Quiero compartir con vosotras (personas que me leéis) algo que el otro día comentábamos en mis clases de Educación Infantil. Pensé que era algo obvio pero resulta que no, las caras de mis alumnas y de la profesora de apoyo que estaba conmigo en ese momento, lo dejaron claro.
En muchas ocasiones escuchamos que es importante que los niños y las niñas jueguen con objetos naturales o juguetes construidos con materias de la naturaleza que no sean plástico: piedras, palos, hojas, objetos de madera, de metal…, pero creo que a veces no quedan claros del todo los motivos. No digo que no se deban usar juguetes de plástico en ningún caso pero sí reducir su uso, garantizar que no sea el único material que manipulan nuestros niños y niñas porque genera carencias. De eso quiero hablaros hoy.
Cuando un niño juega con piedras, aprende que pesan diferente en función del tamaño, las piedras del suelo tienen una temperatura diferente de las que guardamos en el bolsillo. Cuando jugamos con palos del campo tocamos diferentes texturas, si tienen corteza son más rugosos, si no tienen, serán más suaves… El cristal es un material frío salvo que le dé una fuente de calor, como ocurre cuando le esté dando el sol a una ventana, por ejemplo. Al metal le pasa lo mismo, suele estar frío. Y así podríamos hacer un largo listado de las características de los materiales naturales que suponen aprendizajes para las y los más pequeños. Ya os hablaba de esto cuando os contaba que mi hija jugaba con lentejas, eso también es un material natural. Estos aprendizajes generan cambios en las estructuras cerebrales, se convierten en experiencias grabadas que permiten que ante una situación nueva no todo debe comprobarse porque sencillamente hay cosas sabidas y eso permite que nos podamos centrar en lo que es realmente nuevo para nosotros y nosotras. De esta manera el desarrollo es mayor para lo que tienen esas experiencias previas.
Con el plástico las cosas cambian, podemos tener una pieza enorme de plástico que pese menos que una más pequeña en función de si está hueca o no, las texturas no son las de los objetos naturales, de hecho, la mayoría de los juguetes de plástico tienen la misma textura. Tras varias horas jugando con ellos, no tienen lugar grandes aprendizajes, no al menos de esos que te permiten tomar decisiones en el futuro o entender el mundo que te rodea.
De esta manera, niños y niñas que han sido más estimulados, han sentido materiales naturales y también los de plástico, han viajado, se han relacionado con más número de personas y un largo etcétera, sacan más jugo a las nuevas situaciones y finalmente, adquieren más aprendizaje que uno que no ha vivido todo esto. Pienso, por ejemplo en niños y niñas de seis o siete años que viven en campamentos de refugiados o en lugares donde las condiciones de saneamiento son lamentables cuando viene por primera vez a España para pasar un verano en una familia de acogida. Imaginad su cara en el cuarto de baño, los grifos de los que sale agua fría y caliente, esto puede ser un entretenimiento para ellos y ellas durante horas, tal y como les pasa a todos los niños y niñas que tienen esto en su casa desde que nacen. Cualquier niño o niña de España que viven en condiciones normalizadas, habrá tenido momentos de experimentar con el agua en el cuarto de baño, normalmente con seis o siete años, ya no se dedica a abrir y cerrar el grifo, en el baño buscará otras posibilidades para entretenerse. En el primer caso, los aprendizajes que los segundos hicieron con uno o dos años se hacen cuatro años después. Los segundos siguen avanzando en aprendizajes nuevos, creo que se entenderá con estos ejemplos lo que os quiero contar.
Conozco personas que no han manipulado en su infancia objetos naturales y por este motivo tienen serias dificultades para calcular a ojo el peso de los ingredientes de una receta o calcular si algo cabrá en un espacio determinado si no tienen un metro a mano, por ejemplo, si podrán meter un sofá determinado en su salón o incluso tienen serias dificultades para calcular si su coche cabrá en un espacio de aparcamiento.
Ya conté en una ocasión que un amigo mío para limpiar de arena un camión de juguete de su hijo en la playa, empezó a hacerlo quitando la arena con una pala de juguete, cuando lo más fácil para limpiar juguetes de la playa es meterlos en el agua y dejar que el mar los limpie sin más, sin hacer ningún esfuerzo. Pero a él no se le ocurrió esto, no al menos como primera opción. Y esto fue sencillamente porque de pequeño, en el momento en el que se juega con juguetes en la playa, él no iba a la playa habitualmente. Cuando empezó a ir con más asiduidad ya no llevaba juguetes, así que se perdió esta experiencia y eso tiene consecuencias en el futuro.
Las personas adultas no juegan con piedras, palos, conchas… si lo hacen, no será de la manera en que lo hacen los niños y las niñas, los aprendizajes que pueden adquirirse con estos materiales y que suponen bases fundamentales de aprendizajes posteriores, deben hacerse en la infancia, algunos en los primeros años de la vida. Si no se hacen ahí, ya no se hacen, las carencias que generan son patentes en etapas posteriores, como os contaba con mi amigo.
