¡Qué tema tan delicado! Antes de nada, quiero aprovechar para saludar desde aquí y dar las gracias a la conductora de una tribu de mamás que es inspiración para este post, Carmen, que se ha convertido es una persona muy especial en mi vida a pesar de que nunca nos hemos visto en persona, esta es la magia de las redes sociales. Ella como gran mamá de la tribu, nos cuida, nos sostiene y nos va informando de las muchas cosas que llegan a sus manos porque es una investigadora incansable de cosas interesantes. Además, por supuesto, de mantener vivo un espacio que nos permite comunicarnos, compartir todo aquello que nos preocupa y sentirnos más acompañadas en un estilo de crianza que no siempre es fácil, de eso hablaremos hoy. ¡Gracias Carmen! ¡Y gracias a todas las mamás de esta pequeña gran tribu!
Todo esto surge porque quiero hablaros de algo que comentábamos en este grupo. Nuestros hijos y nuestras hijas están educadas desde el respeto, al menos eso intentamos día tras día. No somos perfectas pero tratamos de transmitir a las y los nuestros que hay que convivir con otras personas, que también tienen deseos y necesidades y eso implica que no se puede ir avasallando con nuestras necesidades o arrasando allá por donde pasamos. ¡Cuántos niños y niñas agradecerían ser criados así para sufrir menos! A menudo encontramos pequeños y pequeñas que viven como en la ley de la selva, siempre luchando para lograr todo aquello que necesitan, estresados y estresadas tratando de sobrevivir en un entorno que es demasiado hostil porque no resuelve aquello que más necesitan y en el que se les exige mucho más de lo que por su nivel de desarrollo pueden dar.
¿Qué ocurre? Que después, en la vida real, todos y todas conviven, unos y otras. No quiero decir que por el hecho de criar a un niño o niña desde la crianza respetuosa vaya a ser más tranquilo o tranquila ni que solo pegan o avasallan los niños criados desde otro tipo de crianzas porque siento que es rotundamente falso. Hay tantas crianzas respetuosas como familias, cada una entendiendo ese término de una manera y vete tú a adivinar quién está en lo cierto. Lo único que nos une, creo yo, es una concepción de lo que nos gustaría que fueran las cosas y a veces ni en eso coincidimos.
Desde esta cultura del respeto nos encontramos niños y niñas que se defienden agrediendo, claro, cuando eso ocurre no deja de ser una forma de expresión de emociones que están sintiendo en esos momentos o en esa etapa, a veces es algo más duradero en el tiempo ante la imposibilidad o el desconocimiento para expresar de otras maneras. No olvidemos que son pequeños y pequeñas. Que con treinta años más, algunos y algunas seguimos ofuscándonos y poniéndonos un poco violentos en ocasiones y algunos y algunas, un «mucho». ¿Qué le vamos a pedir a niños y niñas que en muchos casos son aún bebés?
El caso es que estábamos charlando sobre qué hacer cuando nuestros hijos e hijas tienen que convivir con niños y niñas que resuelven de esta manera sus necesidades o expresan así, con el empujón, la bofetada o el mordisco, aquello que sienten. Para algunos y algunas, como es el caso de Pequeñita, este tipo de conductas que vienen de otros niños y niñas, les dejan bloqueados porque al no haber ido a escuela y al haber estado siempre al cuidado de una persona adulta que ha mediado en este tipo de situaciones no saben qué tipo de respuesta deben dar.
La historia es que a algunas no nos vale aquello de: «si te pegan, pega». Es más, no es que no valga, es que nos parece terrible. Porque la violencia enfrentada con más violencia se convierte en una espiral sin sentido que se hace bola y nunca trae nada bueno, no hay más que ver los telediarios. Y resulta que algunas practicamos este tipo de crianza con la esperanza o el deseo, seguramente utópico, de que la sociedad podría ser más humana y más justa si las y los más pequeños se criaran de forma más respetuosa.
