Tras estos seis años de maternidad y digo seis porque aunque Pequeñita no los tiene aún, mi embarazo también forma parte de mi maternidad, en realidad, esto se gestó mucho antes de quedarme embarazada, ¿qué os voy a contar? Como decía, tras estos seis años, he bajado mucho el listón de mis exigencias, he seguido cumpliendo lo que mis aprendizajes diarios (nunca había aprendido tanto) me han ido mostrando que era lo correcto.
En este tiempo he aprendido a juzgar menos y a observar más. Me he dado cuenta de que hay muchos modelos de crianza, tantos como familias, me atrevería a decir. Y resulta que no hay un único modelo apropiado. Hay rasgos básicos que me parecen fundamentales, como el respeto al niño o a la niña, pero hay muchas maneras de respetar.
Tengo la sensación de que con la moda de la crianza respetuosa pasa como con muchas otras modas. La disonancia cognitiva nos juega malas pasadas. Como quiero estar a la moda, pero mi estilo de educación y crianza no encajan perfectamente con lo que se supone que debe ser, empiezo a quitarle importancia a lo que hago y siento que no está bien. El peligro de esto es que de tanto repetirlo, se termina convirtiendo en cierto. La disonancia a otras personas les afecta de diferente manera. Las hay que tratan de justificar lo injustificable: yo castigo, pero como me han dicho que castigar no se lleva nada, entonces llamo de otra manera a lo que hago y listo, ya estoy dentro de los cánones establecidos. Esto, queridas, es hacer trampas.
En los diversos grupos de crianza en los que participo, últimamente me encuentro muchas faltas de respeto hacia niños y niñas vestidas de consejos para otras mamás, porque son todas mamás y vendidas como algo que es correcto y a veces, dogma de fe. Cada vez hay más gurús de este tema y la gente escucha, lee y, como siempre, hace su versión de lo que lee. Yo también lo hago, eso vaya por delante. Pero, claro no es lo mismo, estudiar, investigar, confirmar datos (aunque algunas veces me he colado, lo admito), poner en práctica, observar a otras familias, tener perspectiva de futuro… que, de repente, coger un texto y sin ninguna base hacer mi versión de lo allí contado. A veces el texto de base ya es terrible. Porque vamos a ver, todos esos gurús del conductismo, de los castigos, los premios, las recompensas…, ¿dónde están? Muchos se han reconvertido porque lo respetuoso vende más, los menos siguen dando consejos terribles que la gente consume sin pudor y que nos enervan a más de una persona de las que pasamos por aquí. Y estos que se han reconvertido, ofrecen modelos que suenan a respeto pero que justifican muchas de las cosas terribles que hacemos con niños y niñas. ¿Qué ocurre? Como me encaja más esta teoría que justifica mis repentinos cambios de humor o mis traumas no resueltos cuando pierdo los papeles y meto la pata hasta el fondo, pues para qué voy a quedarme con quienes dicen que hay que replanteárselo todo, que nuestros niños y niñas no son las y los que fuimos nosotros, han cambiado muchas cosas y hay que adaptarse a los tiempos. Ahora hay muchos males que compensar, antes era más fácil, más natural.
En algunas ocasiones, veo claramente que el mismo mensaje es entendido de forma diametralmente opuesta por dos personas diferentes. Cuando estoy relajada, juego a dejarme llevar con mi hija y le sigo la corriente y le dejo que improvise, escucho, intervengo lo menos posible y me doy cuenta de que mis palabras no siempre son interpretadas por ella como yo pretendo. Y si juzgo su respuesta en base a lo que yo había pensando en un principio, me equivoco casi siempre, porque ella está en otro momento, en otra vivencia, aún en el cuerpo, explorando con la mente. La misma realidad tiene lecturas diferentes también para las personas más mayores.
