Nuestros niños y niñas: «yonquis del consumismo»

Algunas personas de las que soléis leerme, os habréis sorprendido al ver un título así de directo y terrible. La explicación es que estoy muy disgustada y quiero compartiros algo que nos pasa últimamente, algo que le pasa a muchas familias y que me genera una mezcla de pena y cabreo que es difícil de explicar. Voy a intentar mostraros por qué este título.

Hace menos de dos años, yo tenía una niña que era capaz de disfrutar de un día en un mercado de artesanía, en una tienda de juguetes o un centro comercial tranquilamente, viendo todas las cosas que por allí había, diciendo: «mira mamá, qué cosa tan chula». Lo mirábamos, disfrutábamos de ello, lo comentábamos y seguíamos adelante sin más preocupación. Recuerdo que alguna persona nos comentaba la suerte que teníamos de que Pequeñita nunca pidiera nada y se conformara con mirarlo, verlo, tocarlo y ya está. Yo tenía claro cuál era el truco. No solíamos comprar ninguna de aquellas cosas innecesarias que tanto le llamaban la atención. La gracia era verlas, descubrirlas y seguir investigando, no comprarlo y dejarlo aparcado en una caja, cajón o esquina de la habitación. ¿Os sonará esto, verdad?

Hace unos dos años, supongo que por una cuestión de cambio de etapa, la entrada en el colegio, porque ella era más mayor y lo demandaba y porque ya no nos daba la vida y necesitábamos un respiro, mi control antes diría que absoluto, se relajó en gran medida por todos esos motivos que os cuento. Más tiempo a solas con otros miembros de la familia, más niños y niñas de otras familias con otros valores…

El consumismo está ahí por todas partes y yo lo tuve más o menos controlado con mi hija, no sé si tanto conmigo, yo soy víctima de él, yonqui de él, a mí me educaron en clase de Sociales con libros de texto en los que ponía «si consumimos, la economía irá bien, el país irá bien». Me acuerdo perfectamente, eso iba a examen y había que sabérselo. Adoctrinamientos en las aulas ha habido siempre, no nos pensemos que es un fenómeno moderno.

El control que yo hacía de las formas de consumo respecto de mi hija era algo consciente, decidido, no era una cuestión de economía doméstica. A ver, quiero que se entienda, algo de economía del hogar hay, reduje mi jornada a la mitad tras tener a mi hija y dejé de hacer otros trabajos que hacía complemento a mi jornada completa, la economía se ha resentido, claro, no nos vamos a engañar. Pero no era ese el motivo por el que no le compraba a mi hija cosas innecesarias, la mayoría de esas cosas eran asequibles y no habrían supuesto un problema económico. Lo que quiero decir es que lo hacía tratando de mostrarle que había que comprar solo lo necesario, consumir de manera responsable porque es importante discriminar qué cosas necesitamos y cuáles no. Hacía esto porque pretendía que mi hija fuera capaz de valorar las cosas que tenía, prescindir de muchos objetos que no aportan absolutamente nada a nuestras vidas. Era una pauta educativa decidida, no una cuestión de necesidad.

En algún momento, mi hija empieza a ver que a otros niños y niñas sí les compran ese tipo de cosas, por ejemplo, las bolas de los centros comerciales, esas horribles que dentro llevan un cacho de plástico que no suele tener ninguna utilidad y que termina olvidado a las dos horas convirtiéndose en un trasto inútil que aunque te haya costado un euro te cuesta tirar a la basura porque es un despropósito desde el minuto cero. La verdad es que creo que no se tira en el momento porque sientes que estás tirando un euro a la basura directamente, sin percibir que lo tiraste en el mismo segundo en que introdujiste la moneda en la ranura, lo que venga después ya da un poco igual. El caso es que entramos en el bucle del consumismo sin darnos cuenta, un día compramos una de esas bolas. Esto es una metáfora claro, no fue solo eso, el caso es que entramos, ya está.

La alegría o la belleza vs. el consumismo

Mi hija hace más de un año, quizá más de dos (las cosas negativas tienden a olvidarse por salud mental) sufre ese síndrome terrible que ya sufrimos los niños y niñas de finales de los 70 y de ahí en adelante del: «cómprame algo», «quiero eso», «¿por qué no me lo compras?» y demás frases que algunas personas os habréis hartado a escuchar.

