Nuestros hijos y nuestras hijas no nos decepcionan cuando sacan malas notas, sencillamente porque la mayor parte de las veces no nos han prometido que las sacarían buenas, me refiero sobre todo a la etapa de Primaria. Nos decepcionamos solos o solas, padres y madres porque generamos unas expectativas que no se ven cumplidas. Esto es un deseo nuestro, muchas veces nacido de alguna debilidad propia como aquello de que mis hijos o mis hijas sean aquello que yo nunca fui.
El caso es que ellos y ellas, hijos e hijas, no vienen al mundo a ser aquello que nosotros y nosotras no fuimos. Afortunadamente, su potencial es tan inmenso que si no condicionamos pueden llegar a ser (en potencia, de ahí lo del potencial) cualquier cosa, muchas opciones ni siquiera están dentro de nuestro imaginario y por supuesto tampoco de nuestro entendimiento, pero son opciones que están ahí. Aquí pienso en una madre que conocí que cuando hablaba del futuro de su hija decía: “es que yo no sé si ella va a querer ser arquitecto o ceramista”. Seguro que muchas de vosotras, personas que me leéis, no os habíais planteado que ser ceramista era una opción de futuro, pero lo es. Y uno puede ser un artesano de un barrio o pueblo con ingresos mediocres o dignos y otra puede ser Lladró, que como siempre, de todo hay en todos los gremios. Y eso como ejemplo cercano, ahora pensad en el futuro, no tenemos ni idea de cuáles serán las profesiones de éxito dentro de 20 o 30 años, no sabemos qué es lo que van a necesitar. Imaginad si cuando íbamos al colegio nos hubieran dicho que la gente iba a ganar mucho dinero siendo community manager cuando aún no había redes sociales o youtuber cuando aún no existía ni esta plataforma. No tenemos ni idea de que vendrá después y estaréis de acuerdo conmigo en que va tan rápido que para cuando sean mayores esto habrá evolucionado muchísimo.
A lo que iba, qué ya sabéis qué me enredo. Si por cuestiones del destino, mi hijo o mi hija se tuerce en el camino académico y esto es más fácil que difícil tal y como está el sistema educativo planteado, lo que a mí me queda como madre es apoyar como buenamente pueda, con todo lo injusto que es esto, porque unas familias pueden hacer maravillas: apoyarle personalmente, contratar clases particulares, mandarle al extranjero para que aprenda un idioma… y otras no tienen ni tiempo ni dinero para hacer nada.
En cualquiera de los dos casos, hay algo que las familias podemos hacer y que resulta que es lo más importante, así que todo son ventajas. Y es que hasta donde yo sé de psicología, lo más importante que puede darle un padre o una madre a su prole es confianza. Se trataría de hacer aquello que hacen los pájaros cuando tienen que volar del nido. La mamá y el papá pájaro apoyan a sus vástagos todo lo que pueden, confían en ellos ciegamente o al menos se comportan como si lo hicieran (está opción es la más apropiada si no te fías mucho) y así la mayoría de pajaritos y pajaritas consiguen alzar el vuelo. No todos, no todas, pero sí la mayoría.
No hay nada que facilite más un fracaso vital que saber que tus seres queridos te dan por perdido. En la mayoría de los casos se da aquello de la profecía autocumplida y el susodicho o susodicha no llega a ninguna parte porque quienes les rodean, van haciendo cosas sin darse cuenta para que no haya opciones de que la persona se supere a sí misma. ¿Queréis ejemplos?
Idea en la cabeza: Mi hijo o mi hija no vale para estudiar. Conductas:
- No te doy dinero para la matrícula, total no vas a sacar nada.
- Te buscan trabajos que son incompatibles con el estudio.
- No le dan ninguna importancia a que encuentres momentos de silencio o de concentración si se animan a hacer tareas, leer… total, qué más da, si no va a sacar nada.
- Se hacen otros planes o se justifica que no se haga nada que es lo que se espera…
En el extremo contrario, están quienes dan por supuesto que sus hijos e hijas van a estudiar:
- Pagan matrículas
- Buscan apoyos
- Paralizan la casa si hace falta para que el niño o la niña se concentre y haga las tareas
- Buscan juegos, materiales, libros… que favorezcan el aprendizaje
- Se da por supuesto que se va a estudiar, hacer la tarea… con lo cual se programa la vida alrededor de esto.
Aquí, en este segundo caso, también funciona la profecía autocumplida pero en sentido inverso. Siempre hay excepciones, ya lo sé, pero aquí hay que hablar de generalidades.
Y conste que estoy pensando en situaciones muy llamativas, de chicos y chicas que han dejado pendientes todas la asignaturas o la mayoría y aun así pienso que deberían tener apoyo, comprensión y un voto de confianza, en parte por egoísmo también porque lo que queremos las familias normalmente es que triunfen, les vaya bien, saquen los cursos. Desahuciarlos o darlos por perdidos no parece la mejor opción en ningún caso. Así que cuando pienso en que hay niños y niñas que van sacando más o menos sus cursos, con dificultades, con algún trimestre suspenso pero superándolo al fin y al cabo y ya son víctimas de esta situación de falta de confianza, me preocupo.