Explicarle a mi hija todo este rollo de que hay niños y niñas que se sienten mal, que no saben cómo decir lo que piensan o sienten y les sale hacerlo de esta manera, ahora entenderéis por qué lo llamo rollo, es muy peligroso, porque ella que es bastante empática pese a lo pequeñísima que es corre el riesgo de entender a ese pobre niño o niña y comérselas dobladas todos los días. Y mirad, una quiere una sociedad justa y respetuosa y no una hija acosada o apaleada, nada más lejos de mi intención.
Así que sin menospreciar todas estas explicaciones que están presentes también en nuestras vidas, toca dar estrategias de defensa que sean eficaces para estas edades con la idea de que las y los de la crianza respetuosa, con todas las salvedades ya comentadas anteriormente, no se conviertan en las víctimas de las y los otros. Me refiero aquí especialmente a todos los hijos e hijas del: «si te pegan, tú pega más fuerte», «si no te defiendes eres un cobarde o una cobarde», «si algún niño o niña te pega, le cruzas la cara» y toda una serie de joyas que escucha una en parques y patios con ganas de vomitar, una y otra vez.
Ya hablé de esto antes, en un post que se titulaba Cosas de niños: como intervenir (o no)en los conflictos. Solo recogeré aquí una idea de esa otra publicación.
Y mi consejo es que antes de enseñar a pegar a vuestros hijos e hijas por si son agredidos, les enseñéis a pedir ayuda a las personas adultas del entorno. Nunca sabemos lo grande que va a ser el contrincante ni lo fuerte ni lo peligroso.
¿Qué tipo de cosas se pueden hacer para enseñar a nuestros hijos e hijas a defenderse de una agresión?
Seguro que se pueden hacer cientos de cosas, os animo a que compartáis qué cosas hacéis vosotras (personas que me leéis) y lo iré añadiendo al post. Yo voy a resaltar cuatro fundamentales que son las que comentamos en nuestra pequeña gran tribu.
1. Enseñarle a decir qué cosas no le gustan, alto y claro.
Yo siempre le ha transmitido a mi hija que si algo le molesta lo diga, «no me gusta que me empujes», si no le hacen caso que lo diga más fuerte, de manera clara y contundente. Me consta que hay veces que lo hace y otras muchas que se queda bloqueada, pero confío en que a medida que pase el tiempo y vaya comprobando que le sirve para defenderse lo vaya usando más a menudo. Afortunadamente, ella no tiene mucha experiencia en situaciones de este tipo.
2. Pedir ayuda a una persona adulta.
Si tras decir que no le gusta que le hagan algo, el niño o niña en cuestión no le hace caso, considero que lo ideal es pedir ayuda a una persona adulta. Aquí recojo otro trocito del otro post que habla de esta situación, por si queda alguna duda.
Lo de que “son cosas de niños” o “si pides ayuda eres un chivato”, está permitiendo que todos los años haya cientos de casos de bullying en los colegios, agresiones sufridas en silencio, niños y niñas con depresión e incluso intentos de suicidio y en el peor de los casos, la consecución de estos intentos. Lo siento, UNA PELEA ENTRE NIÑOS NO SON COSAS DE NIÑOS, es un conflicto en el que deben intervenir las personas adultas que haya en el entorno.
3. Echar a correr.
Aquí comentaba yo aquello de que está el cementerio lleno de valientes. Yo no sé la fuerza que va a tener la otra parte, como os decía antes, así que por si acaso, yo no alentaría a mi hija nunca a combatir pegando, porque si resulta que la otra parte sale ganando, la «paliza» se la lleva mi niña. Me importa poco que pierda de antemano echando a correr y dedique su tiempo a cosas más interesantes que a pegarse por ahí con quien sea.
4. Frenar la agresión.
Esta es la que me genera más dudas. Comentábamos que hay niños y niñas muy insistentes que además agreden siempre a los mismos, muchas veces aquellas personas con las que tienen más afinidad y en determinados espacios no es posible echar a correr. Esto es válido para la escuela, por ejemplo, donde la educadora con veinte niños de dos a tres años no siempre ve directamente todas las agresiones y no siempre está disponible para mediar en los conflictos, esto es terrible pero es lo que hay. Como de allí no se sale alegremente cuando uno o una quiere ni aunque le estén agrediendo, pues hay que buscar otras alternativas. Una madre comentaba que no le había inculcado nunca a su hija que pegara a un compañero que solía agredirla a diario, pero le había dicho que cuando se la acercara con intención de violentarla, esto ocurría a menudo y ella sabía perfectamente cuando iba a ocurrir, que le empujara para que no pudiera acercarse y parece que funcionaba.
