La necesidad de límites corporales y contención en las rabietas, segunda parte.

que puedo hacer cuando mi hijo tiene una rabietaiaEn la primera parte de este post, os hablaba de qué son las rabietas desde el punto de vista fisiológico y por qué es importante establecer límites corporales en situaciones de este tipo con las y los más pequeños, ahora os cuento en qué consiste la contención y cómo ponerla en marcha. En el momento en que me hablaron de la contención como forma de actuar ante las rabietas, empecé a ponerlo en práctica y comprendí que era la mejor opción pese a que en un primer momento pensé que era irrespetuoso porque suponía, muchas veces, hacer algo que aparentemente iba contra la voluntad del niño o la niña.

Últimamente hay muchas personas que me cuentan que sus hijos e hijas están teniendo una etapa de rabietas muy fuertes y muy seguidas donde pierden el control, les agreden o se agreden ellos y ellas mismas o golpean los muebles de la casa o cualquier cosa que encuentren a su paso estén donde estén. Y además, ha pasado el tiempo y  he tenido la oportunidad de comprobar que funciona en muchas familias, tras recomendarlo, me han contado que había funcionado. Por eso me atrevo a decir que al menos, tenéis que probarlo. Es la única manera de que comprobéis si es respetuoso o no. Yo considero que lo es, es la forma más respetuosa de actuar cuando pierden el control, aunque no lo parezca.

Por supuesto que el respeto no debe perderse nunca pero, en este caso, debe entenderse desde otra perspectiva, al menos así lo veo yo. Si no te dejo solo llorando, ¿cómo voy a dejarte solo en una situación así? Comprended que en una situación así, las palabras a distancia no son suficientes, no nos escuchan, nos ven borrosos y borrosas, ¿cómo les llegará así nuestro apoyo?  En una situación de este tipo hay que trabajar desde la zona íntima, desde el cuerpo, no hay muchas más opciones.

La contención física en las rabietas

Habéis cogido a vuestros bebés cuando estaban enfadados una y otra vez en una especie de primeras rabietas. En ese momento ellos y ellas no tenían fuerza para empujaros, sus golpes ni siquiera iban bien dirigidos, decimos que patalean y no interpretamos que llega un momento en que son patadas hacia algo que no pueden alcanzar porque aún son inmaduros. El caso es que cuando no hablaban y no tenían fuerza, los abrazábamos, los sosteníamos, pero ahora que ya tienen casi dos años, dejamos que vivan su rabieta en soledad mientras nos quedamos al lado mirándolos para respetarlos, no lo veo claro. Me gustaría que analizáramos la situación desde el mundo adulto. Si un ser querido tiene un ataque de histeria o de ansiedad o lo que sea, ¿nos quedaríamos a su lado esperando a que dejara de tirar las cosas y patear los muebles o haríamos lo posible por retenerlo? ¿Se consideraría una falta de respeto tratar de sujetarlo? Creo que no. ¿Por qué iba a serlo entonces entre los dos y los cuatro años? Te recomiendo leer la primera parte para comprender mejor esto.

Cuando algunas nos planteamos respetar la voluntad de nuestros hijos e hijas pensamos en sus pautas de sueño, en la cantidad de alimento, en el uso y control de su cuerpo… Esto es algo que nos preocupa, no obligarles a dar un beso, no forzarlos en el cambio de pañal, no desvestirlos por la fuerza para ir al baño… Nos preocupa porque queremos que aprendan que su cuerpo ha de ser respetado, que son libres de hacer con él lo que quieran y usarlo como les plazca porque les pertenece. Con eso pensamos que estamos preparándoles para prevenir el abuso infantil, no tenemos la certeza pero consideramos que es la mejor opción.

Tras reflexionar sobre la contención en las rabietas, ponerlo en práctica y escuchar relatos escalofriantes sobre las rabietas de otras madres, estoy convencida de que es una práctica respetuosa y la prueba clara de esto, es que funciona, se relajan, despacito, no es de repente, pero se van relajando poco a poco. Si no fuera así, entonces consideraría que para ese caso no es recomendable porque el niño o la niña lo considera una intromisión y una falta de respeto. Aún no me contaron ningún caso de estos, pero entiendo que los haya.

