Esto es un humilde homenaje a todos esos papás que hacen posible la crianza respetuosa sosteniendo a las mamás durante toda su maternidad pero especialmente en el tiempo del puerperio, haciéndose cargo de las tareas de la casa, encargándose de sus bebés para que ellas puedan ducharse o descansar aunque sea por unos minutos entre toma y toma y sirvan de sostén emocional en todos los cambios que se suceden en las mamás en esos momentos.
Esos papás que viven el embarazo con la misma ilusión que las mamás, tratando de comprender lo que se siente llevando un bebé dentro y hacen grandes esfuerzos por transmitirles que ahí están ellos al lado de mamá para lo que haga falta.
Esos papás que entienden la crianza como una tarea de dos y comprenden lo importante que son los primeros meses para afianzar vínculos con las y los pequeños. Los que soportan el cansancio yéndose a trabajar después de una baja ridícula de quince días y sin apenas dormir trabajan y hacen todo lo que está en sus manos cuando vuelven a casa, así día tras día, permitiendo que las mamás se aseguren de que los bebés tienen sus necesidades bien cubiertas siempre con su ayuda.
A todos los papás que con regímenes de visita minúsculos se esfuerzan por darle lo mejor de sí mismos a sus hijos e hijas en el tiempo que pueden estar con ellos y tratan por todos los medios de que sean felices sean cuales sean las circunstancias.
A esos papás que investigan y se preocupan por aprender y ser cada vez mejores en su papel dentro de la familia, a los que se esfuerzan por superar las carencias de sus propias crianzas para dar lo mejor de sí mismos a sus hijos e hijas.
A todos los papás que caminan de la mano de sus hijos e hijas y descubren la vida desde un nuevo prisma que solo puede dar la infancia disfrutando y comprendiendo que cuando uno es padre ya nada volverá a ser como antes.
Porque sin ellos la crianza respetuosa, hoy en día, sería dificilísima (aunque no imposible, hay muchas mamás que lo hacen ellas solitas), porque son la esperanza de que un mundo diferente es posible porque transmiten a sus hijos e hijas un valor de hombres y padres mucho más humano que ese al que nos ha acostumbrado el patriarcado del que ni siquiera voy a hablar. Porque son un modelo para las y los pequeños de que las cosas que se hacen desde el amor no son una cuestión de género.
A todos ellos y en especial al padre de Pequeñita y a mi padre, gracias.
¡Feliz día, feliz vida!