Cercenando las emociones

reprimir emocionesHoy viví un episodio que me dio mucha pena. Fue en una escuela infantil a la que voy con Pequeñita a hacer una actividad dos días a la semana. Una compañera de mi hija no estaba hoy en su mejor día, tener dos años y estar en la «adoslescencia» como le oí decir a Bei de Tigriteando, es muy difícil en muchos momentos. El caso es que le había pedido a su madre que le llevara un vestido de princesa y antes de entrar en el aula le había pedido que se lo pusiera. No sé por qué motivo, con el vestido puesto y delante de la puerta se ha puesto a llorar, su madre nerviosa le ha empezado a decir, «como sigas llorando te quito el vestido», la niña lloraba aún más, normal. Y su madre más insistía, » si sigues llorando te lo quito». Una de las educadoras de la escuela se ha acercado entonces con actitud de «esto lo arreglo yo».

Mientras tanto Pequeñita y yo que somos igual de cotillas observábamos la escena con cara de que no estábamos observando. La educadora se ha acercado y le ha dicho a la niña: «no llores», la niña seguía, «si dejas de llorar te daré un premio», la niña seguía, «no puedes entrar en la clase llorando»…

Ha sido lamentable. Especialmente porque ambas adultas, la madre y la educadora son personas cariñosas, atentas, con muy buena intención, una buena madre y tal y como está el patio, una buena educadora. Pero ambas estaban cometiendo errores importantes.

¿A nadie se le ha ocurrido decirle? «Pequeña, ¿qué te pasa?, ¿por qué lloras? Yo no daba crédito. Se lo habría preguntado yo misma de no ser porque la educadora apareció allí como que tenía la receta mágica que todo lo cura, de haber sabido que le iba a decir aquello habría intentado adelantarme.dejar a los niños llorar

Y es que parecía que lo importante no era por qué lloraba la niña sino que dejara de llorar, ¿por qué? Porque a aquellas dos mujeres adultas les angustiaba que la niña llorara sin saber el motivo, seguramente sin ser conscientes de ello, les estaba removiendo algo personal y necesitaban parar aquello como fuera, pero claro, eso responde a una necesidad de ellas, de esas mujeres adultas, no de la niña que por el hecho de tener dos años debería tener una atención especial. En este caso, mientras ellas resolvían una necesidad personal, nadie resolvía la de la niña.

¿Qué aprende una niña en una situación como esa? Yo pienso que algo así como: «da igual por qué lloras, da igual que te pase algo, lo importante es que sepas que no hay que llorar, que no se puede entrar ahí llorando, ni a ningún sitio, si lloras te castigo (te quito el vestido) y si callas te doy un premio. Os diré que la niña finalmente calló, entró a la clase tranquila y yo no vi que le dieran ningún premio, así que hay otro aprendizaje, «lograr que alguien que llora deje de hacerlo es importante, para conseguirlo puedes inventarte cosas como que le darás un premio y luego no dárselo».

¿Por qué lloraba la niña? No tengo ni idea. Muy probablemente ni ella misma lo tenía claro, no se encontraría bien, estaría recordando algo que no le gustaba, estaría cansada, con sueño, preocupada… ¿quién sabe? Y es posible que ni ella misma llegue a comprender el significado de sus llantos en muchas ocasiones, no por el momento. Muchas personas adultas lloran o están tristes y no tienen capacidad para pararse por un momento y analizar qué les pasa, por qué se encuentran así. La gente no tiene la costumbre de dedicar unos minutos a su salud mental y autoanalizar estados emocionales: ¿por qué siento este malestar? ¿será que estoy preocupada por algo? ¿por qué este tema me remueve? Pasamos horas delante del espejo acicalándonos, pero dedicarnos un cuarto de hora a la belleza y la salud psíquica, ¡ni hablar! Ya nos enseñaron desde bien pequeños que hay que ignorar las emociones y si son negativas más, «tienes que dejar de sentir para entrar en este lugar», «hasta que no dejes de sentir no entras», «si dejas de sentir te doy un premio», «si sigues sintiendo te castigaré». Así nos va.