Mi opinión es que en la vida también puede ser útil aprender a parar un agresión, claro, no siempre hay una persona adulta para mediar. Y hay veces que están y son peor que los niños o las niñas. Que les demos el empujón como herramienta tiene sus peligros, uno es que aprenda que es una forma de comunicarse y lo use indiscriminadamente cuando algo no le guste. Pero la defensa propia es legítima y a veces no queda otra. Así que, ¿por qué no para situaciones límite?
Confío en que estas ideas puedan serviros para dar estrategias a vuestros hijos e hijas si se encuentran en esta tesitura, si te interesa este tema te recomiendo que leas también el otro post, te dejo aquí el enlace nuevamente. Y ya sabes, será un placer leerte con nuevas ideas sobre qué hacer en estos casos, iré añadiendo aquello que comentéis para que quede muy completo y podamos dar herramientas útiles a las y los más pequeños.
No olvidéis que las estrategias para defenderse de las agresiones se las tenemos que ir dando las personas adultas, si no, están indefensos e indefensas. Las agresiones de las que hablo no suelen ser intencionadas ni hay ninguna maldad en ellas, al menos no en niños y niñas tan pequeños. Pero sea como sean, están ahí y es justo que ayudemos a la otra parte a defenderse. De alguna manera es un momento de experimentación que puede ser ideal para aprender a expresar lo que no nos gusta, con rotundidad. Tan importante es transmitir el respeto a los demás como hacia uno mismo. Y no podemos tolerar de ninguna manera que nuestros hijos, hijas y alumnado queden indefensos ante estas situaciones mientras ayudamos a que los niños y niñas que agreden a otros, encuentren otras formas más respetuosas de comunicación.
Ya sabes, si te gustó, no dudes en compartirlo, se trata de que el mensaje llegue a cuantas más personas mejor.
11871 Total visitas 2 Visitas hoy
Entiendo que tu hijo está descargando una energía que tiene ahí retenida, habría que darle vías de escape de alguna manera y mostrarle donde puede descargar (patadas a un balón, correr, puñetazos a un saco de boxeo, guerra de cojines…) y dónde no (no podemos agredir a otras personas, romper materiales o juguetes…). Y también se le pueden dar pautas corporales, demasiados consejos verbales en niños que están en el cuerpo. Ojalá te sirva Lau. Un abrazo.
Hola! Yo quería comentar que estoy en el bandoario.. mi hijo de 4 años es el dominante que aveces pega cuando algo no le parece bien.. cómo actuar en este caso??
Muchas gracias, la verdad que esta es una de las cosas que creo más nos preocupa desde esta forma de criar cuando nuestros niños y niñas van a la escuela. Es difícil, pero confío en que sabremos encontrar herramientas para que se defiendan desde el respeto, ahora con el tema del bullying se están normalizando muchas de estas conductas pacíficas y seguro que con el tiempo podemos ver una mejora, al menos esa es la esperanza que tengo. Un abrazo.
Tienes toda la razón, el respeto, los valores y la educación son el pilar básico de la educación en la cual deberíamos educar a nuestros hijos para que conozcan el valor y la importancia de respetar al prójimo, si respetan te respetarán. Si entramos en la disyuntiva de pegar más fuerte porque te han pegado entraremos en una dinámica que, además de no tener fin, no puede ir por buen camino. La cuestión está en educar para que esto no suceda. Complicada cuestión que has sabido abordar muy bien, Me ha encantado el post, gracias. Saludos
Ojalá Anabel, las cosas cambien para bien, aunque trabajito tenemos. Un abrazo.
Interesante post, la verdad es que es complicado y más en estos tiempos que abunda la falta de respeto. Siempre es bueno saber mediar o reaccionar y más psicología para poder evitar males mayores y rencores. Gracias por la info. es muy interesante, los peques de hoy viven en un mundo complejo y de transiciones, esperemos que aun mundo mejor!
