La maternidad es un camino fascinante, un camino que nos hace reinventarnos una y otra vez sacando fuerzas de donde no sabíamos que las había.
La maternidad es una prueba constante en la que salen las fortalezas más increíbles, a veces también las miserias que estaban ahí escondidas y las que no lo estaban tanto.
Es un camino difícil pero es fascinante.
A la mayoría de las mujeres nos transforma para siempre, tras convertirnos en mamás, hay cientos de cosas que no volverán a ser cómo antes, por mucho que nos empeñemos en recuperar nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestras aficiones de antes a medida que las obligaciones maternas nos lo van permitiendo, ya nada vuelve a ser lo mismo. Porque ser madre, lo empapa todo, coloca nuestras ilusiones y nuestros deseos en otro lugar.
El amor que siente una madre no es comparable con ninguna otra forma de amar, nada puede compararse con la inmensidad que hay en una mirada de orgullo de una madre.
La maternidad está llena de dificultades, como decía, está llena de retos que no siempre se consiguen salvar o al menos no se hace como una quisiera porque ya no decide una por sí misma, todo se multiplica, todo se engrandece, todo se intensifica, los grandes momentos, los momentos alegres, los duros momentos.
Hoy quiero mandar toda mi fuerza a todas las madres que emprendieron, emprenden y emprenderán este camino muchas veces sin saber que sus vidas se verán transformadas por completo, sea cual sea el estilo materno por el que se opte.
Cuando decimos que madre no hay más que una, entre otras cosas es porque el vínculo que se establece con una madre es tan grande que no puede explicarse fácilmente con palabras. Quizá por eso me cuesta expresar toda la grandeza que solo podemos sentir las que lo somos, las que lo hemos vivido.
Mi fuerza a quienes pelean cada día porque sus hijxs salgan adelante en las mejores condiciones, a quienes hacen un esfuerzo titánico por superar sus miedos y sus heridas interiores para que aquellos a quien más quieren tengan una vida mejor, lo consigan o no. Mi fuerza a las que fueron madres y por el motivo que sea ya no tienen a sus hijxs, madres serán siempre y en este caso, acarreando el sufrimiento más terrible que puede soportar un ser humano.
Mi fuerza a quienes sí tienen a sus hijxs y a veces sienten ganas de tirar la toalla porque sienten que esta difícil labor se les queda grande.
Ojalá todas nosotras podamos aferrarnos a los buenos momentos que son tantos… a esas miradas de orgullo por los logros conseguidos, por ver luchando a nuestrxs hijxs en las condiciones más adversas, ya sea en la salud o en la enfermedad, por todas las sonrisas que nos muestran con las cosas más sencillas.
Mi fuerza y mi abrazo a todas las madres que llevan ese papel con orgullo aunque a veces la vida se plantee cuesta arriba. A las que son, fueron y serán, a todas ellas.
¡Feliz día de la madre!