Cuando vinimos al pueblo este verano, esperaba que algún día hubiera tormenta para poder después ir a buscar caracoles. Afortunadamente, ha sido un verano fantástico y no ha llovido hasta ahora al final de nuestras vacaciones. El año pasado ya me llevé a Pequeñita a coger caracoles pero era muy pequeña, la llevaba en la mochila y se quedó dormida nada más llegar con el coche, así que no se enteró de nada.
Recuerdo de pequeña cuando iba a coger caracoles con mi abuela y con mi madre, después con mi madre y mis tías en los veranos. Me encantaba hacerlo y esforzarme mucho para ser la que más caracoles había cogido de todas, la verdad es que con mi madre no se puede, eso no ha ocurrido nunca y no sé si llegará el momento. A ver si Pequeñita la supera.
Las botas de agua de Pequeñita se quedaron pequeñas al principio del verano. Un día que llovió un poquito por la mañana y las pidió para pisar los charcos, nos dimos cuenta de que ya no le cabían. Buscamos en el pueblo pero no hubo suerte, nadie entendía por qué queríamos botas de agua en verano. Así que tuvimos que improvisar para que no se mojara. A lo mejor os puede servir en alguna ocasión, dos bolsas de congelados y dos gomas del pelo.
No me había planteado hasta hoy porqué me apetecía tanto hacer aquello con mi hija. Hoy mientras paseábamos por el huerto de los abuelos de noche con nuestras linternas, me ha quedado claro. Estos son alguno de los motivos:
- Es un privilegio poder escuchar los grillos y respirar el olor de la naturaleza tras la tormenta, con ese olor a tierra mojada que es un gusto percibir.
- Es una aventura pasear entre la hierba alumbrando con una linterna para ver por donde pisas.
- Disfrutarás de un rato divertido, en este caso, con los abuelos en la naturaleza.
- Puedes descubrir sapos de todas las tonalidades de marrón.
- Podemos encontrar una babosa bien gorda y brillante entre las hojas.
- Encontrar el agujero de la madriguera de un topo.
- Coger un montón de caracoles y sentir el tacto de su caparazón y de sus babas, la baba de caracol es superhidratante, ¿no? Esta parte de las babas, Pequeñita se la guarda para el verano que viene.
Y todo esto en unos cincuenta minutos, Pequeñita se caía de sueño, así que acabé con ella en el coche esperando que mi madre cogiera todos los caracoles del mundo.
Esta última foto es de la abuela. Las fotos no son muy buenas, están hechas con el móvil, sin luz… os podéis imaginar…
Y para terminar, los segundos protagonistas de esta historia, los primeros son Pequeñita y sus abuelos:
Así que si podéis ir a por caracoles o hacer una excursión nocturna con linternas con vuestros pequeños y pequeñas, os animo a hacerlo, seguro que será una gran aventura.
¿Has hecho algo así alguna vez con niños y niñas? ¿Nos lo cuentas? Nos encantará conocer tu experiencia.