No siempre entendí esto así, pero ahora creo que es más irrespetuoso dejarlos que pasen por esta situación solos y solas, aunque estemos a un metro, en este estado (rabietas donde pierden el control) no pueden vernos o mejor, no pueden sentirnos, que es lo que necesitan. En la primera parte explicaba, cómo se sienten ellos y ellas durante y después de la rabieta, creo que es interesante recordarlo, te recomiendo que la leas si aún no lo has hecho. Mi hija no pasa por esto ella sola, si en alguna ocasión ha buscado límites corporales golpeando algo, los ha encontrado, se ha encontrado con mi cuerpo o el de su padre, acompañándola de la manera más intensa que podíamos hacerlo en un momento así.

Muchas de las cosas que se hacen desde la crianza respetuosa, se plantean pensando en las consecuencias futuras: dejamos que tomen actuar ante las rabietasdecisiones desde el principio porque esto les hará más hábiles en sus vidas adultas y respetamos sus cuerpos para que aprendan que deben ser respetados el día de mañana, entre otras muchas cosas. En el futuro, si mi hija tuviera un ataque de rabia en el que estuviera agresiva o descontrolada de alguna manera, me gustaría que alguien le prestara atención, le dijera: ¿estás bien?, le agarrara por los brazos para poder decirle esto y ser escuchado o escuchada, por supuesto, con respeto, sin que ella se sintiera agredida o violentada de ninguna forma. Eso es lo que puede aprender con mi gesto en sus rabietas. Le genera paz. Cualquier gesto en el futuro que no se la genere debería ser rechazado, si todo va bien. No creo fomentar el abuso con la contención, aunque entiendo que puedo estar equivocada.

¿Qué es la contención física?

Como decía, si tu hijo o tu hija tiene estas rabietas en las que pierde los papeles, golpea objetos o a ti misma, la contención puede ser una solución. Por si no ha quedado claro aún, lo que estoy planteando es que sujetes con firmeza a tu hijo o hija, se ponga como se ponga y cueste lo que cueste para mostrarle que no va a estar solo o sola en esto, me refiero al momento en que veáis que van a perder el control. A ser posible antes de que lo pierdan pero, si se va de las manos, a veces es muy rápido, podéis hacerlo después. Si podéis mantener la calma, tratad de tranquilizarlos con «mensajes yo»: te quiero, estoy aquí, yo te acompaño, no te dejaré solo, estoy a tu lado, etc. En estos casos es mejor evitar los «mensajes tú»: tranquilízate, cálmate, tranquilo o tranquila, tienes que calmarte, debes estar tranquilo, para, no puedes hacer esto… Esto último sobra, de verdad, no pueden controlar fácilmente lo que les pasa, si pudieran lo harían, os lo aseguro. Así que les pedís algo que no pueden hacer y eso es muy frustrante y más en un momento así. Si estáis muy alteradas o alterados, no digáis nada, no hace falta, respirad para tratar de relajaros sin soltarlos y seguro que poco a poco vuestras respiraciones se acompasan y lográis la calma que se perdió.

Debéis sujetarles con firmeza evitando que os agredan hasta que se calmen. Hasta que la adrenalina vaya bajando sus niveles en sangre y puedan relajarse. En la primera parte explicaba esto de la adrenalina. Pero si estáis a gusto podéis estar así el tiempo que queráis, incluso echaros la siesta así, todo seguido. Si funciona, será una experiencia muy gratificante, para vosotras (personas que me leéis) pero mucho más para vuestros hijos e hijas y le estaréis ayudando a controlar la adrenalina en sangre desde la calma. Con todos los beneficios que ya os comenté.

¿Por qué es importante marcar límites corporales ahora?

Cuando dejamos a un niño o a una niña a solas con su rabieta, esta terminará pasando, sin vosotras, llegará un momento en que el cuerpo se colapsará y poco a poco irán relajándose puesto que se generan mecanismos que liberan la adrenalina de la sangre, es una cuestión de supervivencia. El organismo lo hace de manera espontánea, es algo parecido a lo que les pasa a las personas diabéticas cuando les da una hipoglucemia, cuando el cuerpo está al límite, su cuerpo genera un chute de insulina para mantenerlos vivos, esto no funciona siempre pero muchas veces sí.

