor de todo es que funciona.
Hemos puesto caritas con boli donde se podía pintar y ver bien y donde había dificultades, hemos puesto una pegatina. Las personas que me leéis, ya sabéis que solemos improvisar con recursos que tenemos por casa porque si no las cosas no llegan a materializarse. Lo hemos hecho con unas etiquetas que compré para poner una dedicatoria a un detalle que le dimos a los niños y niñas que vinieron al cumpleaños de Pequeñita. Ella me ayudó a escribirlas. Pero os recomiendo que os hagáis con unas pegatinas chulas que a ellos y ellas puedan gustarles para hacerlo más atractivo y así tambien queda el zapato más chulo, no sé, unos monstruos divertidos, unas de Peppa Pig o lo que les guste.
Si son muy pequeños es probable que aunque unan la pegatina, es decir, coloquen los zapatos uno junto al otro de manera correcta, luego no lo pongan en su pie correspondiente. Lograrlo implica poder relacionar la colocación de los zapatos con la de los pies, es decir, algo del entorno con algo del propio cuerpo y puede que aún no estén preparados y preparadas, todo llegará, es cuestión de tiempo. Pensad que están aprendiendo a reconocer los objetos en el entorno y están descubriendo su propio cuerpo, las relaciones entre ambos es nivel dos, por lo menos.
Espero que este consejo sea de vuestra utilidad. Si te parece interesante, compártelo con otras personas, gracias.
A ti por leer La mamá de Pequeñita.
Un truco estupendo. Hay que tener mucha paciencia pero con esta posibilidad puede ser mucho más sencillo. Gracias por la ayuda