Hoy corregíamos un proyecto de fin de curso del Ciclo Formativo de Técnico Superior en Educación Infantil, es la Formación Profesional que tienen las educadoras de las Escuelas Infantiles o como las familias suelen decir, las guarderías, aunque no sea exactamente lo mismo.
El proyecto de investigación se titulaba “El apego y el período de adaptación”. Me ha llamado mucho la atención porque había pasado cuestionarios a las educadoras y a las familias de la escuela donde había realizado sus prácticas del Ciclo, además, a la directora le había hecho una entrevista.
Al transmitirnos los resultados a los profesores que evaluábamos, nos mostraba como la mayoría de los profesionales llegaban a la conclusión de que los niños y niñas que tenían más dificultades para adaptarse a la escuela eran los que tenían familias que vivían esa experiencia como algo estresante, con sentimiento de culpa por dejarlos allí o que no estaban seguros de hacerlo. Simplificándolo mucho venían a decir que si no se adaptaban la culpa era de los padres y madres. Y lo achacaban a que tenían apegos “mal estructurados” o “mal gestionados”, ahora no recuerdo exactamente las palabras exactas.
Entiendo que una familia viviendo esta situación de una manera estresante pueda influir a su hijo o hija, es normal, pero me surgían muchas dudas al respecto. Le he preguntado si en su opinión también lo había visto así. Tenía esperanza de que me dijera algo diferente a lo que habían dicho las profesionales de la escuela porque ella, la alumna, dentro de los cuestionarios les preguntaba cómo gestionaban el sufrimiento de los niños en esa etapa y una de sus hipótesis tenía que ver con que niños y niñas se sentían abandonados en el período de adaptación. Al hablar de sufrimientos y abandono pensé que ella tenía una sensibilidad especial al analizar este período adaptativo.
La respuesta de la alumna ha sido que en su experiencia si había observado que los padres que peor llevaban la incorporación a la Escuela, tenían hijos e hijas a los que les costaba más tiempo adaptarse o tenían procesos de adaptación más duros. Con lo cual, en general, todas estaban de acuerdo.
Es curioso ver cómo se pueden sesgar las observaciones y cómo los profesionales de la Educación Infantil, interpretan las señales de los niños y niñas. Sin discutir que en algún caso tengan razón, de todo hay siempre, me parece muy simplista que echen la culpa a las familias sin más. Si ellas, las profesionales, no estuvieran acogiendo de manera adecuada al niño que sufre, sería muy fácil justificar su sufrimiento quejándose de la actitud de los padres o de las madres por estar pasándolo mal al ver a su hijo así. Es la pescadilla que se muerde la cola y entre mordisco y mordisco, la culpa nunca es de los profesionales, ¡qué bonito!
Y por otro lado, me sorprende la falta de información sobre el apego, cuando es una palabra que en el entorno educativo, más en la etapa de infantil, se tiene continuamente en la boca. Si quieres saber más sobre este concepto del apego, pincha aquí.
Al final de la exposición del proyecto le hemos preguntado a la alumna, qué líneas nuevas de investigación podrían abrirse a partir de los datos obtenidos en su proyecto y yo he aprovechado para comentarle algo que desmontaba el punto de partida de su investigación aunque creo que no se ha dado cuenta.
Resulta que si nos apoyamos en la teoría del apego, podríamos deducir que lo que está pasando es lo contrario de lo que están concluyendo las educadoras del centro. Es normal que un niño o una niña sufra cuando su familia lo deja por primera vez en una Escuela Infantil y también que lo pase mal después de vacaciones si ya fueron escolarizados el año anterior, aunque lógicamente en esta segunda situación, la adaptación debería ser más fácil, siempre que no haya un trauma o alguna cosa que genere excesivo estrés al niño o niña.
Lo adaptativo y lo saludable, me atrevería a decir, es que los niños luchen por estar con sus figuras de apego que en esta etapa deben ser la mamá, el papá o los abuelos dependiendo de la situación de cada familia. No es adaptativo que a uno lo dejen con unos desconocidos en un lugar nuevo y con un año o dos, se quede allí tan tranquilo o tranquila sin mostrar ni un ápice de preocupación sobre si volverán a buscarlo, cuándo volverán y que no se planteen por qué mi mamá o mi papá me dejan aquí y se van.