Yo reconozco que me molesta comprar una cosa horrible de plástico que no sirve para nada y tengo una sensación horrorosa de que estamos tirando el dinero, me enerva verlo luego abandonado por alguna esquina y hasta me enerva, dejar de verlo de por vida porque hay veces que desaparece al instante, quedándome claro que bajo ningún concepto necesitaba mi hija aquel chisme inútil. Me molesta que ella no valore las cosas que tiene, siempre por encima de sus necesidades, me molesta que no entienda que los recursos son limitados y hay que hacer un buen uso de ellos. Todo esto me molesta, pero entiendo que es pequeña y que estamos a tiempo de resolverlo. Hay algo que me molesta más.

Lo que más me molesta, lo que me enerva hasta puntos insospechados, lo que me hace ver a mi hija y a otros niños y niñas de nuestra sociedad como yonquis del consumismo, que es una expresión terrible que creo describe perfectamente lo que ocurre, es que mi hija sufre muchísimo con ello. Una tarde de paseo por el centro de Madrid se convierte en una tarde en la que ella se pasa horas pasándolo mal porque se le antojan todo tipo de trastos inútiles que no podemos o no queremos comprarle, lloriqueando por las esquinas porque siente que no le hacemos ni caso, que no la entendemos, que no comprendemos lo importante que es que ella tenga esa cosa de purpurina rosa que no sabemos para qué sirve pero que a ella le parece tan importante.

Y lo peor es que incluso aunque le compremos alguno de esos objetos, la situación no mejora. Porque luego querrá otra cosa, las posibilidades son infinitas. Esos objetos tienen valor hasta que son suyos porque justo a partir de ahí, empieza a dejar de tener cualquier tipo de valor.

El paso intermedio que vivimos con mi hija fue cuando en aquellas ferias le comprábamos un objeto, después pedía otra cosa y yo le decía: «solo una cosa», ella lo aceptaba sin más, os lo prometo, no sufría, entendía que ya tenía algo que ella había elegido y ya estaba. Pero todo se fue complicando. Recuerdo un día en que me fui un momento a hacer unas compras y cuando volví mi hija estaba saliendo de una tienda con un huevo de chocolate con sorpresa incorporada (me niego a nombrar la marca conocida), una muñeca de trapo y un peluche de los pequeñitos de los ojos brillantes. De verdad, ¿era necesario aquello en un cuarto de hora?

No sé bien cómo resolveremos esto, pero todo apunta a que ahora habría que hacer como un proceso de deshabituación, una desintoxicación al uso, en la que ella volviera a aprender que no vamos a comprarle y que dejara de necesitar aquello que de hecho no necesita. ¿No os parece que está justificado el concepto «yonqui» en este contexto? Yo estoy convencida de que es lo más parecido.

Si aún no habéis caído en esto, por favor, no lo hagáis, la felicidad de vuestros hijos e hijas será más plena, no hay ninguna necesidad, creedme, sed firmes con otros miembros de la familia, no conectéis con el niño o la niña que fuisteis y sintáis que estáis haciendo algo terrible por no comprar algo que no es necesario y que no aporta nada positivo a vuestro pequeño o pequeña. Y si pensáis que esto tiene sentido compartidlo con otras familias para tratar de que esto llegue a muchos niños y niñas.

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23 comentarios en “Nuestros niños y niñas: «yonquis del consumismo»

  1. Totalmente de acuerdo, las familias y docentes tenemos que compensar estas cosas de nuestra sociedad para que niños y niñas desarrollen todo su potencial. Gracias por compartir por aquí tu punto de vista. Un abrazo.

  2. Tristemente tienes mucha razón, ocurre lo mismo al 90% de los que conozco, están concentrados en lo que pueden comprar, comprar y comprar… Dónde queda «el inventar», «el innovar», no nos olvidemos que la evolución, el progreso necesita del pensamiento «artesanal» por así decirlo, está bien comprar los materiales básicos pero hay que dejar a nuestros sentidos a nuestra mente, «funcionar» en lo mejor que sabe hacer nuestro cerebro, resolver problemas y crear, crear y tener siempre funcionando esa aura creativa que tiene el ser humano, …..si compramos TODO HECHO: comida, herramientas, ropa, utensilios de toda clase, etc. perdemos interés por resolver esas necesidades por medios propios.