Y como os decía al principio, voy descubriendo que hay diversas formas de hacer las cosas bien y aprendo de ello. Escuchar, reflexionar, sentir… y como siempre, filtrar aquello que no encaja con mi modelo, adoptar lo que va bien. Pero desde la calma, desde el respeto, desde el saber qué todo puede ser mentira. Sin dogmas.
Creo que si fuéramos capaces de mirar a los niños y las niñas como lo que son, dejando que vayan descubriendo, haciendo su mundo más amable para que su vivencia sea más feliz, todo sería distinto. A veces, sueño que lo conseguimos.
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Gracias por explayarte, siempre lo digo, tus comentarios son muy valiosos. Hay muchas cosas en las que nos equivocamos, seguro que por desconocimiento, por falta de tiempo o porque reproducimos lo que hemos vivido. Al margen de como sea la escuela a la que vaya tu niña, no olvides que la familia es fundamental, como tú bien dices, tenemos mucho poder, para lo malo pero también para lo bueno. Solamente, la interpretación que se hace en casa de las vivencias de la escuela más la propia vivencia en familia es suficiente para darle a tu hija la educación que desees. En estos momentos, donde son tan dependientes es cuando podemos lanzarles mensajes que muestren los valores que consideramos fundamentales, las explicaciones de los porqués de las cosas. Si hacemos esto medianamente bien, ninguna persona es perfecta, estamos sembrando para cuando sean independientes y tengan que tomar decisiones importantes sin nuestra presencia. Estoy segura de que irá bien. Un abrazo y no dejes de volcar por aquí tus reflexiones, nos encanta leerlas.
Hola Elena, ojalá cuando leas esto las cosas vayan bien, ojalá de manera natural, tu niña pueda controlar esfínteres para que todo sea más fácil. Lo que te está ocurriendo le pasa a muchas familias pero no está visibilizado. La etapa de Infantil se planteó para escuelitas de 0 a 6 años, no se puede romper la etapa en los 2-3 y llevar a los niños y las niñas a centros que Primaria que no están preparados para sus necesidades. Así todos sufren, los niños y niñas, las familias, las maestras… A estas maestras se les exige lograr muchos objetivos, tú lo sabes de primera mano y con ratios (niños/as por educadora) altísimas. Hay muchas cosas que podríamos mejorar en beneficio de los niños y las niñas que son aquí los más importantes. Mucho ánimo, Ojalá vaya bien. Un abrazo.
Hola, me llamo Elena y soy mamá de dos niñas, leí un post tuyo que hacia referencia al control de esfinteres y el colegio…. Y aquí ando… sin poder pegar ojo porque mañana es el primer día de Lola la pequeña de las dos, ella cumple 3 años en Diciembre, mañana empieza el cole y no controla nada bien ir al baño sola.
Soy maestra de jardín de infancia, llevo 10 años en esta profesión que adoro y esto es así, es un proceso madurativo, cada niño tiene su ritmo y por desgracia cuando comienzan el cole y hay algunos niños, como es el caso de Lola, que aún no controlan porque no tiene ni los 3 cumplidos y porque aún no ha llegado ese momento, me veo agobiada, preocupada, nerviosa…. Porque la semana pasada en la primera reunión de clase lo primero que se dice es: “Aquí no se cambian niños, tienen que venir siendo autónomos y cuando se hagan sus necesidades os llamaremos para que vengáis a cambiarles claro…” después de haber dado una charla sobre lo importante que es tener humanidad con los pequeños de su clase… levanté la mano para explicarle el caso de mi hija, y le pregunté que si se hacía pipi o caca y me llamaban si mi hija estaría sucia todo el tiempo hasta que su mamá llegase al cole para cambiarla, y su respuesta fue que si… que probablemente sería así… Si esque mi hija no sabía limpiarse sola.
Y habla de humanidad? Que supone para un niño estar sucio hasta que su madre pueda llegar al cole a cambiarlo de ropa?