Regalo para el día de la madreComo os decía, es muy probable que la niña no sepa por qué lloraba, pero la única manera de que algún día llegue a entender por qué se siente mal, triste, deprimida (algo de lo que no se libra nadie), es que vaya practicando esto de pensar «¿qué me pasa?», desde pequeña. Si aprende que es importante buscar un significado a los llantos y la sensación de malestar que siente en un momento dado, es más probable que aprenda también a contrarrestar estas emociones negativas, compensarlas, prevenirlas, evitarlas, incluso. Las emociones negativas son importantes, tanto o más que las positivas, aunque nos empeñemos en lo contrario. Bien manejadas, son las que nos avisan de que hay situaciones peligrosas (miedo, estrés..), nos ayudan a defendernos de las injusticias (rabia), nos sirven para reducir nuestra actividad y «recolocarnos» (tristeza, pena) y así, un largo etcétera. Claro para esto hay que saber manejarlas, hay que tener destreza en controlarlas y contrarrestarlas con otro tipo de energías más positivas. ¿Me explicáis como vamos a llegar a este punto si se anulan, se inhiben, se cercenan desde la más tierna infancia?

Demostrarle a alguien que es importante pasa por preocuparte cuando está triste, cuando llora, mostrar interés por este tipo de manifestaciones hace sentir a la otra persona que es valiosa, que alguien se preocupa por ella, que es querida. Yo creo que esto que digo es obvio, que cualquiera que lo lea, pensará: «pues, claro», pero no sé por qué extraña razón, no funcionamos así con las y los más pequeños, olvidando que en los primeros años de la vida se sientan las bases de todo lo que vendrá detrás.

Esta es otra de esas sutilezas a las que no se da ninguna importancia, está plagado el entorno educativo de situaciones como esta, igualmente los hogares, con buena intención, desde el cariño, incluso con afecto, cercenamos las emociones día tras día. Y luego nos sorprende que nos relacionemos tan mal, que nos afecten tanto los comentarios hirientes de otras personas, nos enganchemos (que no enamoremos) de gente que no nos quiere y nos trata mal, nos deprimamos, sintamos rabia por cosas muy pequeñas y un largo etcétera. represión de emociones en niños y niñas

Y luego mi batalla actual, ¿de verdad voy a ser capaz de mostrarle a mi hija que en el cole no se llora, que no se puede entrar llorando ahí, que hay que dejar de llorar… pero en casa sí se puede llorar, todo lo que se quiera, podemos llorar hasta caer exhaustas porque es necesario, sano, liberador? ¿De verdad creéis que un niño o niña de tres años es capaz de integrar dos mensajes tan contradictorios? Lo siento, pero eso no es posible. Más adelante sí, quizá hacia los seis años, tú le puedas decir: «cariño, en el cole, tu maestra hace así las cosas porque le parece que es la mejor opción, pero en casa funcionamos de otra manera». Y quizá lo entienda y quizá tenga la capacidad de explayarse y desahogarse en casa (que ya sería algo), aunque es probable que tampoco pueda hacerlo, es algo muy complicado. Si cala un mensaje tan contundente como «no se llora», es difícil que luego se harte a llorar en casa sin sentir que está haciendo algo incorrecto.

Ahora que para muchas de vosotras (personas que me leéis) se acercan días de vacaciones con vuestros hijos e hijas y estaréis un poco más relajadas que de costumbre, ¿trataréis de prestar atención a las emociones que sientan vuestros pequeños y pequeñas? Y ya de paso, si tenéis un ratito a analizar cómo son las vuestras. Seguro que merece la pena.

Si quieres leer más sobre la importancia de dejar llorar a niños y niñas, por supuesto siempre que estén acompañados, puedes leer esta otra entrada.

¿Te resulta familiar la situación que describo? ¿Estás de acuerdo en que es importante expresar las emociones negativas para aprender a controlarlas? ¿Te parece exagerado mi punto de vista? Espero tus opiniones, seguro que son enriquecedoras para todas.

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11 comentarios en “Cercenando las emociones

  1. Cómo te entiendo, el tema de las abuelas suele ser complicado, si nosotras llevamos a fuego nuestra educación antiemociones, sobre todo negativas, ellas normalmente llevan ahí lo suyo. Y luego viene el colegio, eso sí que lo temo yo. Y en cuanto a los adolescentes, es terrible ver como les tratan algunos compañeros y compañeras, yo veo unas faltas de respeto en el instituto que me dejan alucinada. Hay mucho por hacer, la verdad. Un abrazo fuerte.

