Hace mucho que debería haber escrito sobre esto pero se van amontonando las cosas por hacer, los mensajes que transmitiros y me voy dejando cosas en el tintero. Como últimamente estoy rodeada de familias que viven esta situación, no puedo dejarlo más. Os muestro una estrategia para emplear en las rabietas que puede ayudaros a parar estas situaciones que se convierten en verdaderos ataques al más puro estilo de la niña de El Exorcista, somos muchas las que empleamos esta expresión y es que describe muy bien lo que ocurre en estos momentos. Otra metáfora podría ser: «se convierte en el demonio de Tazmania». No sé por qué, este último tiene un tinte gracioso que ni la niña de El Exorcista ni nuestros hijos e hijas muestran en esos momentos de intensidad absoluta.
Como el post me quedó muy largo, para variar, he decidido partirlo en dos partes, en la primera os hablo de qué son las rabietas y de la importancia de los límites corporales en los primeros años del desarrollo y en la segunda parte os hablo de la contención como estrategia ante estas rabietas especialmente agresivas que incluyen ataques a los objetos, a otras personas y a ellas y ellos mismos.
¿Qué son las rabietas?
Las rabietas son subidones de adrenalina en sangre, es una cuestión fisiológica que ocurre en los primeros años de la vida y que es muy habitual entre los dos y los cuatro años. En cada caso son diferentes, hay niños que tienen rabietas durante todo ese período, niñas que solo al principio, hacia los dos años, otros hacia el final y hay casos donde ocurre de manera intermitente coincidiendo con sucesos que generan estrés en sus vidas.
No es necesario que haya un motivo o un desencadenante, las rabietas suponen un proceso fisiológico que forma parte del proceso de desarrollo y que en condiciones normales, ocurrirá en mayor o menor medida en algún momento de este período de edad o alrededor de él. Pero, lógicamente, si hay cansancio, hambre, estrés por algún motivo, una presión excesiva por parte de las personas adultas que lo rodean, etc., será más probable que ocurra.
Podría enredarme hablando de teorías sobre qué son las rabietas, podríamos ampliar esta sencilla información hasta el infinito con datos pero no voy a hacerlo porque lo que me interesa, en esta ocasión, es esta parte.
Cuando hablo de las y los terapeutas del vínculo me refiero a las personas cuyo enfoque terapéutico se basa en la Teoría del Vínculo, ya os iré contando más.
Buscando límites corporales
En esta caso hablo a las familias, no creo que este método sea apropiado para las educadoras o educadores, ellos y ellas no pueden invadir la intimidad de nuestros hijos e hijas como os voy a pedir que hagáis, esta es una tarea que solo vosotras, las familias, podéis llevar a cabo.
La primera vez que oí decir esto a Isabel Fuster, mi cara era un poema, ¿cómo podía decir aquella mujer lo que estaba diciendo? ¿Sujetar con firmeza a un niño o niña que me está pidiendo que lo suelte? ¿Cómo podía ser esto respetuoso? No, de ninguna manera. Entonces se lo comenté, le dije que estaba muy sorprendida que lo que estaba explicando contradecía todo lo que había leído hasta la fecha y creedme que era mucho, sobre la crianza respetuosa. Ella muy tranquila me dijo que los niños y las niñas hasta los siete años, especialmente en cuestiones emocionales, no saben qué es lo que necesitan, por tanto no nos lo pueden pedir y respetarles no era la opción más adecuada. Aún así mi cara le mostraba que no estaba del todo de acuerdo con esto, así que me pidió demostrármelo en directo. Me dijo que fingiera una rabieta en la que estaba muy alterada y perdiera el control, entonces yo me tiré al suelo y empecé a gritar y patalear, y ella se colocó literalmente encima de mí en el suelo lanzándome mensajes tranquilizantes. Y entonces me quedó claro, con su más de metro ochenta colocada sobre mí no permitiéndome moverme me transmitió paz, me dejó descolocada y vi claro lo que ocurría. Entiendo que mi experiencia es intensa y pude vivenciar todo esto en mi propio cuerpo, no es el caso de la mayoría de las personas que me leéis, así que entiendo que no estéis de acuerdo porque yo misma no lo estaba hasta que me lo demostraron.