  3. Con todo el respeto y entendiendo lo complejo que es este tema, sobre todo teniendo en cuenta que la sociedad nos bombardea con estímulos de consumo de forma permanente, creo que lo primero para evitar que nuestras criaturas sean yonquis del consumismo es no serlo nosotras mismas. La autora del artículo se autodenomina de esa manera y creo que por ahí es por donde se puede empezar a tirar de la cuerda. Las niñas leen nuestro interior.. Si la madre tiene una compulsión de consumo sin resolver, por mucho que la tenga bajo control, la niña lo ve y responde a ello. Imaginemos a una madre con una autoexigencia bestial, es consciente de ello y de forma voluntaria trata de inculcarle a su hija lo contrario, pero la niña no puede evitar ver la rigidez y la pulsión de su comportamiento real bajo el discurso, y a su vez muestra también una autoexigencia muy fuerte. La madre lo ve y la reprende por ello pero en realidad es ella la que lo está fomentando y encima le reprocha a su hija que imite lo que está viendo, no lo que está oyendo. Aunque en ese caso es mucho más claro que en el del consumismo, creo que nos puede servir para reflexionar. Para terminar solo quiero añadir que en mi opinión si pretendemos inculcar moderación en cualquier tema, no podemos hacerlo desde la rigidez. Cuanto más nos importe un tema más moderadas debemos ser en la manera en la que tratamos de inculcarselo a nuestros hijos, porque ellos ven la rigidez y su pulsión natural es oponerse a ella. Saludos

  4. Pues mucho ánimo, espero que sepamos canalizar tanto consumismo y hacer que nuestras hijas sepan valorar lo que tienen como tu dices. Ahora toca compensar, una vez más. Muchas gracias por compartir tu experiencia aquí. Un abrazo.

  5. Uff, complicada cuestión, yo he sido partícipe de la misma historia, me siento muy identificada, pero por partida doble, ya que tengo mellizas y además de ser más complejo el tema (lo que no se le ocurre a la una se le ocurre a la otra pedir), desede pequeñitas el papá y yo comenzamos a enseñarles que no hace falta comprar todo lo que veas, que sololo necesario y, en alguna ocasión comprar un capricho, pero que hay que aprender a estar satisfecho con lo que uno tiene y no por tener más cosas, juguetes y demás, vas a ser más feliz. A medida esto ha ido evolucionando (pasando el tiempo) esto ha ido degenerando, cada vez pedimos más a los papás y no sabemos el porqué realmente, pero se nos ha ido de las manos porque, por mucho que lo intentemos,siguen pidiendo sin límite (no por ello se lo compramos), pero por mucho que se lo hagamos entender, se lo expliquemos, hoy po rhoy da igual, siguen pidiendo y, como muy dices tú, son yonquis del consumismo y a mi me da mucha pena, sinceramente., Gracias por el post, me ha encantado el punto de vista tuyo, como lo has explicado y me siento muy identificada, saludos

  6. Sí, seguro que seremos capaces, al menos yo voy a hacer todo lo que esté en mi mano. Gracias por todas las ideas que compartes, yo me las apunto que ahora estoy en esta fase de escuchar y recibir para ir viendo cómo gestionamos. Tener niños más mayores es un grado. Un abrazo y gracias por compartir tu experiencia aquí.

  7. Bueno, entiendo que si hay una buena base podremos compensar en parte lo que les rodea, yo me quejo de nuestra situación pero las hay más graves, porque los niños y las niñas están igual y sus familias no son conscientes y siguen fomentando ese consumismo salvaje, así que espero seamos capaces de compensar y compensar, aunque es agotador. Un abrazo.

  8. Pues sí, en estas estamos, Paulina, ya estamos con la deshabituación, quince días en el pueblo y rodeada de regalos navideños no han ayudado mucho. Tomo nota de las ideas que nos das. Ahora todo me viene bien. Un abrazo.

  9. No serás el coco, yo creo que nuestros hijos e hijas deben ir llenos de amor y de atención de calidad, de tiempo con nosotros, de naturaleza… Con el tiempo, todo se pondrá en su sitio y tendrán unas bases que les permitirán valorar lo que tengan y controlar sus impulsos, al menos eso es en lo que y confío. Mucho ánimo en el camino. Un abrazo.

