Cuadriculando el comienzo de la alimentación complementaria y sus infancias

Hace unas semanas, presencié una conversación en la que un papá decía que el día anterior habían ido al pediatra y les había dicho que al día siguiente (día en que tenía lugar esta conversación) tenían que empezar con la papilla de verduras y con la de frutas como alimentación complementaria de su hija de cinco meses. No puedo comprender por qué las y los pediatras se saltan continuamente las recomendaciones de la OMS y de la Asociación Española de Pediatría que, en teoría, representa a las y los profesionales de su sector saltándose la lactancia exclusiva (materna o artificial) durante los primeros seis meses de vida.

El papá decía que iba a ser muy duro, la niña pasaba normalmente las mañanas con los abuelos pero las tardes las pasaba con él, ese día justamente, tenía que hacer un curso y no iba a poder estar con su niña por la tarde. Este chico decía algo así: «pobre, va a estar toda la tarde llorando porque nos echa mucho de menos cuando no estamos y encima todo este jaleo de la comida de repente y en el mismo día».

Me callo muchas veces, porque entiendo que tengo que ser respetuosa con las formas de crianza de otras familias, pero, hay veces, en que no puedo callarme. Las personas que me conocéis, lo sabéis. Esta era una de esas. Esta fue la conversación que tuvimos:

– «¿Mañana sí que estarás por la tarde con tu niña?».

– «Sí, mañana, sí».

– «Y, ¿por qué no empiezas mañana con los purés?»

– «Porque el pediatra ha dicho que empezáramos hoy».

– «Ya, pero imagina que la cita te la hubiesen dado un día más tarde, entonces, tendrías que empezar mañana con todo esto. Total, no creo que vaya a pasar nada porque tardes veinticuatro horas más en hacer llegar esos nutrientes a su estómago, ¿no?»

– «Jo, me estás haciendo sentir fatal, es que nosotros hacemos caso al pediatra».

En la sala, había otra mamá, que en ese momento comentó que iba a trabajar más horas cada día dentro de unas semanas y que seguro que a ella también le iban a «meter todo de golpe» como a la otra niña. Se nos olvida que quien mete todo de golpe a nuestros hijos e hijas somos nosotras, no las y los pediatras. Al menos en este segundo caso, iban a respetar esos seis meses de lactancia. La mamá decía que en su caso, su hijo estaba deseando coger la cuchara. Y otra vez, mi boca habla sin pedirme permiso. «Pues lo mismo tiene, que coma por gusto o que se bloquee el primer día ante tanto cambio». Ahí me tenía que ir y lo hice con una mezcla de cabreo y de estupor. Conste que mi relación es buena, especialmente con este padre, que os garantizo que es una persona estupenda y que si hace esto es porque considera que con ello, hace lo mejor por su hija, como la mayoría de las familias, eso lo tengo claro.

¿Por qué nos comportamos así con las y los más pequeños? ¿Por qué estamos tan ciegos y ciegas como para no ver que las cosas que pueden hacerse sencillas y agradables, no hace falta complicarlas? La vida está llena de cosas terribles que no se pueden cambiar, para muchas personas, ir a su trabajo cada día es una de ellas. ¿Tan difícil es hacer que la infancia sea un período bonito y feliz y no una carrera de obstáculos?

No puedo entender tanto cuadriculamiento, perdonadme, pero no puedo, no lo veo necesario. Estoy convencida de que el propio pediatra, si le hubieran dicho cual era la situación familiar de ese día, les habría dicho algo como: «no importa, empiecen al día siguiente entonces, cuando puedan estar uno de ustedes». Las y los pediatras dan sus recomendaciones, pero no conocen el panorama familiar, los impedimentos, el carácter del niño o la niña, cómo encajan los cambios, si nos dará tiempo a ir al mercado para comprar todo lo necesario y miles de cosas que se me ocurren y que afectan a una petición tan aparentemente sencilla como: «mañana empiecen con las frutas y las verduras». Creo que es tarea de las familias, compaginar las instrucciones de los profesionales con las necesidades de nuestro hijo o hija a otros niveles que solo nosotras, personas que convivimos y conocemos a las y los más pequeños, podemos controlar.

Creo que bastaría con salir un poco de la situación personal para comprobar que hay pediatras que dicen que hay determinadas frutas que hay que dejar para el final y que, a veces, coinciden con las que, otro u otra profesional, recomienda para el principio. En los lugares de interior se suele empezar por la carne, en la costa, por el pescado. A unas nos dicen que hay que esperar no sé cuantos meses para comer pescados diversos mientras a mis amigas de Cádiz se lo incorporan al principio de la alimentación complementaria, en muchos casos antes de los seis meses.

En nuestro país, muchos y muchas pediatras dicen que las frutas tropicales hay que dejarlas para el final por el riesgo de alergias. ¿Os habéis planteado que en algunos países tropicales no tienen acceso sencillo a frutas que no sean tropicales? Por eso, las primeras frutas que ingieren sus retoños son precisamente las que nosotras tenemos que darles al final. ¡Tiene todo tan poco sentido!

