«Ahora que ha empezado la escuela, cógele/a menos en brazos» y otras formas de locura

He escuchado esto muchas veces, demasiadas teniendo en cuenta que con una sola, para mí ya sería demasiado. Es habitual que algunas educadoras, que lógicamente no han entendido nada de su trabajo, le pidan a las familias durante los períodos de adaptación que no cojan a sus niños y niñas en brazos en casa.

Parece ser que ahora son las familias las que deben actuar al servicio de las escuelas infantiles, parece ser que ahora las necesidades que hay que cubrir son las de las profesionales de la educación en lugar de cubrir las del niño o la niña.

Que el niño o la niña estaba acostumbrado a estar con su mamá y/o su papá todo el día durante la mínima y lamentable baja maternal en sus brazos, cerca de ellos, escuchándoles, viéndoles al despertar cada mañana y durante el resto del día. Pero oye, que han llegado las dieciséis semanas y toca hacerse duro o dura, la vida es así, dicen algunas personas, mejor que lo aprendan cuanto antes. Y claro, como estos niños y niñas tienen la suerte o la desgracia de tener que estar en una escuela infantil para que sus engañados padres trabajen en un sistema que no siempre les agradece su esfuerzo ni de palabra ni económicamente, pues eso es lo que les toca, un período de adaptación, que resulta que no consiste en que el niño se adapte a la realidad de la escuela y la escuela a la realidad del niño. Ahora resulta que toda la familia debe adaptarse a las exigencias y planteamientos del centro educativo, incluso en lo que al afecto y sus manifestaciones se refiere.

Que tu niño o tu niña pasaban contigo todo el día y ahora te ven tres horas como mucho, pues nada, en recompensa, dejas de cogerlos en brazos, a ser posible, los ignoras, ¿sabes por qué? Porque así cuando lo ignoren en la escuela porque no dan a basto, porque las ratios están hechas para súper heroínas y no para personas humanas de carne y hueso, ya habrá aprendido que sus necesidades no valen nada, que da igual si él siente que lo han dejado abandonado o abandonada y que pasa más de la mitad del día ansiando volver a oler a su mamá, verle la cara, que lo miren con ojos de «eres lo mejor que me ha pasado en la vida». Tiene que aprender que el mundo es un lugar hostil, porque, claro, eso es tan útil para la vida… (léase la ironía)

¿Os imagináis como debe sentirse un bebé sin conciencia del tiempo, después de aguantar estoicamente siete, ocho o incluso nueve horas en las escuela infantil a que vengan a recogerlo y lo que se encuentre es que además de dejarlo allí todo el día ahora ya no le cogen, ya no le dedican tiempo, ya no interactúan con él… Porque tristemente, las familias siguen estos consejos perversos que dan algunas educadoras. ¿A alguien se le ocurre qué puede sentir un bebé en estas condiciones aparte de que ya no le quieren, de que ya no es valioso? ¿Qué pretendemos que piensen? «Bueno en realidad me quieren muchísimo aunque me dejen en un lugar que no conozco y con personas desconocidas que apenas tienen tiempo para hacerme caso y me adoran aunque cuando vengan a recogerme se hagan los despistados como si no estuviera pero, es normal, lo hacen por ayudar a las pobres educadoras de la escuela que no dan a basto y necesitan ayuda para que los bebés no pidan ser sostenidos, no pidan ser atendidos…» ¿Estamos locas?

¿Qué consecuencias pensáis que puede tener esto sobre sus frágiles personalidades en pleno proceso de desarrollo? ¿Realmente consideráis que es inteligente que un bebé totalmente vulnerable deje de llamar la atención que es la única manera que tiene de asegurar su supervivencia porque haya aprendido que no merece la pena, que haga lo que haga, ya no le hacen caso ni en la escuela ni en casa? Esto no es adaptativo y por tanto no es inteligente, es útil para el sistema, no para ellos y ellas. 

¿De verdad queremos que nuestros hijos e hijas sientan indefensión desde las dieciséis semanas de vida? ¿Alguien considera, de verdad, que esto trae algún beneficio a las y los más pequeños? ¿Cuáles son los argumentos más allá de las necesidades del personal de la escuela?