Las niñas y los niños saben la cantidad de hambre que tienen aunque no se les respete, saben qué cosas les gusta hacer y cuáles no y así un sinfín de cosas, pero controlar las emociones no es algo que se tenga controlado en esas edades, si estuviera controlado comprenderéis que no tendrían rabietas. Las personas adultas no solemos tirarnos al suelo y pegar patadas a las personas que nos rodean o romper los muebles, bueno algunas sí, pero no es lo habitual. Pienso que las que lo hacen son víctimas de una muy mala gestión de sus rabietas cuando eran pequeños y pequeñas, así que, leed con atención porque de ser verdad lo que dicen los terapeutas del vínculo y en mi caso, llegada a este momento, me lo creo a pies juntillas, la gestión que hagamos ahora determinará la gestión emocional en sus adolescencias. ¿Sabéis por qué? Porque el siguiente gran pico de subidones de adrenalina en sangre tiene lugar en la adolescencia y haber ido ganando batallas antes nos facilitará muchísimo las cosas después.
Los terapeutas del vínculo dicen que si no se gestiona bien en la primera fase (2-4 años), la segunda fase (adolescencia) se presenta muy muy dura. Así que trabajito tenemos. Cuando mi hija tiene una rabieta, intento mantener la calma porque viene a mi cabeza esto de la adolescencia y me tiemblan las canillas, no quiero ni pensarlo, así que me mantengo firme y actúo con seguridad. A nosotras nos funciona pero no somos las únicas, os lo aseguro.
Lo que parece que buscan estos niños y niñas que golpean y tiran las cosas que les rodean en esos ataques que llamamos rabietas, es un límite corporal. Un límite que necesitan desde que nacen, deben ser abrazados y sostenidos porque esa es la primera forma de contacto que tienen con sus personas de referencia. Somos seres mamíferos aunque se nos olvide todo el tiempo. Somos seres sociales, se dice desde la Psicología Social para que quede más fino, pero viene a ser lo mismo. Necesitamos el calor, el contacto, el abrazo como los gatos, los conejos, los osos, los monos… Y estamos muy lejos de los reptiles que no necesitan nada de esto, aunque la sociedad o la cultura se empeña en que cada vez nuestro estilo de crianza se parezca más al de estos últimos.
Veo esta carencia en los alumnos y alumnas de la ESO a diario, se pegan como forma de tocarse, de encontrarse, de decirse: «tío estoy aquí», «soy tu colega, me importas». Como les da vergüenza o miedo ser amables, tocarse desde la calma, abrazarse o decirse estas cosas de frente y a la cara, se pegan, se empujan… A mí me da mucha pena, tienen doce años y me recuerdan a cachorros de perro jugando, golpeándose, revolcándose y mordiéndose. Me refiero a conductas que ocurren entre personas que ves que se aprecian, que se llevan bien, que se sienten cómodos y cómodas compartiendo espacio. Desafortunamente, no todas las agresiones se realizan desde este punto, ojalá.
Hay madres que me han contado que sus hijos e hijas les pegan durante las rabietas, otras que les dicen que son malas o que les van a pegar y después ejecutan lo que han anunciado. Estas familias se sienten maltratadas y desorientadas porque en muchos casos han educado a sus hijos e hijas desde el respeto, sin gritos, sin insultos, sin golpes y no pueden comprender de donde sale tanta rabia y cómo puede traducirse en este tipo de conductas hacia ellos y ellas.
Hay una explicación, en muchas ocasiones llevan tiempo pidiendo a gritos, aunque ni ellas ni ellos mismos son conscientes, algo que no logran tener mientras viven una situación que les desconcierta más que a sus propios padres y madres. ¿Os habéis puesto a imaginar cómo se sienten ellos y ellas en esa situación en la que parece que están poseídos? Pierden el control por completo, no saben cómo parar aquello, muchos y muchas después se avergüenzan y no quieren hablar de ello o nos cuentan que tienen miedo por haber hecho eso.
Y por otro lado, ¿cómo se siente una madre o un padre mientras espera (para respetar) a que su hijo o hija pase por aquel trance solo o sola? Algunas madres me han contado cosas terribles, esperan llorando a que aquello se pase, se tienen que ir porque no pueden verlo…
En la segunda parte, os propongo una solución que seguro que no funcionará en todos los casos, siempre pasa esto, pero estoy segura de que lo hará en muchos de ellos y merece la pena ponerlo en marcha.
