Crianza respetuosa: ¿sientes que nadas a la deriva o que vas a contracorriente?

  1. Si eres una persona que crías y/o educas desde el respeto, es muy probable que te sientas identificada con alguna de estas opciones:

NADAS A LA DERIVA:

Tienes la sensación de que vas haciendo lo que te dicta tu corazón o tu instinto pero te sientes tremendamente sola, sin ningún apoyo, sin referencias que te indiquen hacia dónde vas, si ya alguien pasó por allí y si llegarás a donde querías llegar o por el contrario, a ninguna parte.

NADAS A CONTRACORRIENTE:

En este caso, sabes bien dónde quieres llegar y por dónde hacerlo. Tienes claro el camino porque te has informado antes y has tomado tus decisiones. Mientras nadas con todas tus fuerzas, el resto de personas de tu mundo nadan en sentido contrario, con todas sus fuerzas también y recordándote todo el tiempo que estás equivocada.

¿Cuál es tu opción? Yo dependo del día, la verdad. Pero cualquiera de las dos opciones es dura. Vaya por delante que aún así, soy muy afortunada y que aunque a veces me siento como os decía, tengo la suerte de compartir mi crianza con familias que reman conmigo, personas que me hacen sentir que pertenecemos al mismo barco muy a menudo. En los grupos de madres, en los talleres con familias, en mis clases de Educación Infantil…

Este post va dirigido especialmente a todas esas familias que no reciben apoyo en las decisiones que van tomando. Está claro que no es necesario tener la aprobación de otras personas, menos para criar a nuestros hijos e hijas, pero somos seres sociales, ya hemos hablado muchas veces de esto por aquí y hay necesidades humanas que deben cubrirse en sociedad. Necesitamos sentir que somos parte de alguna colectividad y cuando te cuestionan aquello que haces por las personas que más quieres es inevitable sentirse mal.

La pregunta que me surge es ¿por qué es tan minoritario criar a niños y niñas desde el respeto? No tiene ningún sentido. ¿Por qué nuestro nivel de exigencia es mayor con niños y niñas que con otras personas adultas? En este punto habrá alguien que dirá, «esto no es verdad«. Si piensas esto, déjame que te ponga algún ejemplo: ¿eres capaz de cuestionar alegremente a alguien que se ha equivocado o que ha mentido delante de otras personas o sueles callártelo y quedarte con las ganas? ¿Y si es un niño o una niña? ¿Conoces alguien que pegue a su pareja o familiares diciéndole: «toma, para que llores por algo«? ¿Alguna vez has visto que una persona adulta castigara a otra por romper un vaso en la cocina o cualquier otra cosa de la casa? ¿Y a los niños y niñas? Podría poner muchos más ejemplos, pero creo que no es necesario.

La interpretación de la Teoría de Freud

Hace mucho tiempo escuché decir a Yolanda González, la autora de Amar sin miedo a malcriar, libro que os recomiendo sin lugar a dudas, que el motivo por el que somos tan injustos con la infancia es porque hay una serie de  ideas de base: «las niñas y los niños son malos o tienen mucha maldad», «nos manipulan», «son caprichosos», «hay que enseñarles desde pequeños y pequeñas a obedecer«… Ella explicaba que este planteamiento adultocentrista estaba muy relacionado con las teorías de Freud. Desde algunas interpretaciones, tenemos que el padre de la psicología describió a las y los más pequeños como seres perversos que nos manipulan y a los que hay que controlar y castigar para que no se conviertan en delincuentes comunes. Como os decía es una interpretación, probablemente errónea, de lo que quiso decir el autor, pero ahí ha quedado. Seguramente cuando dijo que los bebés eran polimórficamente perversos se refería a que eran capaces de sentir placer en cualquier parte del cuerpo y no solo con el cuerpo, pero las interpretaciones son libres, ya sabemos. De ese posicionamiento surgen algunas ideas que se emplean desde los presupuestos teóricos de algunos seguidores de Freud. Me refiero a ideas como esa en la que se plantea que a niños y niñas hay que frustrarles para que aprendan a tolerar la frustración, como si no fuera suficiente con las frustraciones naturales de la vida. Y ahí estamos generando rabias innecesarias que no casan bien con el aprendizaje y que luego salen continuamente en la edad adulta para atormentarnos.