Hay muchas cosas en el sistema que me molestan profundamente, pero que cuestionemos que las familias amen a sus hijos e hijas por encima de todas las cosas, les dediquen todo el tiempo que les sea posible y más en los primeros años, con la disculpa de que eso les hará blandos o peores personas, con la disculpa de que serán más dependientes, hace que me hierba la sangre, ya me veis.

Las personas más seguras y más independientes suelen serlo porque saben que si cometen errores en sus vidas, si se equivocan o si se caen (entiéndase la metáfora), habrá alguien detrás que les ayudará a levantarse. Aquellos que no tienen la seguridad de que sus personas de referencia les quieren porque han dejado de mostrárselo, por el motivo que sea, serán menos valientes, tendrán que asegurar más, por si acaso, buscarán ese afecto que no tienen, porque esto es una necesidad humana, en otras personas. Con la posibilidad de no ser correspondidos, de que la otra parte no sienta lo mismo. ¿Qué amor hay más incondicional que el de una madre? Si una madre no se muestra así, ¿qué garantías tienen sus hijos o hijas de lograr suplir ese amor con una persona de la calle? Es posible, pero dar con ello implica muchos desengaños y mucha suerte, diría yo. No es algo que vaya a pasarle a todo el mundo.

Por si queda alguna duda, tened claro que la única manera de que un niño o una niña sepan que son queridos y que son valiosos es que se les diga y no solo eso, también que se les demuestre con hechos que eso es así, ¿cómo puede saber un niño o una niña que lo quieren si no se les demuestra abiertamente, cómo puede saberlo nadie?

Así que dejadme que os de un consejo si vais a incorporaros al trabajo y vais a dejar de ver a vuestro bebé por unas horas. Dejaros llevar por vuestro instinto cuando estéis con ellos y ellas de nuevo. Dejad que fluya todo vuestro amor de madre o de padre. Pero no solo eso, aseguraros de que tenéis la energía suficiente al recogerlo para darle todo el amor del mundo, para que pueda compensar la angustia, el miedo, la incertidumbre que habrá sentido en un lugar donde no conoce a nadie, donde es probable que no haya habido en todo momento alguien contándole lo que venía después o explicándole qué estaba pasando. Trabajad un poco menos si sentís que vais a llegar agotados o agotadas o sin fuerzas suficientes porque la ocasión lo merece.

Cualquier personas siente estrés cuando tiene que estar muchas horas en un lugar nuevo, dudas sobre qué será lo correcto, miedos sobre si encajará allí, inseguridad en muchos momentos ante situaciones nuevas… ¿Cómo vamos a pensar que un bebé de pocos meses que ha estado hasta ese momento con su madre y/o su padre no va a sentirlo? La diferencia es que no puede ponerle palabras y eso no facilita las cosas, se guarda la angustia, la rabia y el estrés en forma de energía difusa a la que luego no es fácil acceder y puede generar problemas en el futuro.

Vale, ya sé que esto no es agradable de escuchar, ya sé que no os quedó más remedio, ya sé que está siendo duro también para ti… Pero entonces, trata de compensarlo, dedícale todo el tiempo que te sea posible, si crees en el colecho, no tengas miedo de dormir con él o ella, puede ser una manera de compensar la ausencia de horas. Llénale de afecto el tiempo que puedas para que cuando se sienta sola o solo pueda acudir a esas sensaciones de placer y revivirlas para que el tiempo se le haga más corto, la ausencia menos dura y la angustia se atenúe.

Las familias no pueden estar al servicio de las necesidades de la escuela, son las escuelas las que surgen para cubrir necesidades de la familia.

Si en una escuela te dicen que no cojas a tu bebé en brazos para que no esté acostumbrado y puedan hacer más fácilmente su trabajo, piensa en qué tipo de atención va a recibir tu bebé en ese lugar, háblalo con la educadora, a veces reproducen frases que han escuchado sin mala intención, a veces les falta formación, dile que te mueres de la pena solo de pensar en que tu bebé sienta que no le quieres como antes, envíale este artículo para que lo lea… Haz lo que consideres oportuno, pero nunca dejes de manifestar afecto a tu bebé si sientes la necesidad de hacerlo, porque ese afecto le pertenece, debes dárselo.

