La idea de escribir este post sobre el enfoque que le damos en casa y en la escuela a la historia de los Reyes Magos y Papá Noel, que finalmente se convirtió en dos publicaciones por la extensión que tenía la primera versión, surge tras leer este artículo de la revista ser padres: ¿Deben creer los niños en los personajes mágicos?
En la primera reflexión hablaba de las creencias y valores que hay detrás de estas tradiciones, en esta segunda trato un poco más acerca de cómo puede influir esto en el desarrollo de nuestros niños y niñas.
Considero que en él, Cristina García, da una información interesante y veraz sobre cómo es el pensamiento en estos primeros años de la vida: mágico, no se diferencia lo real de lo inventado, con una imaginación desbordante, con una inocencia que no les permite considerar que una información que viene de una persona adulta pueda ser mentira, etc. Mejor leer el post para ver todos los detalles.
Pero la interpretación que hace la pedagoga y terapeuta de los beneficios que tiene en su desarrollo contarles historias fantásticas, no la veo tan clara. Al final, con determinados temas hay tantos puntos de vista como profesionales, para desgracia de las familias y educadoras que quieren estar informadas. Ella considera que las familias que deciden no contarle a sus hijos historias como la de los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez porque no quieren mentirles «les están privando de un gran alimento para su imaginación, su desarrollo y también su alma», esto me parece un poco exagerado y poco acertado, la verdad.
No creo que sea negativo contarles estas historias, ahí estoy más o menos de acuerdo con lo que opina la autora del artículo, pero cuando habla de la fantasía y la imaginación, no comparto del todo sus valoraciones. Ambas son cosas bien distintas y la fantasía no beneficia tanto a la imaginación como se suele pensar.
La fantasía viene de afuera, casi siempre del mundo de las personas adultas que han vivido muchas experiencias que han determinado el desarrollo de valores, actitudes, miedos, gustos, preferencias… La imaginación, por el contrario, sale de la mente del niño, la va construyendo con sus propias vivencias, con la información que ha ido recibiendo del entorno y con las interpretaciones que ha podido hacer con las capacidades que tenga desarrolladas en ese momento. La fantasía condiciona a niños y niñas en el sentido de que su imaginación que podría ser libre e ir en la dirección que decidan ellos y ellas mismas, vaya en la línea que determinen personas adultas desde afuera, con experiencias y conclusiones que les son ajenas y que muchas veces no pueden comprender con el raciocinio que tienen debido a su corta edad. De tal manera que condicionamos su imaginación con nuestra fantasía y ahí las posibilidades resultantes son muy variopintas. Hay veces que tratando de explicarles algo que no entienden con una historia fantástica les generamos dudas que no tenían o generamos en sus cabezas ideas muy diferentes a las que pretendíamos.
En contra del planteamiento de Cristina García, se me ocurre que explicándole a un niño que Santa Claus o Papá Noel va a entrar por la chimenea para traer sus regalos con la intención de generarle ilusión y curiosidad, podemos generarle un problema innecesario si estuvo por la tarde en un Centro Comercial donde había uno y le dio mucho miedo el personaje, esto es bastante habitual en niños y niñas pequeños. Puede ser que la idea de que ese hombre barbudo y enorme entre en su casa por la noche y a escondidas no le genere ningún estado positivo ni le ayude a desarrollar nada que merezca la pena. Todo es muy relativo.
Ella dice que hay que “evitar contarles historias maléficas de brujas o monstruos que hacen daño, pues también se las creerán causándoles daño, miedo e inseguridad”, pero cuando nos ponemos a inventar o a reproducir historias inventadas, no sabemos cuál va a ser la interpretación que ellos y ellas harán sobre nuestras historias por muy positivas que a nosotras nos parezcan, véase el ejemplo anterior.
La fantasía en niños y niñas muy pequeños tiene ventajas e inconvenientes como todas las cosas en esta vida. Yo no soy ninguna experta en estos temas, pero considero que la clave puede estar en no olvidar que mientras están procesando nuestras historias y personajes fantásticos no están inventando los suyos propios y si de pequeños no lo hacen luego no tendrán facilidad para hacerlo en el futuro. Mientras llenamos sus cabezas con nuestra fantasía no estamos favoreciendo que desarrollen la capacidad de crear las suyas propias, capacidad que viene de serie pero que, a veces, condicionamos o limitamos. Es como aquello de no entretenerlos siempre porque luego de mayores estarán aburridos esperando que otras personas les busquen entretenimiento.
Puedo entender que hay historias que pueden ser benevolentes como ella dice: “los besos mágicos de mamá que todo lo curan, los muñecos comepesadillas que les ofrecemos para calmar sus miedos, los dibujos protectores o las tiritas especiales que curan con solo ponerlas”. Todo esto puede estar bien para facilitar su desarrollo, para ayudarles a comprender un mundo que a veces se presenta demasiado hostil o incomprensible para ellos y ellas. Pero no olvidemos que este tipo de historias surgen de una necesidad del niño o la niña en un momento determinado, “te has hecho una herida y estás preocupada, me invento esta historia para que le quites importancia y estés tranquila”. Pero hay otras como Papá Noel o los Reyes Magos que surgen, casi siempre, de la necesidad adulta de justificar la compra de unos regalos que muy probablemente los niños y las niñas no han pedido o no necesitan o las dos cosas al mismo tiempo. Ya hablamos del anuncio de Ikea en la entrega anterior que hace referencia a esta realidad. Es todo bastante complicado pese a que lo hacemos con total naturalidad en la mayoría de las casas.
Ya comenté en la primera entrega que, por diferentes circunstancias y aunque yo no tengo nada claro como enfocarlo, de momento en nuestra casa hay Papá Noel y Reyes Magos, sin mucha explicación porque Pequeñita aún no las pide pero todo llegará y para cuando llegue espero poder tener respuestas adecuadas a sus preguntas.
