Hace unas semanas quedé con algunas familias del cole de Pequeñita. Una de las familias tiene un bebé de casi tres meses, su hermano de cuatro años y medio en algún arrebato de amor filial quería estrujar al pequeño. Ya os lo imagináis. Sus padres le decían, «con cuidado, es muy pequeño». Entonces a mí se me ocurrió contarle algo que hacíamos con mi hija para que fuera cuidadosa con mi sobrina cuando era un bebé muy pequeño. Le decíamos que la cabecita de la niña era muy delicada, como el cristal y tenía que tratarla con mucho cuidado para que no se rompiera. Inmediatamente me di cuenta de que había metido la pata.
Pasados unos días, he interpretado aquellas caras de pánico como resultado de una imagen que debieron crear en sus mentes de la cabeza de un bebé partida en mil pedazos que les debió parecer muy macabra a juzgar por su gesto. Una imagen que ni había pasado por mi imaginación hasta ver su gesto. Con aquello, me di cuenta de que la historia no había sido muy acertada en aquel contexto.
El caso es que me sorprendió porque a mí hasta ese momento me había parecido una idea de lo más romántica. Cuando yo le decía a Pequeñita aquello, ella con mucha delicadeza le tocaba la carita y se mostraba especialmente cuidadosa. Nunca había sentido que le estábamos diciendo algo tan terrible como se intuía en las miradas de mis compañeros de aperitivo. Mi reacción fue decirles: «¿no os parece buena idea, verdad? Vale». Y dejarlo pasar.
El caso es que después le he estado dando vueltas. ¿Por qué algo que a mí me parecía tan estupendo a aquellas familias le había parecido maquiavélico? Con el paso de los días lo he ido entendiendo.
Mi hija ha tenido siempre a su alcance el cristal. Cuando empezamos con el Baby Led Weaning es verdad que colocábamos la comida en la bandeja de la trona o en un cuenco de plástico que muchas veces terminaba en el suelo. Pero enseguida fuimos dándole vasitos de cristal, al principio de los pequeños de chupito. Y los platos eran de cerámica como los nuestros. Los suyos pequeños de postre pero de loza. También cuencos de cerámica con la comida de cuchara: el arroz, la pasta… Hacíamos esto porque siempre he sido muy cuidadosa con la forma de calentar la comida. No quería comida caliente en envases de plástico por el benzeno y el bisfenol, componentes tóxicos que llegan a la comida fácilmente si hay calor por medio. Como calentábamos su comida en cerámica o cristal, se la servíamos en esos mismos recipientes. Ella se sentaba en la mesa con nosotros y tenía su vasito de cristal como todos. Hemos roto muchos vasos y también algunos platos. En todas las casas se rompen vasos y platos y no por eso los cambiamos por otros de plástico. Se recoge, se pone otro y listo. Entendedme, se han roto vasos pero tampoco ha sido una cosa escandalosa y no siempre han sido los de Pequeñita. ¿Quién no ha roto un plato?
Nos parecía que el hecho de que se rompiera incluía una serie de aprendizajes: hay que ser cuidadosos, si se rompe hay que parar y recoger todo bien, tener cuidado con andar descalzos y luego, seguir comiendo. Eso es la vida también, ¿no? En muchas ocasiones cuando ella coge algo de cristal, le advierto que es de ese material y le recuerdo que debe ser cuidadosa. Esto lo hago cuando es algún objeto desconocido para ella, los objetos cotidianos los tiene identificados y tiene cuidado. Lo ha interiorizado desde pequeña y actúa en consecuencia. Por eso cuando le hemos dicho que la cabecita de su prima era tan delicada como el cristal, ella simplemente ha sido más cuidadosa en sus caricias y sus muestras de afecto.
Recordando aquella mañana que os describía al principio, me di cuenta de que allí todos los vasos, los platos y los cuencos de la mesa que se había preparado para que las y los más pequeños picotearan, eran de plástico. Seguramente, aquellos niños y niñas siempre comían con enseres de plástico, incluidos los cubiertos en muchas ocasiones y no me refiero a un picnic o a un cumpleaños. Los cubiertos de Pequeñita siempre fueron de metal, quizá tuvimos una cuchara de estas de silicona al principio, pero por poco tiempo. Todavía hoy, come con cucharas y tenedores de postre y de metal. En ocasiones usa cuchillo de los que apenas tienen filo, esos que son ideales para el pescado y para untar el paté pero que pueden usarse sin problema para cortar un filete si no son demasiado viejos. Los hijos e hijas de mis amigas no tienen la misma experiencia, por eso, aquellas familias vieron como algo macabro mi metáfora. Todo es una cuestión de perspectiva.