Hay algo que se repite muchas veces en estos casos donde las familias pierden la confianza en que sus hijos e hijas vayan a llegar lejos. Y es que se ven reflejados en su vivencia. Dicen: es como yo que lo de estudiar no se le da, es que ha salido a mí… Que gran error. Tu hijo o tu hija puede estar pasando una mala época, puede ser que no encaje bien con el modelo de escolarización que tiene impuesto, puede ser que choque con el personal docente que le ha tocado…pueden ser mil cosas, sea lo que sea es importante acompañarle.
Y digo todo esto porque doy por supuesto que las familias siempre queremos lo mejor para nuestros hijos e hijas y vamos a hacer lo que esté en nuestras manos para ayudarles. Otra cosa es que sepamos cómo hacerlo. Nuestros miedos, nuestros traumas, nuestra historia de vida, en definitiva, nos condiciona mucho. Pero no es justo, porque es la nuestra, las circunstancias eran otras, el contexto era distinto.
Pensando en esto recuerdo algo que me pasó en mi trabajo en el instituto. Mi compañero Paco que había trabajado en Proyecto Hombre en el pasado contactó con unos chicos que vinieron al centro a contar su experiencia con adicciones al juego en varios de nuestros grupos de clase. Yo no pude estar porque tenía clase en otras aulas, pero luego Paco me contó cómo había sido. No voy a ser fiel a la realidad seguro porque no lo oí en primera persona y hace tiempo, pero me quedé con la idea que es lo que quiero transmitir hoy.
Al parecer estos chicos por culpa de su adicción, sus deudas y su mala cabeza en ese momento, habían tratado muy mal a sus familias (en este caso hablaban de pareja y de hijos e hijas), les habían dejado en situaciones económicas muy delicadas, habían desaparecido sin previo aviso… En este caso, eran personas rehabilitadas que habían superado su enfermedad y contaban que lo que les había salvado es que en aquellos años terribles en los que habían hecho tanto daño, su familia les había perdonado, no les habían reprochado, no les habían humillado cuando finalmente habían vuelto a casa pidiendo ayuda en situaciones lamentables. Parece ser que el hecho de que a pesar de todo hubiera alguien que te quería incondicionalmente al final del camino, alguien que confiara en ti aunque muy probablemente no te lo merecieras, era lo que les había permitido finalmente recuperarse y salir adelante. Uno de los chicos contaba que después de haber desaparecido sin previo aviso después de años de cosas muy duras hacia su familia, cuando un día se había visto tirado en la calle, había llamado a casa y su familia le había conseguido un billete de tren y su pareja y sus hijas habían ido a buscarle a la estación para llevarlo a casa contentas de que volviera y con el ánimo de ayudarle a superarlo. Pienso que es esto lo que salvó a aquel hombre. En el otro lado, habrá muchas personas que no han conseguido recuperarse, que no han podido volver a una vida normalizada porque no había nadie esperando al otro lado.
Creo que no hace falta decir nada más. Nadie quiere que su hijo o su hija pase por una situación de este tipo, nadie quiere que fracasen en lo académico, que tengan adicciones, que sufran por el motivo que sea, pero si ocurre, supongo que la mayoría querremos tener la oportunidad de que se recuperen sea como sea. Y una de las claves, parece ser que son el amor y la confianza.
Esto que os cuento hoy es una opinión personal, es mi sentir, lo que me dice mi experiencia que es lo correcto. Desde la ciencia tenemos algunas cosas interesantes para añadir. Está comprobado que las vinculaciones de apego seguro generan más salud mental y un mayor éxito a nivel personal y social. Y uno de los requisitos para que haya apego seguro es la incondicionalidad de las personas de referencia, esto se relaciona directamente con algunas de las cosas que os contaba antes. Y explicado de manera muy sencilla, sin hablar de caer en cosas terribles, estaréis de acuerdo conmigo en que es más fácil arriesgarse, ser valiente y por consiguiente, alcanzar éxito si sabemos que en caso de equivocarnos o fracasar tenemos un lugar al que volver y alguien que nos va a querer igualmente (y eso implica evitar el reproche, hablamos de querernos de manera pura, sin peros, sin condiciones) y más difícil será que asumamos riesgos si sabemos que si nos va mal, nadie va a echarnos una mano, nadie va a recoger lo que quede de nosotras.
¿Estás de acuerdo en que la confianza de nuestras personas de referencia puede hacer que lleguemos más lejos? ¿Has vivido en persona o cerca alguna situación que se relacione con esto que comentamos hoy? Si te apetece compartir por aquí será un placer leerte. Te espero en los comentarios.
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