¿Por qué hay niños y niñas que reaccionan mostrando apenas sentimientos en los períodos de adaptación? Pues normalmente porque ya están acostumbrados a que sus padres los dejen en lugares desconocidos con personas desconocidas o que, en cualquier caso, no son las figuras de apego.
Los niños y las niñas necesitan tener personas de referencia en todo momento para sentirse a salvo, seguros, protegidos, es una cuestión de supervivencia. De hecho, todas las educadoras estaban de acuerdo en que el período de adaptación termina cuando la educadora se convierte en figura de apego para ellos y ellas.
¿A quién le va a costar más sentir que la educadora es su figura de apego? ¿A una niña que tiene una buena relación con su papá y su mamá, con los que pasa mucho tiempo, realiza actividades de todo tipo, comparte su tiempo, juegan, se muestran afecto? ¿O a una niña que ve poco tiempo a sus padres, estos no comparten actividades, pasan tiempo con los abuelos, con amigos o con canguros porque sus progenitores tienen otras cosas que hacer y no pueden o no quieren dedicarle el tiempo que sí dedican los primeros? Ahí dejo la pregunta.
Si tenemos en cuenta que los niños y niñas en estas edades necesitan tener una persona de apego, podemos suponer que el que no la tenga o la tenga con carencias, se aferrará a las personas que aparezcan en su vida con capacidad de serlo en mayor medida que un niño o niña que tenga claro que sus personas de referencia son sus padres y no tenga carencias a este nivel. Esto último es uno de los riesgos que se presupone tiene el apego inseguro en las personas cuando se hacen adultas, tratar de encontrar figuras de apego precipitadamente en las personas que les muestran un mínimo de interés corriendo el riesgo de equivocarse una y otra vez.
Dicho todo esto y generalizando, siempre habrá excepciones, parece más razonable pensar que serán precisamente, los niños y niñas con apegos más inseguros los que se adaptarán antes a la situación nueva y antes buscarán en su educadora esa figura de apego, por tanto estos niños mostrarán menos sufrimiento aparente, menos llanto y tendrán períodos de adaptación aparentemente más llevaderos que los niños y niñas que tienen mejor relación con sus familias. Estos últimos, se resistirán a separarse de sus personas de referencia, se sentirán angustiados cuando les dejen allí, no entenderán por qué de repente, su mamá o su papá los dejan allí si nunca lo han hecho, etc. Desde fuera serán períodos de adaptación más aparatosos que requerirán más esfuerzo por parte de todas las personas implicadas.
Pero resulta que en el proyecto de nuestra alumna, las educadoras han llegado a la conclusión contraria. Lo normal desde mi punto de vista y me atrevería a decir que desde el punto de vista de los estudiosos del apego, es que un niño o niña se apegue a sus padres y no a una persona a la que se encuentran de pronto al empezar el curso escolar y que puede desaparecer a mitad de curso porque esté de baja, finalice su contrato, se vaya a otra escuela, etc. Pero nuestra sociedad está organizada de manera que esta educadora es necesaria para que papá y mamá vayan a trabajar. Esta situación es artificial y forma parte de nuestra cultura, pero los bebés no entienden, al menos no mientras son bebés, este tipo de constructos culturales, están programados para estar con mamá o papá y si no es posible, con la abuela o alguien conocido que haya estado allí desde que ellos y ellas recuerden.
Le recomendé a la alumna que leyera lo que dice Carlos González sobre la angustia de separación, él lo explica mejor que yo, probablemente no lo leerá, estaba muy preocupada de su nota porque de eso dependía que terminase el Ciclo Formativo y es probable que si algún día cuando esté trabajando como educadora, le preguntan qué niños tienen más problemas en el período de adaptación, volverá a echar la culpa a esos padres y madres que saben que lo natural sería que su hijo o hija estuviese con ellos, un poco más, hasta que la mielinización de sus neuronas estuviese más o menos terminada y pudiese entender que volverán después de la siesta, que mamá y papá tienen que trabajar para poder pagar todos los gastos de la casa, que después de la Escuela harán cosas juntos, etc. Esto como pronto ocurre a los cuatro años. Del proceso de mielinización hablaremos en otro post.
Para terminar, recojo literalmente un trocito de un libro de Carlos González (González, C. 2009. Bésame mucho. Ed. Temas de hoy, Barcelona), en el texto se hace referencia a unos experimentos que realizó Bowlby, padre del apego. Después he incluido un vídeo donde Carlos González hace una reflexión sobre qué se podría hacer para minimizar los riesgos de la angustia de separación que sufren los niños y niñas que van a la escuela. Ya sé que no siempre es posible, pero si se pudiera…
» Pues bien, ese factor que hace que unos niños soporten la separación mejor que otros es, según Bowlby, la relación previa con su madre. Una relación que tiene efectos aparentemente contrarios según la edad.