  10. Pues yo espero que mi hija ni sea consumista. No hay cosa más horrible que ver esas mochilas y estuches de Violeta, princesas Disney (ojo, me encantan todas las pelis de Disney y me gustaba verlas y así aprendí un poco a dibujar) etc…A mi nunca me gustaron esas modas, tampoco se llevaba eso. Lucharé para que tenga su propio gusto. Eso sí, no hay cosa peor que lo de educar a un niño con el te doy la propina si me das un beso, me pongo de una mala leche cada vez que lo escucho y creo que tendré que luchar contra eso. A mi tía ya se lo oí el otro día. Lo de luchar contra nuestros padres y tíos va a ser casi peor que lo de los niños. En fin, ánimo a todos

  11. Mi hijo tiene 10 meses aún, pero es algo que me preocupa demasiado, por cómo está la sociedad actualmente no quiero que no sea apreciar el valor de las cosas. Me planteo muchas veces, el hereda practicamente de todo de sus primos, pero es que encima vienen reyes, papá Noel, cumplemes(si, regalos por cumplemes) y pienso, que necesidad, si tiene de todo y mi marido y yo siempre decimos, ahora no, cuando necesite algo os avisamos. Pero no cuela, creo que es cuestión de reeducación social, pero miro más allá y pienso, cuando se empiece a dar cuenta de las cosas y me diga mi amigo Pepito ha pedido todas estas cosas y yo le responda, tú tienes que pedir algo que realmente quieras y necesites, me va a poner cara 😮 que dice esta y cuando vea que a Pepito le han traído todo lo que ha pedido, el va a decir, yo voy a pedir para que me lo traigan también, no? Y cuando no se lo traigan? Tu te has tenido que hacer un máster para ir puliendo el camino y la desilusión no sea histórica. Voy a ser el coco los siguientes 19, 20, 21… años? Uf se enlazará una cosa con otra, móvil a los diez, salir a los doce… O igual para cuando le toque al mío es antes, MIEDITO!!!

  12. Hola
    A mí hijo también le pasa pero yo muchas veces no se lo compro porque no veo la necesidad y no quiero que tenga tantas juguetes y lo tienen. Luego le voy contando cosas como para explicar el marketing que hay detrás ( lo leí en un libro) mira lo pone allí para que luego los niños de los padres se lo piden y no vamos a caer en eso. Luego Cristina de Montessori en casa tienen una meta sobre ahorrar y esta muy bien porque te da ideas para los niños hacerles ver con el dinero que tenemos que tenemos que hacer por ejemplo la hipoteca, la luz y luego dejar ver cuanto nos queda para el resto.

    Ni te cuento con los Reyes lleva ya viendo para el año lo que quiere!!! Pero para esto estamos los padres para enseñarles.

    Suerte
    Paulina

  13. Esto lo hablaba hace poco con las de clase, cuando vinieron a vernos y vieron la caja gigante llena de cosas de plástico y cosas que hacen ruido que tengo en el salón. Me preguntaron y les dije que había otra caja inútil en casa de los abuelos, y que yo solo le había comprado varias figuras de madera y los apilables. Resto: regalos. Regalos y regalos. «He visto esto y he pensado en ella». Discuto mucho con los abuelos sobre ello y esta navidad decidieron comprarles lo único que nos está funcionando y nunca se cansa: LIBROS. Si es que lo pide a gritos. No el libro en sí. La caja está cerrada y cuando saca cosas yo la ignoro un poco excepto para decirle gracias por pasármelo y déjalo otra vez ahí. Pero es cuando trae un libro que la cogemos y nos ponemos a contárselo y a jugar con ella. Por ahora lo hacemos así y espero seguir por esa línea cuando vaya adquidiriendo esa obsesión insana que no creo tampoco que sea aprendida, si no que está ahí porque los juguetes cantan, brillan, hacen ruido y luz. Son bonitos. Por ejemplo, yo no soy consumista, aquí puedo pasarme meses sin comprarme nada, y en Japón me gasto 1000€ llenando en 15 dís dos maletas de objetos absurdos y galletas de mil sabores. Es como una necesidad extraña que me obliga a comprarlo.

    Ahora tiene un año y todo lo que necesita es a sus padres, que le lean cuentos y presten atención. Pero en un par de años siento que por mucho que trabaje esto en casa, ahí están los abuelos para desbaratarlo, si sienten la necesidad de comprárselo cuando no pide…cuando pida…..ya lloro.

    Saludos!!