Si quieres saber más sobre la influencia del afecto en esta primera etapa, te recomiendo que leas este post sobre el desarrollo de la mente desde las primeras vivencias. y si quieres leer más sobre cómo se guardan las necesidades no cubiertas de la infancia cuando aún no hay lenguaje puedes leer este otro.

 

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4 comentarios en “«Ahora que ha empezado la escuela, cógele/a menos en brazos» y otras formas de locura

  1. Hola Soraya. Te sigo desde que Vito nos pasó en el grupo de yoga para bebés del Bhima un post que publicaste que nos venía como anillo al dedo («A ti que fuiste mamá hace poquito»). Ni te imaginas la cantidad de veces que lo he leído y la cantidad de veces que lo he compartido. Ya entonces quise escribirte para darte las gracias, pero tenía poco tiempo. Leo cada uno de los post que publicas, todos interesantísimos y llenos de información muy valiosa. Es con este con el que me he decidido a escribirte para darte las gracias, porque independientemente de la polémica que pueda suscitar el tema de las escuelas infantiles, has sido capaz de ponerle palabras a las ideas que yo tengo pero que a menuda no soy capaz de reproducir o defender. Mil gracias por tus enseñanzas, por dedicarnos tu tiempo y por el curso de la Escuela de Bitácoras. Si algún día te veo por Rivas te las daré personalmente.

  2. Inés, formo educadoras infantiles, soy profesora en el Ciclo de Grado Superior, amo mi trabajo y me siento muy afortunada de poder formar a profesionales con una responsabilidad tan grande. Dicho esto, te diré que por mis aulas pasan personas estupendas que luego son grandes educadoras y otras que no lo son tanto y que luego hacen su trabajo con muchas carencias. A pesar de todo, yo no pierdo la esperanza, me esfuerzo al máximo por transmitirles cuáles son las necesidades de niños y niñas y trato de que se sensibilicen con ellos y ellas para que puedan hacer el mejor acompañamiento. Lo que estoy describiendo es una realidad, es lo que algunas educadoras le dicen a las familias. No generalizo, son algunas, sólo faltaba que lo dijeran todas. Lo que pasa es que con una que lo diga ya me parece demasiado, pero no es solo una… creéme, conozco varios casos, al compartirlo en Facebook otras mamás han contado que se lo dijeron. En cualquier caso, Inés, agradezco que te sientas ofendida porque eso demuestra que te gusta tu trabajo y en tus palabras se percibe el amor que le pones a tu trabajo. Soy consciente de que hay muchas educadoras que aman su trabajo y se esfuerzan cada día por hacerlo lo mejor posible, la idea es que todas puedan trabajar así salvando las carencias formativas, haciendo que vivencien las experiencias de los niños y las niñas para que sean empáticas con ellos y ellas, que se mejoren las condiciones de trabajo… Un abrazo Inés, gracias por compartir tu experiencia.

  3. Permíteme que no esté de acuerdo contigo en lo que respecta a las escuelas infantiles y los educadores infantiles. De verdad que siento mucho la opinión que tienes de nosotros. Has debido tener alguna experiencia negativa pero por favor no generalices.
    Lo primero es que el objetivo de las escuelas infantiles es el bienestar del niño, no de la familias y mucho menos de las personas que allí trabajan. Estoy totalmente de acuerdo en que las ratios son excesivas y debemos luchar para mejorarlo (familias y profesionales) ya que no siempre se puede atender a los niños como nos gustaría, pero la idea que reflejas de los educadores es totalmente errónea: se achucha a los niños, se les besa y se les quiere como si fueran de tu familia… como en todos los sitios habrá gente sin vocación pero te puedo asegurar que en una escuela infantil no se trabaja ni por el salario ni por el reconocimiento, se trabaja porque te encantan los niños, quieres verlos crecer, ser parte de sus progresos. Ni te imaginas la ilusión que puede llegar a dar que un alumno diga tu nombre o te reciba cada mañana con una sonrisa. No olvides que ellos también pueden ser padres y madres, harán colecho con sus hijos, los portearan y aplicarán a su vida aquello que defines como educación respetuosa.

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