En los menores de tres años, cuanto mejor era la relación con la madre, más se altera la conducta del niño tras la separación. Los niños que ya eran maltratados o ignorados en su casa, apenas lloran cuando los llevan a un orfanato o a un hospital. Pero eso no significa que toleren mejor la pérdida, sino que ya no tenían casi nada que perder. No muestran la respuesta normal de un niño sano de su edad.
En cambio, entre los niños de cinco a ocho años, aquellos que han tenido una más sólida relación con la madre, los que recibían más mimos y pasaban más tiempo en brazos, son los que mejor soportan la separación. El estrecho contacto de los primeros años les ha dado la fuerza necesaria para soportar las adversidades, lo que hoy conocen los psicólogos como resiliencia. CharlesDickens lo explicó ya muy bien hace siglo y medio:
Vio a los que habían sido cuidados con delicadeza y criados con ternura mantenerse alegres ante las privaciones y superar sufrimientos que hubieran aplastado a muchos de una madera más basta, porque llevaban en su seno los fundamentos de la felicidad, la satisfacción y la paz”.
Este es el enlace al vídeo que os decía:
¿Qué opinas al respecto? ¿Consideras que lo que plantea Carlos González sobre retrasar la vuelta al trabajo sería buena idea? ¿Estás de acuerdo conmigo en cómo puede afectar el período de adaptación en función del tipo de relaciones de apego? Déjame un comentario para saber qué piensas.
La historia es ver qué podemos hacer y que no. Y como dices, acompañar siempre al niño o niña a vivir con las condiciones que me toquen y compensar todo aquello que sea necesario, el estrés, la ausencia… siempre con momentos de calidad cuando sea posible. Si entendemos cuáles son las necesidades de las y los pequeños estaremos a la altura. Está claro que nada es ideal, pero también que somos el resultado de la vida que hemos tenido y la infancia es fundamental, cuánto más resueltas estén más necesidades más salud en el futuro. Las familias podemos invertir en tiempo (trabajemos o no) en la infancia como forma de prevenir o de minimizar el daño o en la adolescencia y después ya para restaurarlo. Lógicamente, lo último es más difícil. Lo que tengo claro es que el tiempo se lo dedicamos sí o sí en un momento o en otro, queramos o no y con mejores o peores resultados según lo hagamos. En cuanto al apego seguro, hay estudios que demuestran que algunas madres que trabajaban todo el día y venían al final de la tarde eran capaces de generar apegos seguros y otras que estaban presentes todo el día no eran capaces de generarlos. Con eso sabemos que no es una cuestión de cantidad sino de calidad como suele pasar en todo en la vida. Ahora si tenemos cantidad y calidad, seremos afortunados/as. Un abrazo y gracias por compartir por aquí tú reflexión.
Pues estoy de acuerdo en lo que dices. Tengo una pequeña de 14 meses y nos está pasando esto. Al inicio de la adaptación todo iba estupendamente, exploraba todo, en su salsa. Me iba media horita y lo llevaba bien. Pero al ir aumentando el tiempo se ha dado cuenta de que la idea es que yo esté sólo un rato y ha empezado a estar peor. Las educadoras, dos soles, me han pedido dar un pasito atrás y que se quede menos tiempo sin mí. Afortunadamente tengo esta opción.
También entiendo lo que dicen otras mamás en los comentarios, hay bebés con apego seguro que lo llevan bien. Mi bebé parecía ir por ese camino. En el caso de mi peque, coincide que también es bastante sensible, y oír llorar a otros bebés la afecta mucho. No a todos les ocurre.
En cuanto a lo de Carlos González, no sé si sería lo ideal. Que los padres se aparten tanto tiempo de su lado profesional puede redundar en perder experiencia. Es cierto que esto no les compete directamente a los bebés, pero también unos padres que no se sienten plenos y satisfechos en su vida, o que sientan que han tenido que renunciar a su trabajo por la bebé, sí le afecta directamente al bebé.