La envidia generacional

En este sentido, hace pocas semanas, estuve escuchando a Isabel Fuster en una charla que ofreció en La Semilla Casa Nido, un espacio del que seguro os hablaré en un futuro próximo. De las muchas cosas interesantes que dijo y que ya os iré compartiendo de una manera o de otra, hubo una que me llamó mucho la atención. Es algo que sentía a mi alrededor, pero pensaba que eran formas de ser, no me había planteado que fuera un fenómeno estudiado y que tuviera un nombre. Se llama envidia generacional y vais a visualizar en un segundo cómo se expresa en nuestro día a día. A ver si habéis vivido algo así: estáis en la calle, en el parque, en el súper… vuestro hijo o vuestra hija tiene un antojo, quiere un chocolate, quiere quedarse en el parque aunque sea tarde… Y entonces, aparece en escena una persona mayor o no tan mayor, hombre o mujer que hace un comentario del tipo: «uf, conmigo iba a pillar», «como le dejes que haga esto ahora, verás el día de mañana», «unos buenos palos y se arregla todo en un momento», «en mis tiempos no teníamos ni para comer y éramos bien felices». Son solo algunos ejemplos, espero que sirvan para visualizar la escena. Este tipo de situaciones en caliente suelen generar crispación, entre otras cosas porque te están cuestionando como padre o madre y eso siempre molesta. Pero si analizamos en frío, es una falta de respeto y la expresión de unas carencias sufridas por una persona que más que generar malestar podrían hasta darnos pena. Vamos que para mí, la respuesta más inteligente sería decir algo así como: «ya siento que su infancia fuera tan dura, me alegro de que mi hija pueda vivir mucho mejor» y esto sin despeinarse, claro, porque en el fondo, cualquiera de los comentarios es tan estúpido y fuera de lugar que no debería afectarnos.

Pero nos afecta y es porque esta envidia generacional está muy presente en nuestra sociedad y es difícil desligarse de ella. En nuestro país, hubo años muy duros donde los trabajos se hacían en condiciones lamentables y por muy poco dinero, era habitual que personas menores de edad tuvieran que trabajar para ayudar a mantener a su familia, en muchas casas apenas había comodidades, las familias sobrevivían con muchos menos recursos que ahora siendo muchos más miembros. En pocos años, el cambio es sustancial, nuestros niños y niñas viven mucho mejor de lo que vivieron nuestros abuelos y abuelas. Esta situación genera esa envidia generacional que decíamos en personas que han sido educadas no solo en la austeridad económica sino también en una rudeza extrema en el trato. Hace no tantos años, era habitual que las maestras y los maestros pegaran a su alumnado y poca gente se cuestionaba si pegar a los hijos e hijas era algo evitable. Vamos que el cambio ha llegado a todos los niveles.

Siempre se puede buscar la mejor opción

Resumiendo, lo que os quiero transmitir hoy es que no hay ninguna teoría científica que demuestre que las niñas o los niños sean malvados, ni tengan una maldad innata por sí mismos al margen de los aprendizajes que hacen en sus entornos. Los niños y las niñas son personas especialmente vulnerables que nos necesitan para sobrevivir y para aprender las normas que regulan el contexto en el que viven para lograr ser autónomos y salir adelante en las mejores condiciones. Nos necesitan a todos los niveles, especialmente en lo emocional y la manera de garantizar que sean felices y formemos una sociedad más justa y más humana es cuidar mucho esta parte.

La triste realidad

A pesar de lo que acabo de explicar, necesito hacer una aclaración, estoy hablando de un fenómeno que ocurre en los últimos tiempos, las cuestiones generacionales no se crean de hoy para mañana. Pero esta realidad de la que hablo convive con un 40% de pobreza infantil que afecta a niños y niñas de nuestro país, os dejo un enlace por si os interesa este tema. Esto quiere decir que mientras en la parte más visible tenemos muchos niños y niñas que viven con mucho más de lo que necesitan, rodeados de todo tipo de caprichos innecesarios y sometidos a un consumismo voraz, hay otros niños y niñas cuyas familias tienen dificultades para abastecerles de lo básico. Me parece importante hacer este inciso para resaltar una realidad que es terrible y vergonzosa y que espero que sepamos subsanar porque las consecuencias que puede tener para esas familias en particular y para la sociedad de nuestro país en general, son debastadoras.