Si no cortamos las rabietas antes de llegar al límite, aprenderán que para parar aquello hay que llegar al final, generar un colapso porque así lograrán parar aquello. En ese tiempo han podido destrozar una casa entera, agredir a personas a las que quieren… No paro de pensar en situaciones del programa «Hermano mayor» (es un ejemplo para que entendáis lo que os quiero decir, sobre el programa tengo muchas reservas pero esto, da para otro post) donde se ve esto claramente, con el agravante de que en edades más avanzadas la disonancia cognitiva, otro mecanismo de supervivencia, tiende a justificar nuestros actos con algún motivo para no sentirnos idiotas o malísimas personas. En esas edades, la falta de control emocional y la disonancia cognitiva van a suponer un caldo de cultivo estupendo para llegar a situaciones de las que se muestran en ese programa. Os pongo un ejemplo para explicarlo: «pego a mi madre porque estoy a tope de adrenalina y no me controlo (rabieta) porque no he aprendido a hacerlo, tengo que llegar al tope de mi ira porque entonces esto acaba, así que pierdo los papeles, me pongo al límite y termino haciendo cosas terribles, muchas veces contra mi voluntad». Pero una vez hecho, para no sentir que soy la peor persona del mundo, me justifico pensando que solo fue un empujón y es que mi madre me pone al límite y siempre me está fastidiando (disonancia cognitiva). Esto genera una inercia muy complicada de superar, mejor prevenir.

qué hace ante una rabietaSi en las rabietas de los dos a los cuatro años y alrededor, cuando empiezan los primeros síntomas de que aquello se va a disparar, tratamos de pararlo y funciona, lo que aprenderán niños y las niñas, es que se puede parar antes sin llegar al extremo, solo eso, ya es mucho. Además aprenderán a identificar señales y que, controlando la respiración, pensando en cosas positivas o evocando la situación de paz que me generaba mi madre sujetándome cuando me pasaba aquello, puedo lograr controlarme.

Como comprenderéis si asocio las primeras señales de mis rabietas con algo positivo como es el abrazo de alguien que me quiere y me dice que está ahí conmigo y que me va a ayudar, el control emocional se convierte en algo muy atractivo. Si lo asocio con una soledad absoluta en la que inconscientemente busco algo pero nadie me lo da, esto genera frustración, más adrenalina y entonces, la única estrategia que tengo, llegar al final para que aquello pare. Esto quiere decir, enfadarme, alterarme a tope, romper cosas para expresar mi enfado, retroalimentar mi ira pegando a las personas que estén cerca… Uf, no se va a llegar al final en muchos casos, pero me agoto solo de pensarlo.

Sólo si comprendéis que en la gestión de las emociones, los niños y las niñas más pequeñas, no están para hacer peticiones muy elaboradas porque es algo muy inmaduro que aún están por desarrollar y que son las personas adultas las que deben ayudarles dándoles estrategias que funcionen en cada caso, tendrá sentido romper con esta idea de respeto inicial de la que muchas partimos que nos hace horrorizarnos pensando en contener a nuestros hijos e hijas.

Por si necesitáis datos científicos sobre los efectos de la contención o el abrazo en una versión más suave, podéis leer aquí algunos.

Ojalá este post os sirva para ayudar a vuestros hijos e hijas a superar esta etapa tan complicada y podáis sembrar una semilla de desarrollo emocional saludable que les permita ser muy felices y controlar sus propias emociones a lo largo de toda su vida.

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3 comentarios en “La necesidad de límites corporales y contención en las rabietas, segunda parte.

  1. Hola, este post me ha servido mucho porque mi hija acaba de cumplir tres años y está empezando esta etapa, no sabía qué hacer, dedirle que cuando se calme hablamos y estar junto a ella no ha funcionado mucho, ahora voy a aplicar esto. Gracias. Si pudiera ponerse en contacto conmigo para otra consulta desesperada sobre otra situación del tipo emocional que no puedo contener se lo agradecería mucho. Es peor que la rabieta.

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