También creo que el cerebro del bebé tiene un aliciente para madurar en ausencia de los padres, el primer protopensamiento es «la teta/mamá no está, pero volverá». Tal vez no lo lleguen a entender del todo hasta los 4 años, pero su capacidad de soportar frustraciones y dolores comienza desde que nacen, no creo que haya que infravalorarlos tampoco. Creo que la solución es observar al peque y hacérselo llevadero. Por eso me parece fundamental que el apego continúe lo más estable y seguro posible cuando salen de la escuela, para que puedan reparar el estrés que han sufrido durante el tiempo lejos de los padres, y mientras construyen un vínculo de apego seguro con sus cuidadores. Y mientras se hacen a la rutina de «ahora juego y luego me recogen». Y bueno, apego seguro siempre!!
Hola Sandra, siempre hablo de los niños y niñas buscadores de experiencias, son aquellos que por su propia naturaleza son independientes, exploradores, investigadores… son muy pocos/as, pero ahí están. Es muy probable que tu niño sea unos de ellos. En cualquier caso, el apego seguro no se garantiza con la mera presencia, es algo más que eso. Cada vivencia responde a muchos matices que habría que analizar. La idea es saber si se resuelven las necesidades que tiene y no puede resolver por si solo o ha aprendido desde muy pequeño a resolverlas por si solo, aunque esté acompañado. Valorar el tipo de apego de una persona es difícil. Lógicamente, en mis textos, generalizo, es inevitable y con eso, se cometen errores, es verdad. Nada es blanco o negro. Un abrazo y gracias por compartir tu punto de vista.
¿Enserio crees que un niño que se adapta bien tiene un problema?
Me parece muy poco responsable escribir «¿Por qué hay niños y niñas que reaccionan mostrando apenas sentimientos en los períodos de adaptación? Pues normalmente porque ya están acostumbrados a que sus padres los dejen en lugares desconocidos con personas desconocidas o que, en cualquier caso, no son las figuras de apego.”
Tengo un niño de 18 meses, siempre ha estado conmigo o con su padre, sólo ha estado dos días con su abuela durante 2 horas. Duerme con nosotros, todo con nosotros. Hemos ido a la guardería, he entrado con él, he estado una hora ahí, él ha estado jugando independiente, explorando, luego me he ido durante un rato y no ha llorado ni nada. Y no creo que sea falta de apego, creo que tiene suficiente seguridad en sí mismo y confianza en mí como para saber que volveré y que no pasa nada. Le he educado siempre dejándolo ser y respetándolo, estoy para cuando me necesita, pero le dejo ser, hacer y aprender. Y eso no creo que sea falta de apego.
Marta, para mí lo que describes es algo estupendo y perfectamente normal. Claro, también hay niños a los que les pasa lo que a tu bebé. En algún lugar del post hablo de «buscadores de aventuras», niños y niñas que tienen mucha curiosidad y son valientes cuando se enfrentan a situaciones nuevas. A lo mejor tu niño es de estos. Lo que describo en el blog es mi experiencia, mi opinión sobre lo que dicen los estudios de Mary Ainsworth sobre el apego. Ella descubre que en los niños y las niñas hay unos patrones de conducta en la separación que coinciden con los tipos de apego. Claro que no son todos y todas, pero son la mayoría, por eso digo «normalmente». Trato de buscar explicaciones a la realidad que se observa en las escuelas porque veo que hay niños y niñas que no encajan con los estudios, son menos pero igual de importantes. No pretendo criticar a las familias, solo buscar explicaciones y motivos a lo que hacemos en la crianza y la educación y cómo puede influir en niños y niñas. Está claro que cuando se generaliza, siempre hay algunos que quedan fuera y para mí son todos importantes. Gracias por compartir por aquí tu experiencia.
Bueno, bueno, me ha molestado mucho, muchísimo esa generalizacion «“¿Por qué hay niños y niñas que reaccionan mostrando apenas sentimientos en los períodos de adaptación? Pues normalmente porque ya están acostumbrados a que sus padres los dejen en lugares desconocidos con personas desconocidas o que, en cualquier caso, no son las figuras de apego.”
Eso es falso, en mi caso por ejemplo, mi bebe de 16 meses nos ha dado la grata sorpresa de adaptarse perfectamente a la guardería (período de familiarización incluido). Y nunca le antes le había dejado con personas desconocidas, siempre pasa todas las tardes conmigo exclusivamente y con sus abuelos por las mañanas. Duerme con nosotros, lo he cargado en brazos siempre que ha querido y más (y ha sido un bebe muy demandante) y nunca lo he dejado llorar.