Así que os recomiendo que vuestros hijos e hijas y los niños y niñas con los que trabajáis si ese es vuestro caso, jueguen con materiales naturales o en condiciones ideales, los llevéis a que ellos y ellas mismas, vayan a buscarlos al parque, al bosque o a la playa, que jueguen con lentejas, garbanzos, hagan trasvases, jueguen con agua, botellas, barreños etc. Solo de esta manera tendrán la opción de descubrir determinadas nociones que es interesante que adquieran. No podemos saber qué van a hacer en el futuro, si serán artistas, ingenieras, cocineros, maestras, barrenderos… Sea como sea, os aseguro que poder calcular distancias, pesos, tamaños o texturas es útil en cualquier caso (pensad en el ejemplo del aparcamiento) y en algunos, es fundamental, dependiendo de a lo que se vayan dedicar. ¿Os imagináis a un gran chef teniendo que pesar con una báscula todos los ingredientes de sus recetas porque es incapaz de calcularlos a ojo?
Por supuesto uno puede no haber jugado nunca con materiales naturales de pequeño y no haberse manchado las manos nunca con barro y luego ser capaz de calcular si su coche cabe en un aparcamiento, la experiencia es la madre de la ciencia y ya hemos dicho muchas veces que las cosas pueden compensarse. Pero, comprenderéis que si esos aprendizajes se hacen en la infancia que es cuando deberían hacerse porque se hacen en condiciones ideales y generan muchos otros beneficios quedando las bases sentadas para que esos niños y niñas sigan avanzando y progresando en el futuro, tendrán más recursos para dedicar a otros aprendizajes.
Otra de las ventajas que tienen estos materiales naturales es que en muchas ocasiones, son totalmente gratuitos y a veces, pueden encontrarse en lugares maravillosos que niños y niñas deben visitar y conocer, lo cual le da un atractivo mayor a esto que os cuento
En estos días de lluvia, os animo a que dejéis a los niños y las niñas saltar en los charcos para que aprendan, por ejemplo, algo tan básico como que en función de lo alto que salten, el agua llega más alto porque aunque aparentemente esto no es importante os aseguro que esa experiencia les será de utilidad en el futuro.
Hola Lc, somos la experiencia que vivimos a lo largo de nuestra vida, esto está más que demostrado. La estimulación que recibimos sirve para crear redes neuronales que se convierten en la base de nuestra conducta, cuanta más estimulación recibimos más redes se generan, más centros nerviosos se estimulan. Es importante que esta estimulación se genere en condiciones de no estrés, esto quiere decir que se haga de manera natural en base a los intereses del niño o la niña y sus necesidades, que serán diferentes en cada caso. Lo que ocurre es que influyen muchos factores en nuestro desarrollo y una simple experiencia no es garantía de nada. Últimamente, se habla mucho desde la neuropsicología de que los aprendizajes y la experimentación son útiles si se hacen en un contexto de entusiasmo, aunque también hay otras teorías que dicen que el estrés genera aprendizajes más duraderos a largo plazo porque dejan huella en nuestro cerebro emocional, en la parte más primitiva de nuestro cerebro. En cualquier caso, la experiencia marca nuestro desarrollo, sobre eso no se discute. Un niño o una niña se puede criar en el campo y no aprovechar estas experiencias porque no le entusiasmen o haya otros factores que no permitan que esta estimulación se haga en condiciones ideales. Pero también puede pasar que las limitaciones (todas las personas son más talentosas en unos aspectos y menos en otros) no permitan que la estimulación deje la misma huella en unas personas que en otras.
Yo también me he criado en el campo y soy un desastre con la orientación, pienso (esto es una opinión) que si me hubiese criado con menos estimulación, esto sería una carencia aún mayor que me generaría problemas, en mi caso, trato de compensarlo con otras habilidades. Cada persona tiene unas habilidades y más facilidad para desarrollar unas facetas y no otras. Por eso, cuanto más rica sea nuestra experimentación más fácil será superarlas, pero no habrá garantías de que se superen.
En cuanto al ejemplo de los refugiados, entiendo lo que dices, no pretendo decir que esos niños y niñas tengan menos capacidades, para nada, seguro que destacan en muchas habilidades respecto a los niños y niñas que se crían en entornos urbanos o rurales donde se les dan todo tipo de facilidades. Por supuesto que estos niños y niñas de los campos de refugiados son capaces de sobrevivir en entornos donde nuestros niños y niñas no serían capaces de salir adelante. Así que si se entiende en los términos en los que explicas, estoy contigo en que es totalmente desafortunado, no era mi intención decir eso, pero es verdad que cuando una escribe siempre quedan cosas en el tintero y siempre se pueden dar múltiples interpretaciones.
Gracias por compartir tu opinión y darme la oportunidad de completar el mensaje que quería transmitir. Un abrazo.
Yo me he criado en el campo, al aire libre, y tengo serias dificultades para calcular el espacio del coche o del sofá. No veo la relación. ¿Hay alguna explicación científica para esto? ¿O es una mera opinión? Porque me resulta muy extraño.
También pienso que el ejemplo de los refugiados no es muy afortunado. Puede que ellos no sepan cómo funciona un grifo, pero seguro que si nuestros niños fueran a ese otro país, también a ellos les llamarían la atención cosas básicas de aquella cultura. Un saludo.