Paola, no hace falta que te diga que lo que menos necesita alguien cuando está fuera de sí es que le peguen, ya lo has vivenciado por ti misma. Pienso que si la situación era tan terrible como para plantearte hacer algo así, podrías haber probado a retenerla un poco más de tiempo, cualquier opción es mejor que agredirlos física o verbalmente. lo que pasa es que en esos momentos es muy complicado mantener la calma, sobre todo si la gestión de nuestras propias rabietas no fue la adecuada. Mucho ánimo y ojalá encontréis la manera de acompañar a tu hija en estos momentos tan complicados. Un abrazo.
No puede ser, justo en el blanco… te agradezco por esto, sabes mi hija es una de ellas tiene tres años y comenzo con esa rabieta de que avienta las cosas y golpea he intentado eso, la he abrazado pero es tanto y tanto su insistencia de quererse soltar que no se hasta que punto esta bien que lo haga, tengo que confesarles hace unos dias le di unas nalgadas (obviamente de esas moderadas )… no supe que hacer y mi esposo me dijo que tenia que hacerlo por que se volvia incontrolable, hasta que me convenci que seria definitivo… obviamente no lo fue sigue con rabietas y ahora me siento culpable nunca le habia hecho eso ya que estoy convencida que no es la solución. Espero con ancias la segunda parte.
No puedo creer que te estés formando en este tema y no te hayan hablado de esto. Por lo que cuentas, creo que puede funcionarte, mantenme informada. Un beso y ánimo, ¡todo pasará! Se trata de mantener el tipo por un tiempo, nada más.
En la segunda parte explicaré con más detalle, pero me refiero a la contención como forma de actuar ante una rabieta en la que nuestros hijos e hijas, pierden el control. Se trata de probar, si tu hijo logra relajarse con la contención, entonces, funciona y entonces, es respetuoso porque no hacerlo sería algo similar a dejar que se duerma agotado de llorar. Si la respuesta de tu hijo fuera negativa, me refiero a que siguiera igual de alterado pasados unos minutos, entonces no sería respetuoso para él, en su caso no funcionaría, te espero en la segunda parte. Puedes seguirlo en: https://www.facebook.com/lamamadepequenita/ o suscribirte al blog para que te lleguen los post a tu correo. Gracias por leer La mamá de Pequeñita.
Hola, acabo de descubrirte y este tema me interesa mucho.
Tengo una hija de tres años con TEA así que te puedes imaginar cómo abundan las rabietas en nuestro día a día …intentamos un modelo de crianza respetuosa con ella y practicamos desde hace tiempo esto de la contención. Aunque he de decirte que no me parecía muy respetuoso hacerlo, por eso te agradezco que me muestres este punto de vista.
Un abrazo
Uff que bien me viene esto! Nico ya un tiempo de tirar las cosas y pegar nos etc. Con montessori en casa este mes toca gestionar las rabietas, además estoy haciendo un curso de Rabietas y esto lo que indicas de sujetarlo no lo había leído hasta ahora. La verdad es muy frustrante ver a mi hijo así le digo cuando estás más tranquila hablamos. Puedes estar cabreado pero no pegas o tiras con las cosas.
Estoy deseando ver la segunda parte.
Un abrazo
Paulina
Está en el horno,el viernes a publicaré. Muchas gracias. Un abrazo.
Gracias a ti Celia. El viernes publicaré la segunda parte. Un abrazo.
Está en el horno, seguramente la publicaré el viernes. Me alegro de que te haya gustado, gracias.
Hola, aún no tienes la segunda parte? No la encuentro y me interesa muchísimo. Gracias por tu post!
Espero impaciente esa segunda parte. Desde que mi peque ha empezado este año el cole, estamos totalmente perdidos, hay días que es un no parar de rabietas y la verdad no sabemos que hacer, tira cosas, nos pega, nos exige, me da miedo no saber tratar el tema y se me vaya de las manos.
Ay, te estoy super agradecida por abordar con este articulo esta problematica!, mi hijo de 4 años recien cumplidos esta pasando por una fase durisima de rabietas, enfados…a los 2 años tb le pasó. Muchas veces no se cómo abirdar la situación porque parece q lo q menos quiere es q esté acompañandole asyq espero con ansias tu segunda parte con recursos 😊