Pero él es un niño muy activo y nervioso, y le ha encantado la clase, se lo pasa super bien y no ha llorado nada aún. Así que tal vez al final, la cosa no sea más un tema de carácter de cada niño y ya está. Y repito, no me esperaba para nada que estuviera tan agusto desde el primer día en la guardería. Así que él feliz y yo aún más.
Hola Lis:
Lo primero, gracias por leer La mamá de Pequeñita.
Claro que no es así de categórico, nada lo es. Desde las investigaciones sobre el apego, sabemos que lo normal es que los niños y niñas con vínculos seguros muestren angustia cuando son separados de sus figuras de apego. La intensidad con que lo hagan dependerá de su forma de ser, de su individualidad. También los niños criados con apego inseguro ambivalente, muestran angustia y protestan cuando se les separa. Por este motivo, que la adaptación sea complicada y que sus manifestaciones en las despedidas sean muy escandalosas no es garantía de nada. Pero lo que también dicen estos estudios es que la reacción normal de los niños y niñas criados en apego inseguro evitativo es no mostrar angustia con la separación de sus figuras de apego. Estos experimentos se hacen con niños y niñas más pequeños, no con edad de entrar a la escuela. Pero ya hay mucha literatura que aporta datos sobre cómo es la reacción en la escuela en función del estilo de apego y tienden a confirmar los datos de los estudios anteriores.
Yo suelo añadir, aunque sobre esto no he leído documentación, pero por lo que yo puedo saber sobre personalidad y diferencias individuales, que hay niños y niñas que son buscadores de experiencias o que tienen un deseo muy grande de vivir hechos que piensan que tendrán lugar en la escuela y eso compensa la separación de las figuras de apego. También la historia del niño o la niña, si tienen hermanos mayores… Por tanto, no se puede decir categóricamente que los niños y niñas que no reaccionan tengan apegos inseguros pero sí que normalmente es porque ya están acostumbrados a las separaciones y añado ahora, que puede ser porque las experiencias que hayan tenido en esas separaciones hayan sido placenteras o porque, sencillamente, no les quede más remedio y estén acostumbrados a tener que buscarse la vida en lugares nuevos.
Todos los niños y las niñas tienen figuras de apego, si no es así no sobrevivirían, pero las relaciones de apego son de muchos tipos y todas tienen sus consecuencias. No todas las relaciones de apego son saludables, esto también está de sobra documentado.
Yo tengo un curso donde explico todo esto con mucho más detalle, es un tema muy complejo y delicado, no tengo claro que te apetezca hacerlo, pero por si acaso, te dejo el enlace: https://escuela.bitacoras.com/curso/criar-apego-seguro/ref/29
Ojalá lo que te cuento sirva para aclarar mis palabras, si quieres saber mi opinión sobre alguna otra cosa, esta es tu casa.
Un abrazo
Hola,
Leyendo tu exposición, dices :
«¿Por qué hay niños y niñas que reaccionan mostrando apenas sentimientos en los períodos de adaptación? Pues normalmente porque ya están acostumbrados a que sus padres los dejen en lugares desconocidos con personas desconocidas o que, en cualquier caso, no son las figuras de apego.»
¿Esto es así sin más?
Un bebe que se adapta a una escuela infantil desde el principio, resulta que es porque no tiene figuras de apego….¿de verdad? En mi opinión, decir esta afirmación de manera tan categórica es muy osado.
Por favor, me gustaría, si es posible, que me ampliaras este tema con un poco más de información, quizá no lo haya entendido bien.
Gracias de antemano.
Lógicamente tienes que hacer lo que tu instinto de madre te diga. Pero mi opinión es que tú tienes que hacer de madre todo el tiempo que puedas estar con tu hijo y ellas buscar la manera de que él esté lo mejor posible cuando tú no estás. Si ves mucho menos a tu hijo y te dedicas a ignorarle para que luego esté más adaptado para sobrellevar que las educadoras no pueden dedicarle atención 100%, entonces toda la vida de tu hijo va a girar en torno a las necesidades y condicionantes de la escuela, de verdad, me dan ganas de decir: ¿estamos loc@s o qué? Ay, este tema da para un post. Prometo escribirlo pronto. Un abrazo fuerte y mucho ánimo. Tu hijo se adaptará, ¡qué remedio le queda!, pero necesitará su tiempo y cuanto más amor reciba en este proceso, más saludable será para él.