  2. La verdad es que no me parece nada exagerado tu punto de vista. Mi peque de 11 meses llora y grita cuando algo no le gusta y puede montar dramas memorables si le cambias el pañal o le pones la chaqueta o la dejas sentada un momento (casi siempre está en brazos) pero entiendo que es su manera de expresar su disconformidad y nunca la reprimo. Intento que lo que no le gusta pase rápido y valido sus emociones. Otro asunto son las abuelas. Con ellas pasa 4 mañanas a la semana y no paran de decirle que no llore, que ya està, etc.Es una lucha difícil porque le ponen buena intención pero a mi me mata ver como pretenden que la niña no se exprese.
    Y como profesora de secundaria también me duele ver a adolescentes enfadados o tristes siendo mandados a callar cuando entran en conflicto con un adulto.

  3. Indefensión aprendida se llama y no solo ocurre en los orfanatos, ocurre en muchas escuelas infantiles y en muchos hogares de muchos niños y niñas. Yo tengo la esperanza de que poco a poco, muchas personas seamos conscientes de lo mal que se hacen muchas cosas. Un abrazo Marian.

  4. Almudena, sé que hacer tu trabajo en las condiciones en que lo hacéis y dedicarle tiempo a cuestiones que casi nadie consideró importantes es muy complicado, pero la satisfacción de estar haciendo lo correcto y de aportar luz a esos niños y niñas en una etapa tan importante sabiendo que estás ayudando a sentar unas bases que llevarán consigo toda la vida, es muy reconfortante. Ojalá encuentres siempre la motivación para seguir haciendo bien las cosas. Muchas personas estamos agradeciéndote que hagas así tu trabajo además de los niños, las niñas y sus familias, aunque muchos de ellos aún no sean conscientes de todos los beneficios. Un abrazo fuerte Almudena. Yo siento que el cambio está cerca y para maestras como tú, será muy fácil porque ya sabéis cómo hay que hacer las cosas.

  5. Una vez leí una frase lapidaria, que se me ha quedado grabada: ‘Los niños en los orfanatos no lloran; han perdido la esperanza de que alguien les coja y les abrace’. Ahí queda eso…

  6. Buenas que razón tenéis. Como mama y maestra hago cosas mal, lo se pero intento reflexionar sobre ellas y estos debates me encantan. Y como decis también me siento rara: Como madre porque tengo a la niña «consentida» solo porque la dejo elegir, decidir y expresarse como quiera y como maestra porque no castigo nunca o por lo menos lo intento y porque en mi aula trabajo mucho las emociones. Y es muy difícil hacerlo o al menos a mi me lo parece por la presión social a la que a veces me someto.

  7. Ay David, estoy contigo, yo sufro muchísimo, primero porque no quiero que mi hija viva entre tanto sinsentido, segundo porque veo cosas terribles que se hacen a niños y niñas con buena intención, ya con mala se puede ver de todo. Y tercero porque me cuesta mucho hacerme entender cuando intento explicar todo esto. En el blog, queda más claro, por eso lo inicié, pero en el directo, me cuesta mucho explicarme o que me dejen acabar las frases, se ríen de mí en tantas ocasiones… Es como si fuera una inconsciente. ¡Cuándo me parece todo tan evidente! La única esperanza es que no estamos solos y que cada vez hay más familias en nuestro barco. Vuestra hija está teniendo un regalo importantísimo que llevará con ella toda la vida, es muy afortunada. Un abrazo también para vosotros y ánimo, que falta nos hace.

  8. Te prometo que algunas veces me dan ganas de decir » Que paren esto, que yo me bajo».
    Poco a poco me voy fijando en estas situaciones que comentas. Se que las tendremos que sufrir tarde o temprano.
    Hace unas semanas vivimos una situación muy común, pero no por ello menos desesperante, en la parada de bus y luego en el bus :
    Bebé de unos 3 meses, llorando como una magdalena en el cochecito de paseo. El papá meneando el cochecito, la mamá diciendo «que te pasa?, no llores…» e insistiendo en ponerle el chupete y la hermanita repitiendo las frases de mamá.
    Era inexplicable su llanto. Tenía un cochecito flamante, mantitas, el indispensable chupete que todo lo cura, el meneito de papá,..
    Pero no eran capaces de cogerle y darle mil besos!!!!.
    Qué pasa, tenía lepra o algo peor?
    Que mundo estamos creando si no somos capaces de abrazar a nuestros bebés cuando lloran?
    Seguro que le están enseñado una clase magistral.
    Algunos me podrían decir: tu coges mucho a tu hija y cuando se pone, llora que no veas.
    SI, pero de momento, NUNCA HA LLORADO SOLA.
    Madre mía, lo que nos queda por delante.
    Un abrazo para los tres.

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