Por otro lado, Cristina García da un argumento que me parece muy válido y sobre todo útil para cuando los niños y las niñas descubran el engaño de los Reyes Magos o Papá Noel, “¿mamá, he estado creyendo en una mentira? No cariño, los Reyes magos existen, pero en la fantasía; has estado creyendo en una fantasía”. Esto al fin y al cabo, es verdad, ¿qué os parece?
¿Cómo enfocáis este tema en casa? ¿Y en la escuela? ¿Os recreáis contando detalles? ¿Dejáis que sean ellos y ellas quiénes pregunten? Como os decía en el post anterior, me encantaría leer vuestra opinión, seguro que tu experiencia nos puede dar claves sobre cómo actuar de la mejor manera posible.
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Iremos encontrando la manera, eso seguro.
Totalmente de acuerdo. Me preocupa en esos niños y niñas de la tablet que no tienen muchas oportunidades de imaginar que la fantasía sea la única vía que tengan para acceder a un mundo mágico que considero necesario en la infancia. En niños y niñas con oportunidades sobradas para ser creativos no veo que haya problema. Un abrazo Almu, no dejes de comentar, lo que dices es muy valioso para quienes te leemos.
Como siempre tus aportaciones son valiosísimas para mí, siento que a veces sean recuerdos tristes los que te hago recordar. Pero es un gusto ver cómo tú te enfrentas a ellos y sirve para que otras personas se den cuenta de que las cosas que hacemos tienen consecuencias, no da todo igual como me dicen a mi una y otra vez. Se pueden evitar situaciones que generan sensaciones muy negativas en niños y niñas. No todo el mundo tiene la fortaleza que tú tienes para describir y afrontar algunas situaciones de la infancia. Eres una persona muy especial, que lo sepas, eres admirable. Y tu «churumbel» como tú dices tendrá mucha suerte de tener una madre como tú. Un abrazo.
Yo no sé si he tenido la suerte de que al tener hermanos mucho más mayores, no recuerdo creer en los Reyes ni Papa Noel.
Desde que tengo uso de razón sabía que eran mis padres. Aunque mis padres se guardaban los pocos regalos que podían permitirse y los ponían bajo el árbol en plan «ya están aquí los reyes», recuerdo que nos hacía ilusión abrirlos (aunque no nos gustaran luego, los aceptábamos).
Tengo como un recuerdo mucho peor la vuelta al cole. No sé, nunca he sido materialista pero sí es cierto que a los niños sí se les ha enseñado a que cuánto más reciben: más les quieren, y estas fechas las he terminado odiando desde ni me acuerdo, por el tema de los regalos precisamente… el que los profesores pregunten (hasta el instituto) qué os han regalado y todos digan lo «mucho que les han querido» y lo «bien que se habían portado» (los mismos que hacían bullyng a sus compañeros) pues… es algo que a los niños pequeños les puede resultar algo peor si se les enseña que los regalos que les traen Papa Noel y los Reyes son por esos motivos. Más que nada porque no podía comparar mis calcetines y bragas con sus playmobiles, barbies, nenucos y telescopios…sin contar dineros. ¿No me había portado bien? ¿No me querían? Son preguntas que un niño pequeño se hace.
Creo fervientemente que sí que habría que cambiar muchas cosas, como el motivo por el que se reciben los regalos (no decirles que es porque «ha sido bueno» y cosas así), pero la magia no se pierde aunque pasen los años y se sepa la verdad. Aunque se quiera no se puede luchar con la publicidad y lo que verán en la calle (señores disfrazados, cabalgatas…) y se tendrá que contar una cosa u otra (existen o no). Y no creo que sea negativo contarles la verdad, no pienso que vayan a perder la ilusión por saber que son fantasía.
Cuando tenga mi propio churumbel me haré mil preguntas como estas, supongo. Aunque sí en sueños he pensado en hacer un trato cuando el niño/a (que aún no existe jajajaja) tenga uso de razón: «un juguete o un recuerdo para toda la vida» y regalarle un «vale por un viaje con tus papis», hacer álbumes de viajes y cosas así. Sería un buen regalo para toda la familia, creo que el mejor. Al final es lo que acabarán recordando cuando sean más mayores.
¡Saludos y disfruta lo que queda de fiestas!
Ah y respeto a la imaginación no creo que sea incompatible el crearles personajes ficticios «nuestros» con los que ellos crean. Para mi el mundo de la fantasía es mágico y considero que lo que hay que hacer es potenciar que los niños/as lo vivan. Para ello hay que proporcionarles estrategias e instrumentos para ello, tofrecerles tiempos de juego así como materiales diversos, a ser posible no juguetes elaborados, con los que puedan ser creativos. Soy muy crítica con las nuevas tecnologías, que no digo que no existan, pero aún me sorprende ver a niños de la edad de mi hija (va a hacer 3 años) en el centro de salud, por poner un ejemplo, con las tablets o móvil de sus padres viendo series u otras cosas en lugar de jugar con ellos o llevar un par de cacharritos, coches, muñecos… u otras cosas con las que el niño/a desarrolle su imaginación o su juego simbólico.
Que difícil reflexionar sobre esto jeje. Yo es que a esto le atribuyo además de la fantasía un componente religioso, porque está claro que detrás de los reyes hay una historia en la que particularmente yo no creo y esto me crea a mi personalmente otra preocupación ¿cómo darle a mi hija una versión de este estilo si no lo creo ni yo? Yo aún no se cómo enfocar todo este tema, digamos que estoy también buscando mi propia reflexión por decirlo de alguna manera. Como mi hija aún no pregunta me relajo pensando que tengo un poquito de tiempo por lo menos este año.