Me decía que eso era una decisión de ciclo, que no podían cambiarles por el número elevado de niños que tienen en el aula… entiendo que la ratio de niños es elevadísima es estos tiempos y no lo comparto en absoluto pero que solución hay? Me siento mal, agobiada por lo que se me avecina, por no saber como lo va a pasar Lola y porque no se respeta el ritmo biológico del niño.
Llevo intentando que haga pipi en el váter desde principios del verano, y no está preparada… No es cuestión de comodidad ni de “entrenar” al niño a que lo deje, es cuestión de respetar.
Me angustia mucho el comienzo de Lola en el cole y no quiero ni mucho menos que ella note lo más mínimo pero no encuentro sentido a esta filosofía con respecto a la autonomía del niño a tan temprana edad.
Un abrazo.
Uf, las críticas y las modas de estilos de crianza…
He de decir que desde que escuché por primera vez la palabra «crianza respetuosa» en una de tus clases, supe el tipo madre que quería ser; el estar cerca de una asesora continuum, leer y estudiar más si cabe sobre crianza respetuosa, ir a más charlas, observar a mi hija desde que nació y descubrir cómo criar sin faltarle al respeto, confirma que es posible llevar a cabo este tipo de crianza; aunque reconozco su dificultad y me he visto corriendo soltando algún fortísimo NOOOO –enchufe, acariciar cariñosamente el filo del cuchillo que pensabas que no llegaría, pegar en la fontanela de su prima recién nacida– y apartarle la mano y explicarle el por qué no después del grito y el empujón manual (y sentirme tan mal que yo misma me veía haciéndole daño físico, cuando en realidad solo le aparté la mano, pero con una brusquedad que nos asustamos las dos)…funcionamos por impulsos al final, por mucho que intentes medir; reconocer cuando fallas e intentar cambiar lo que sabes que no se corresponde con la manera que quieres criar buscando alternativas e intentar no volver a repetirlo (pero qué difícil es).
Y una cosa que pensé en ti el otro día, en el trabajo hablando sobre educación mis compañeras, se reían sobre cómo todos sus hijos escolarizados en tres escuelas diferentes gritaban en casa MAL, MUY MAL e incluso FATAL. Y me vieron horrorizada, con lo que ellas se reían, al recordar en las dos escuelas infantiles de prácticas como en todas las aulas se abusaba de la negativa frase MAL, MUY MAL, FATAL. Cuando me preguntaron cuántas veces le había dicho «mal» a mi hija les solté que jamás, y me preguntaron qué decía en estos casos: resaltar absolutamente todo lo positivo que hace en sus dibujos (¿mal por pintar un cocodrilo rojo? ¿en serio?), si golpea un cristal le digo que mejor en los cubos de plástico y madera que el ruido que hacen es más duro, si le quita un juguete en el parque a otro niño le doy otra cosa y le digo que ese juguete es del otro niño y si no quiere compartirlo está en su derecho, etc… Pero que me digan que en el cole son respetuosos con los niños cuando están en casa reproduciendo que la gente hace las cosas mal, me enfada mucho. Un bebé de menos de dos años… ¿qué puede hacer mal? ¿Explorar mucho? ¿Querer comer con las manos? ¿Ponerse de pie antes de gatear? Y si muerde o pega, pues actuar pero no gritándole mal, muy mal, fatal. Darle tu opinión sobre si algo está bien o está mal no soluciona el problema. Y pensaba en lo que escribiste sobre que los niños se acostumbran a todo (positivo o negativo para ellos), y en el poder que tenemos los adultos para mostrarles los valores y llevarles por el camino que queremos…se correspondan o no a los valores familiares, entiendan o no su significado, etc. Qué miedo. Al final parece que da igual qué crianza lleves en casa, si tu hijo va a ir al cole y le van a enseñar lo que quiera la profe que le toque, así que has de jugar a la lotería incluso echando los papeles de la escuela, y por favor que le toque en el aula de la profe «buena». Me queda un año para jugármela. Espero tener suerte.
Aaay, siempre me explayo 🙁
Un saludo Soraya.