Besos!
Anabel
Jessica, me da mucha tristeza escucharte. Este es el miedo que tenemos todos y todas las que criamos así. La sociedad en la que vivimos es un asco. Entiendo que tus hijos son un poco más mayores. Lo único que se me ocurra es que les expliques esto que cuentas aquí: que no todas las familias educan desde el Tapero, que tú prefieres hacer las cosas de otra manera pero que necesitan aprender a defenderse, que te gustaría que los problemas se resolvieran dialogando… Al menos que ellos puedan elegir y tengan claro vuestro modelo familiar. Ojalá esto fuera lo habitual. Un abrazo fuerte y gracias por compartir tu experiencia.
En general estoy de acuerdo con todo lo que dice el post. A mis hijos les intento enseñar a defenderse sin pegar pero es muy difícil pues no es la tónica general, es como ir a contracorriente. No quiero que peguen ni que les peguen, yo siempre he mediado en los conflictos de mis hijos con otros niños, porque son pequeños y no saben como hacerlo, no estoy de acuerdo con eso de que sin cosas de niños y a menudo genera conflictos con otros padres. Mis hijos saben que les ayudaré siempre hasta que ellos sepan hacerlo solos. Siempre he pensado que hay que enseñarles darles herramientas hasta que sepan defenderse solos, no me vale eso de dejarlos y que se apañen solos, si aún no saben. Pero es como luchar contra una pared, porque son muchos los padres que les dicen a sus hijos que si les pegan den más fuerte. Mis hijos intentan hablar, razonar con los otros niños, pero no les escuchan. Piden ayuda al adulto pero en muchas ocasiones ese adulto no hace nada, les deja que se apañen sólos. Y aunque le digo que no juegue con ese niño, que le diga que no le gusta que le pegue ni que le insulte, que no se lo permite, que se aparte y juegue con otro y me he quejado a la monitora la situación sigue igual y acabo por decir que se defienda, sí, que se la devuelva. Qué más puedo hacer? Hablar con los padres? Si solo con ver cómo tratan sus hijos y lo que les dicen y sé el resultado de la conversación. Es muy frustrante porque yo no puedo cambiar a ese niño y aunque a mi hijo le estoy enseñando bien no funciona.
Me parece un buen apunte, con todas las cosas que vais comentando editaré el post. Gracias por compartir tu experiencia. Un abrazo.
Gracias por el post!
Yo añadiría que cuando les hacen algo que no les gusta, a parte de decir, por ejemplo: «no me gusta que me empujes», también aprovechen para poner un límite: «no me gusta que me empujes y no te lo permito». No parece mucha la diferencia pero sí que la tiene, es importante poner límites y decirlo con contundencia para prevenir posibles futuros abusos.
Y en el caso de que sigan haciéndolo, yo también soy partidaria de irme, no permitir que nos lo vuelva a hacer, ya que no podemos cambiar la actitud de nadie, podemos cambiar lo que hacemos nosotros, nos vamos y así no seguirá empujándonos.
Afortunadamente, cada vez son más las y los profesionales que trabajan en una línea más respetuosa. La mayoría de los niños y las niñas que pegan lo hacen porque no tienen una manera alternativa de expresar según qué cosas, se trata también de ir dándoles estrategias, están aprendiendo todo. Un abrazo, gracias por compartir tu experiencia.
buff que tema más complicado!
A mi también me horroriza lo de «Si te pegan, pega tu más fuerte» buff me pone los pelos de punta. Pero encontrar un equilibrio es complicado. Supongo que también depende de la edad de los peques.
Yo a mi hijo de 30 meses siempre le digo que si te hacen algo que no te gusta ponga la mano delante (como para apartar al otro niño) y diga claro «PARA, NO ME GUSTA LO QUE HACES»
Pero hasta ahora lo que él hace es pegar, si le pegan, pega buff 🙁 Supongo que será una fase…
El otro día tuvimos reunión con la directora del cole que empieza en septiembre y me gusto que insistió en no decir nunca a nuestros hijos que si le pegaban tenía que pegar más fuerte. Que eso no ayuda a aprender a gestionar las emociones y solo genera violencia. Ole y ole por la directora.