Me siento muy identificada con todo lo que dices, he podido estar 8 meses y medio con mi hijo (afortunada en el país que vivimos que a las 16 semanas se nos obliga a dejarles). Y llevamos casi dos meses en la escuela infantil y no consigue adaptarse. La maestra dice que intente no cogerle tanto en brazos, que duerma solo en su cuna, que le tengo que hacer más independiente,…. Pero acaba de cumplir 10 meses y no se que hacer. No quiero que sufra, se pasa horas llorando sin consuelo en la escuela. Pero no se que hacer. El niño es feliz por las tardes, se ríe, no llora,…
Me ha ayudado mucho tu artículo. Gracias.
Gracias Valentina, lo que comentas al final, da para muchos muchos post, las cosas no son porque sí, todo tiene un porqué. El caso es que me enfado mucho y no termino ningún post que hable de esto. Gracias por leerme y por aportar tu punto de vista. Un abrazo.
Muy buenas a tod@s!!! Lo primero darte las gracias por tu claridad y exactitud al presentar este artículo que tanto puede ayudar a madres y padres a entender y acompañar este proceso de adaptación.
Estoy totalmente de acuerdo en que lo que cambia la manera de vivir esta situación es el diferente tipo de apego que tenga el niño o la niña con sus figuras de apego. Totalmente de acuerdo también, en que nadie tiene un tipo de apego puro y que todo en la vida tiene sus matices pero, básicamente, mi experiencia y estudios sobre el tema, me lleva a la misma conclusión que a ti. De hecho, ha sido buscando información para una amiga que está pasando por esta situación que he llegado a tu blog, y de veras que me ha sido muy útil, sumando a éste, los artículos sobre el apego y los tipos de apego.
Qué lastima lo que comentas de l@s profesionales carentes de la capacidad de auto-crítica, valor tan importante en semejante puesto de trabajo. ¿En manos de quien estamos dejando la educación afectiva de nuestr@s hi@s? Es por esto que yo tiendo a aconsejar no escolarizar hasta los 6 o 7 años, cuando los niños y niñas ya tienen bien establecida la base afectiva para poder enfrentar con herramientas suficientes que otras figuras de apego no sean afectivamente accesibles (por mencionar una de las miles de dificultades que van a encontrar) ) en sus siguientes años de escolarización.
Que no digo, que yo como madre le haya dado la mejor base emocional posible a mi hija, pero lo que sí es seguro es que lo he hecho con todo mi amor, respeto, consciencia, y mucha auto-crítica. Cuando me he equivocado, le he dicho que lo siento y he rectificado, cuando me ha necesitado, he puesto todas mis herramientas para acompañarle con amor y respeto, y sobre todo le he dejado claro que la amo por encima de todas las situaciones desagradables que hayamos podido vivir.
Tampoco digo que no haya niños o niñas que estén mejor en una escuela infantil donde utilizan herramientas conductistas, que en sus propias casas. Pero sí digo que este tipo de escuelas son fábricas de niños y niñas con muchas dificultades a la hora de adquirir valores como empatía y respeto por las necesidades de las demás personas (entre muchas otras carencias).
Y como profundizar aún más sobre el por qué de las administraciones de apoyar este tipo de educación (la que no facilita un periodo de adaptación de l@s niñ@s a la escuela acorde a las teorías que se estudian sobre el apego en los ciclos formativos y carreras correspondientes para trabajar con la infancia) estaría entrando en otro tema, lo dejo ya aquí, pero realmente hay mucho hilo del que tirar para comprender que el tipo de educación que tenemos es la razón de ser de la sociedad en la que vivimos.
Claro, es que dejar a nuestros hijos e hijas en manos de otras personas desde las dieciséis semanas supone unas facturas que nos pagan otros, ya me dirás quién. Si quieres verlo en términos económicos, está más que estudiado que prolongar las bajas maternales y la lactancia materna supondría una reducción de costes al Sistema Sanitario que compensaría pagar una cantidad a estas madres por quedarse un tiempo en casa, como ya hacen en países donde el nivel económico es mucho más alto que en el nuestro. ¿Sabes la cantidad de días que un bebé falta a la escuela por enfermedad en su primer años en la Escuela Infantil? ¿Sabes lo que supone eso para la Sanidad, el absentismo de las familias en sus puestos de trabajo y el sobrecoste para la economía familiar de tener que pagar la cuota de la escuela y a una persona que te cubra en estos casos de emergencia? Si quieres lo enfocamos así, no desde las necesidades de las y los más pequeños, las carencias que generan en ellos y ellas estar sometidos a este estrés perpetuo desde tan pequeños que genera un montón de problemas en la vida adulta y que resulta que también suponen un montón de problemas para la sociedad, económicos y de otro tipo. Salvo por la falta de respeto de «del capricho y la idiotez» agradezco que compartas tu opinión en mi blog, entre otras cosas porque me das pie a dar argumentos de este tipo. Saludos.