La esperanza que nunca ha de perderse

Una vez hecho este inciso, recuerda que cuando te sientas nadando a la deriva o a contracorriente, no estás solo, no estás sola, somos muchas las familias y las personas que de manera profesional entendemos la educación y la crianza desde el respeto, pero no solo eso, entendemos la vida desde el respeto por las demás personas, los seres vivos y los elementos materiales. Solamente tenemos que unirnos, hacernos fuertes y mostrarle a la otra parte que hay otras opciones y que merece la pena probarlas.

Ojalá este año que empieza sea un año en el que vayamos poniendo remedio a todas estas cuestiones, las de la pobreza infantil y las de las faltas de respeto innecesarias a todas luces con la infancia.

Lo que te planteo son dos posibles alternativas al hecho de que no se respete la infancia en nuestros tiempos, pero no son ni la verdadera ni la única opción. ¿Se te ocurren otros motivos? Alguna vez hemos dado pistas aquí de otras posibles opciones. ¿Querrás compartir tu opinión por aquí? Será un placer leerte. Y si crees que a alguien puede interesarle este artículo, no dudes en compartirlo.

 

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4 comentarios en “Crianza respetuosa: ¿sientes que nadas a la deriva o que vas a contracorriente?

  1. A mí me molesta que el personal sanitario no esté actualizado, es su obligación, es como si yo diera en mis clases información de hace veinte años como si fuera actual. Los profesionales tienen que estar al día. ¡Mucho ánimo! Trabajito tenemos. Un abrazo.

  2. Lo de la envidia generacional lo vivimos continuamente las mujeres sobre todo. Es curioso como parece que a las más mayores, avanzar en derechos parece que molesta, haciendo un flaco favor a la mujer y a la sociedad en general. A los niños porque cuando ellas eran niñas no podían, y en los permisos de maternidad porque cuando ellas fueron madres podían trabajar casi al día siguiente de parir y «no pasaba nada», bien criaditos que tenían a sus hijos…

    Pues me repatea bastante.

    Justo hoy estoy muy enfadada porque hemos cambiado de pediatra por tema viajes (justo solo podía atendernos su pediatra -hombre-, pro-lactancia materna y respetuosísimo, en fechas de viaje), así que hemos ido a otra -mujer- para las vacunas de los 11-12 meses, y sentimos que en vez de hablarnos de un bebé, nos hable de un cerdo o un pavo que hay que engordar rápido que se acercan las fiestas. Que no es suficiente que pique de lo que nosotros comamos, que hay que darle pasta y arroz, que tiene que engordar, que no es normal, y que la leche materna mejor con cereales para desayunar y cenar, porque no es suficiente que pique solo o la tome sola. Vamos, resumiendo, que le obliguemos a comer un poco aunque sea hacérselo todo puré.

    Remarco hombre-mujer, porque últimamente casi todos los comentarios respetuosos hacia los bebés que escucho/leo/veo vienen de hombres. Es como que me escuece que la mujer sea tan criticona.

    Hablamos de un bebé de percentil 50………estancado en los 9kg desde hace dos meses, vale. Pero es que no para, ya camina y escala, casi corre, está de arriba a abajo y está más alta. Que si fuese preocupante no tendría energía, ¿no? Encima mientras decía que no le estábamos alimentando bien, la niña no se dejaba coger y ha empezado a decir que tenía mucha fuerza para ser tan pequeña… ¿qué le pasa a esta pediatra? ¿se escucha cuando habla?

    Pues eso, parece que médicos, familiares y sociedad en general están en nuestra contra. Fatal.

    Aaay, bueno, pues me pierdo en mi enfado. Voy a trabajar un rato.
    Un saludo y espero que hayas entrado con buen pie el año!

  3. Hola guapa!

    He navegado a contracorriente, a la deriva y hasta me he ahogado total 😂😂 pero ha sido muy fructífero porque el aprendizaje que he obtenido ha sido brutal. He dejado d dar explicaciones de por qué educo así a mi hijo, de explicar en qué se basa mi decisión etc etc La base es el respeto, y si los demás no respetan no es mi responsabilidad.

    Un besote enorme y como siempre, un placer leerte 😘😘

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