  14. uff soraya…tenemos tema para rato…sensaciones encontradas…
    te cuento dnd hemos encontrado el equilibrio,o lo intentamos vamos, por llamarlo d alguna forma, en casa hemos aceptado el consumismo en el sentido q no podemos luchar contra un imposible qnos absorbe pero si aprender a valorarlo…hace tpo q no hacemos la compra con ellos por lo q dices, xq es un momento d crisis q sino podemos catalizar d momento evitar…pero cd no queda mas remedio vamos siempre con un acuerdo x adelantado (x ej, si vamos a comprar y sabemos q van a querer elegir alguna chuche les ponemos un limite: algo q t puedas llevar al recreo y dure varias veces, para q no sea una simple chocolatina, pero a cambio tienes q elegir tb la fruta q vas a llevar esa semana…se puede tomar dulces xo siempre en equilibrio con el resto d alimentación…x lo menos q se queden con eso…)
    cd vamos a ir a un c.comercial o bar/restaurante xq hayamos quedado con alguien (solos nunca vamos, para eso parq y calle) les pedimos q cojan algun juguete d casa, pinturas…para q esten entretenidos y no caer en comprarles algo xq se aburren y para entretenerles…y mas d una vez les hemos comprado algo, q t voy a decir, vas con amigos, tios…y lo peor es eso q incluso lo pierden antes d llegar a casa
    y no cansarse d explicarles q no se puede,xq tienen cosas q les gustan mas, xq quieren hacer otras cosas q van a disfrutar mas (lo d la paga en breve lo veo como decia otra chica…) como han descubierto viajar y quieren ir a disney, vamos metiendo esos centimos, euros en una hucha…tener un fin mayor q les haga ser pacientes…a base d mas d un lloro y frustración y mas d una vez ceder…en fin es algo largo…
    yo no recuerdo pedir tanto, pero ahora con perspectiva pienso q m enseñaron a valorarlo y agradecerlo, sino puedo evitar q sea consumista, intentare hacer lo posible para q por lo menos no sean frivolos y egoistas, q compartan sean generosos y comprensivos…no sé, sera q m agarro a lo q m queda!!
    bs soraya

  15. Claro, es todo muy sutil. Vamos entrando poco a poco y terminamos en esta tesitura. Y claro con hermanos todo se complica, porque los pequeños imitan a los mayores. Mucho ánimo!! Ojalá encuentres la forma de hacerlo más llevadero y que tus peques estén bien manteniendo en la medida de lo posible vuestros valores. Trabajito tenemos. Un abrazo.

  16. Oh cuanto me toca este texto…. Porque yo tengo enormes dificultades para controlar mi propio consumismo pero con mis hijas, es una tortura. Para que te hagas idea, preguntan cosas del tipo, abuelo que me has traído hoy, te doy un beso si me das un euro, por qué no me lo compras porfa porfa si solo cuesta xcxxx…. Y todo eso por supuesto lo han fomentado ellos, día a día, no son capaces de verlo. Yo les digo que a los otros abuelos no les piden nada, pero no hay manera, siempre es pues pobre hija por un día que coma un dulce / pide un juguete / quiere algo que tiene fulanito. ….
    ¡Es una lucha tremenda!
    Y lo peor es que si no se lo compran, acaban cogiendo dinero de la paga, o de lo que piden a uno y otro para terminar obteniendo el juguete o la chuchería… Es como si me diera cabezazos contra la pared. A veces les intento hacer ver lo inútil de lo que han comprado, que no lo usan, que contamina, que es una basura, pero cuando están ante la situación aseguran que ESTA vez lo van a usar, que la última, que por favor por favor por favor. Si no creo, la pequeña lo soluciona diciéndome » eres mala» .
    Cuánto por luchar, somos enanitos contra el gigante de la industria, por poco poquísimo que vean la tele.
    Un abrazo.

  17. Yo me he criado en un país comunista, donde no había de nada. De repente, y caso de la noche a la mañana, las tiendas empezaron al llenarse de cosas cuando yo cumplí 7 años. Recuerdo llorar para que me compraran algo pero mi madre nunca lo hizo. Por un lado porque no podía y por otro porque me decía…ya tienes una muñeca. Creo que la sociedad española, donde me toca criar a mi hijo, es extremadamente consumista y espero poder zafar los continuos ataques que aparecerán. Lo que si tengo claro es que abuelos y tíos y demás tendrán que aceptar mi modelo de crianza.
    Mucho ánimo con el proceso de desintoxicación.un abrazo desde Galicia.

  18. Cuánta razón. De momento mi hija es muy pequeña y no me he visto en esas. En reyes, no sin discusiones, hemos conseguido que abuelos y tía solo le pidieran una cosa cada uno. Es algo que me preocupa. El hecho de que lo pasen mal cuando no les cojan cosas y cuando las tengan dejen de tener valor como tú bien has explicado, también en esos momentos de acumulación de regalos. Ánimo.

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