Que razón tiene Marta…» la verdadera conciliación llegará cuando veamos a los bebés en los juzgados con sus mamás abogadas, en las oficinas con las mamás secretarias o en las tiendas si eres dependienta.», y en los incendios si la mama es bombera, en los tanques si la mama es militar, en los burdeles,,,, cuanta bobada Dios mio, que ansia de quererlo todo, de conciliar el agua con el fuego, y por supuesto, que la factura del capricho y la idiotez, la pague otro.
Pues no sé decirte cuánto es suficiente para valorar si se va a ocasionar un daño o lo superarán sin más. Creo que un daño causamos, como tú dices no es algo natural, lo que nos queda es compensar y compensar, con más afecto, más tiempo de calidad, más recordar lo que les queremos… Y comprender los cambios de humor, la ira incluso. Yo sólo la dejaría si no te queda más remedio, que ha sido mi caso en el colegio, me cambiaron el turno y no me quedó más remedio. TE dejo un post sobre lo que pienso de las adaptación o mejor dicho de la resignación. Ojalá supiera cuanto tiempo va a necesitar tu hija para resignarse, ojala se pudiera evitar que se resigne tan pronto. http://lamamadepequenita.com/periodo-de-adaptacion-o-periodo-de-resignacion/ Un fuerte abrazo y mucho mucho ánimo.
Veo que el post es de hace casi un año pero buscando información ahora por la necesidad lo he encontrado . Me encanta la situación de la crianza con apego y a pesar de mi trabajo intente llevarla lo más posible mi hija era cuidada por su abuela y su tía resintió la separación pero no mucho cuando la deje con ellos, una niña super activa muy sociable excelente comensal aunque en cuestión de leche sólo materna incluso le dejaba de mi leche cuando me la cuidaban bueno se acabó el cuidado por mis familiares y he tenido que llevarla a la guardería cabe mencionar que donde estoy trabajando sólo hay una ha comenzado a ir y los primeros dos días no fue taaan malo llorar al dejarla al regresar por ella y un poco triste pero con apenas dos semana ha cambiado por completo no quiere sociabilidad con otros niño, llora con un sentimiento incluso estando conmigo en casa, siempre está triste y lo peor desde hace casi una semana no come nada en la guardería ni la leche que le dejó yo, estoy de acuerdo con tu publicación ya que veo le está costando mucho adaptarse y seguro por que con nosotros pasaba más tiempo y siempre le hacíamos las cosas divertidas y si no estábamos nosotros estaban mis familiares, me duele verla así por Que estoy consciente y siempre he pensado que a pesar de lo que siempre me han dicho de sus beneficios la guardería no es algo natural es algo necesario para los padres con lo que tienen que lidiar los hijos, no hay cosa peor que hacer algo en lo que uno no cree. Lo que no se es cuanto debe durar un periodo de adaptación a una guardería, para no pasar de esperar a ver si se adapta y saber que no se adaptó y ocacionarle un daño emocional por no hacer muchho caso a lo que la gente dice es normal
Hola Mariu:
Estoy de acuerdo contigo en que no se puede juzgar a las familias por llevar o no a sus hij@s a la escuela ni por eso ni por ninguna otra cosa, cada familia debe hacer lo que considere correcto, bastante difícil es sacarlo todo adelante tal y como están las cosas para que encima nos critiquen. Lo que ocurre también es que a veces las familias tenemos que hacer una serie de cosas por obligación y tratamos de justificar que es lo mejor para l@s niñ@s cuando no siempre es así. Por ejemplo: Tengo que llevar a mi bebé con 16 semanas a la guarde y entonces me convenzo de que allí está muy bien y que lo necesita para socializarse con otros niñ@s. Esto no es así, un bebé de 16 semanas no se socializa y eso lo determina la naturaleza, no pueden decirlo los políticos ni los legisladores ni nosotras. Como tú dices, el problema está ahí y habrá que seguir protestando y también exigir más a la sociedad y a los padres, claro. Mientras tanto, nuestros bebés están viviendo esto ahora, tienen ahora la necesidad. Además de seguir exigiendo todo esto, creo que hay que exigir que las educadoras no tengan más de 2 ó 3 bebés que ya es una pasada y no más de 5 ó 6 niñ@s, esto no lo reclama casi nadie y es fundamental. En una escuela con veinte niños, no puede haber atención ni dedicación ni nada porque l@s educador@s no son súper héroes, aunque lo parecen porque lo que hacen cada día no es ni medio normal.