No sé muy bien qué diferencia hay de cara al futuro entre esos niños y la mía, si es que hay alguna. No puedo asegurar que estos niños y niñas vayan a romper los mismos vasos y platos que la mía, solo que un poco más tarde, pero pienso que es posible. Llevan tanto tiempo con platos y vasos de plástico que no han aprendido que el cristal es más delicado, que pesa más y es más frágil. Y que si lo manipulan sin cuidado, puede romperse. Mi hija eso lo tiene claro. Es posible que si se los empiezan a dar ahora, por el hecho de ser más mayores, tengan más cuidado, no lo sé. Por otro lado, mi hija aprendió esto en un momento en que nunca estaba sola así que no había un exceso de peligro, si se rompía algo estábamos ahí. Ahora pienso que es más fácil que las y los otros niños accedan a este material y a veces, estando solos, así que el riesgo podría ser mayor, pero tampoco puedo asegurarlo. En la vida los vasos son de cristal y los platos de cerámica. Si les pedimos algo de comer en un restaurante, en principio, van a dárselo en ese formato. No sé hasta qué punto tiene sentido haberles privado de manipularlo antes.
Sea como sea, es una cuestión de opciones, yo creo que hicimos lo correcto, pero no cuestiono las otras opciones. Está claro que mi idea de decirle eso al hermano mayor, no fue buena idea porque no encaja en el planteamiento de los padres y madres allí presentes y eso hay que respetarlo, cada familia decide qué opción es la mejor. Por nuestra parte, si tuviéramos otro hijo, lo haríamos del mismo modo.
Y vosotras (personas que me leéis), ¿cómo lo hacéis? ¿Cristal o plástico? ¿Cuáles son los motivos para elegir una u otra opción? Me encantará conocer los motivos de todos los puntos de vista.
Editado 5 de julio de 2017
A raíz de un comentario recibido, me ha parecido interesante incluir una frase que recoge Paulina de un post de Montessori en casa. La frase es: «Si no le damos a un bebé un vaso de cristal es porque valoramos más el vaso que el aprendizaje». Me ha encantado. Os dejo el post de donde ella lo ha sacado porque me ha parecido interesante el planteamiento de Cristina.
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Yo he hecho el de Montessori en el hogar, si quieres conocer mi experiencia, puedes verla AQUÍ.
Hola Paulina, me ha gustado mucho el post y la frase, tanto que voy a editar el post y lo incluyo. Muchas gracias por compartirlo. Un beso.
Hola Soraya
Hace unos años atrás leí un post de Cristina de Montessori en casa sobre si los niños deberían utilizar vasos de cristal. Y ella recito una frase de Montessori— Si no le damos a un bebé un vaso de cristal es porque valoramos más el vaso que el aprendizaje. M.Montessori—.
Esa frase me dejó bastante pensativa. Nunca lo había pensado de esta forma. Si tenéis tiempo de leer el post esta bastante interesante.
Un abrazo
Paulina
Si vuestra experiencia es que tira todo al suelo, esperaría un poco, no tiene mucho sentido dárselo si sentís que es seguro que lo va a tirar contra el suelo. Yo creo que con esa edad, ya bebía en un vasito de cristal pero cada niño es un mundo, ella ha sido siempre muy cuidadosa con todo. Las necesidades de experimentación de cada bebé son diferentes. Un abrazo.
Si sientes que es el momento, seguro que lo será. Yo también recomiendo que en los cestos de tesoros haya cristal, siempre controlado, claro, para que vayan experimentando. un abrazo, gracias por leer y compartir tu experiencia.
Me ha parecido un post muy interesante ya que justo en estos días estoy planteándome el poner a mi hijo, que cumple mañana 11 meses, un vasito de cristal para que comience a manejarlo. La comparación con la delicadeza de la cabecita de un recién nacido me parece de lo más acertada pero también entiendo la reacción de esos padres para los que entregar algo de cristal a su hijo tiene visos de acabar en desastre. Lo que sí te puedo decir es que, tras leerte, estoy aún más decidida a que mi niño comience a manejar ese material 🙂
Hola! ¿Cuánto tiempo tenía cuando le dejaste usar cristal y loza ella sola? Yo tengo un bebé de 16 meses y no nos terminamos de atrever porque siempre terminan el plato y el vaso en el suelo en las comidas. Sí que le dejamos beber de cristal si lo sujetamos nosotros, lo que pasa que así me da la sensación de que le quitamos libertad de movimiento para aprender a beber sólo. ¿Quizás es demasiado pronto? ¿Llega un momento en el que dejan de tirar todo lo de la mesa al suelo? Espero que sí, jeje 🙂