Lo de llevar al bebé al trabajo, que has leído de otra mamá, es un caso muy particular de un negocio propio, la mayoría de los trabajos no están acondicionados claro. Pero no es nada tan extravagante, no hay más que ver a las cigarreras de Madrid, no sé si conoces el caso.
http://www.google.es/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&uact=8&docid=5XJSYk9idIyN_M&tbnid=xjIyrP5isRm65M:&ved=0CAUQjRw&url=http%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3Dqi5FtuPXFcw&ei=55AIVKn9HInkaIuZgfAE&bvm=bv.74649129,d.d2s&psig=AFQjCNGBF7gm3WWEtkFGYjkem8e_jDas8A&ust=1409933922501317
Supongo que como no se planteaban que la madre pudiera separarse de su hij@ se los llevaban, entiendo que por la lactancia, no había leche de fórmula o no era muy accesible.
Entiendo lo que dices y estoy de acuerdo contigo, si te llevaras a la niña al trabajo ni ella estaría bien ni tú ni harías tu trabajo. Pero alrededor de este tema surgen muchos temas para reflexionar. Te agradezco mucho que aportes tu punto de vista, si lees otras cosas del blog no dejes de hacerlo, por favor. Un abrazo
Hola!
Pues yo la verdad es que discrepo. Si llevara a mi hija de 14 meses al trabajo ya os aseguro que no podria trabajar nada de nada. Un niño necesita dedicación, atención…y hacer un buen trabajo también.
Efectivamente creo que la conciliación en España deja muchísimo que desear y que las bajas maternales y paternales deberian alargarse y, sobretodo, igualarse. Al igual que las familias deberian contar con flexibilidades horarias y demás facilidades.
Pero no es cuestión tampoco de demonizar las escuelas infantiles ni de separar a padres de primera con padres de segunda. El concepto del apego, si bien en su esencia es maravilloso, últimamente se viene usando de una forma para mi gusto algo sectaria y machista.
La crianza es algo muy difícil y estoy muy de acuerdo en que ha estado infravalorada muchisimo tiempo, y que el cuidado de los otros, tanto de niños como de ancianos, se ha relegado. Por eso me encanta que se recuperen viejos valores de crianza y apego. Peeeero madres cuidando de hijos en el trabajo…y los padres? Y el resto de la sociedad?
Totalmente de acuerdo contigo, yo también vendía las maravillas de la escuela, ahora me peleo con mis alumnas para que sobre todo transmitan afecto a los bebés con los que trabajan, ojalá el mensaje cale. Yo estoy muy contenta de que Irene pueda disfrutar más de su mamá, ese es otro regalo que le haces para toda la vida.
Ojalá fuera posible en España retrasar la vuelta al trabajo por maternidad con verdaderas medidas para conciliar vida familiar y laboral sin tener que renunciar a una de ellas.
Yo pensaba en mi etapa de profe de educación infantil y en mi experiencia en las escuelas que eran recomendables incluso si no era necesario por trabajo: una oportunidad de socializar al niño, que haga amigos, etc.
Cómo cambia la visión cuando tienes un bebé!no son necesarias para ellos sino para los padres que no pueden dejarles con nadie.
Lo que necesita el bebé es estar con sus padres y familiares que le cuidan con plena dedicación, le miman, le socializan y le dan lo que necesita.
Las escuelas infantiles y guarderías son un constructo de nuestra sociedad que no nos permite cuidar a nuestros hijos y que nos vende las maravillas del negocio infantil.
Como leí hace poco la verdadera conciliación llegará cuando veamos a los bebés en los juzgados con sus mamás abogadas, en las oficinas con las mamás secretarias o en las tiendas si eres dependienta.
Gracias Soraya porque tú me abriste los ojos y voy a disfrutar de mi trabajo y de Irene a la vez, con esfuerzo pero con mucha ilusión.