Me gustaría recordaros que en Oriente o en Occidente, en el Norte o en el Sur, los seres humanos somos todos Homo Sapiens Sapiens y que en los primeros meses de vida aún no estamos habituados a nada y que, aunque nos cueste verlo, somos todos y todas igual de sencillas o de complejos. La biología no entiende de fronteras, no al menos al principio, como decía, cuando aún no nos hemos acostumbrado a nada en concreto.

Semanas después, me encontré con este papá, le pregunté qué tal estaba yendo todo, me comentó que los primeros días muy mal, pero ahora ya bien, «¿ves? Al final nuestro sistema no era tan malo», me dijo. Yo no dije nada, pero pensé: «eso habrá que preguntárselo a la niña». Y aquí vuelvo a repetir que este chico es un encanto y que seguro que le aporta millones de cosas buenísimas a sus niñas, no quiero criticarlo, simplemente denunciar algo que muchas familias hacen con su mejor intención y que podría replantearse.

Creo que perdemos el norte muchas veces, mostrando una carencia absoluta de empatía que a veces les pedimos que tengan a niños y niñas que no pueden poseer por una cuestión puramente biológica. Les sometemos a situaciones innecesarias que, desde mi punto de vista, sí tienen consecuencias, aunque no siempre puedan observarse fácilmente. Ya sé que afectan demasiadas cosas, nunca sabemos cuál va a ser el resultado de la combinación de todos los factores, pero creo que siempre será mejor introducir ingredientes más amables en la receta de la vida de nuestros niños y niñas, los amargos llegarán solos.

Es verdad, que a medida que pasa el tiempo y voy siendo consciente de mis propios errores, menos capaz me siento de juzgar a nadie. Pero a veces, podemos hacer la vida mucho más agradable con un simple gesto y creo que deberíamos tener especial cuidado con la de nuestros pequeños y pequeñas, especialmente en estos primeros momentos donde están aprendiendo qué es el mundo y qué representan ellos y ellas en él.

¿Tú también sientes que las necesidades de las y los más pequeños no son siempre respetadas? ¿Te has visto en una situación parecida al seguir instrucciones de tu pediatra? ¿Qué opinas de este tema? Me encantará saber qué piensas y leerte en los comentarios. Y si te gustó, por favor, comparte. ¡Muchas gracias!

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4 comentarios en “Cuadriculando el comienzo de la alimentación complementaria y sus infancias

  1. Yo no sé si es algo del desarrollo de la especie o de nuestra propia experiencia de niños, pero el caso es que el tema de la alimentación genera mucha angustia y muchas familias no son capaces de respetar la necesidad de sus hijos e hijas. De los profesionales, mejor no hablar, aunque siempre hay de todo, claro está. Al final, las que soportamos nuestras angustias y nuestros miedos descubrimos que es importante respetar sus necesidades y su constitución. La obesidad es otro de los grandes problemas de los modelos de crianza que no respetan a niños y niñas. Gracias por compartir tu experiencia Lucía. Un abrazo enorme.

  2. El tema de la alimentación complementaria siempre genera controversia. Yo creo que hay que seguir a cada niño en particular. En mi caso, con dos bebés muy por debajo de percentil de tablas (hablo de percentiles en negativo) e incluso con el segundo bebé con seguimiento de alimentación por sospecha de «fallo de medro», el miedo y la angustia por la que pasé hizo que intentara lo habido y por haber para asegurarme que tuvieran una ingesta mínima de alimentos, además de la lactancia materna. Luego, la tranquilidad, la experiencia y el confiar en tu bebé y conocerle, en mi caso en particular hizo que me relajara y dejara que la naturaleza, su naturaleza, actuase. Con supervisión pediátrica, claro está, y asegurando el perfecto estado de salud del niño, respetar los ritmos de mis hijos en su alimentación ha sido de las cosas más sabias que he podido hacer, pero el miedo y la angustias pasadas no me las quita nadie. Ahora cuando veo que el pequeño deja de comer sé que está malito o que se va a poner malito. Respetamos su falta de apetito, pero aún así, a veces me angustia que en un día sólo haya comido una croqueta o un trocito pequeño de pan. Luego una se tranquiliza cuando les ves cómo van recuperando y ellos mismos te piden comer como si tuvieran un hambre atroz y te dicen tan tiernos «mi tripita tiene muuuucha hambre»…jejejeje

  3. Claro, no hay normas ni fechas que valgan para todos los niños y las niñas, se trata de respetar el momento en el que se encuentren, como siempre digo, lo que no vale es café con leche para todos y todas, vamos que cada persona es distinta. Un abrazo fuerte Magda!!

  4. No hace falta ser tan cuadriculado en «mañana y ya». En mi caso quería 6 meses de baja por la lactancia exclusiva, pero para estar presente y poder dejarla ya con comidas por las mañanas o extraerme leche a raudales, empezaré a los 5 meses muy poco a poco a que pruebe alimentos y empezar a dárselos si quiere ahí o a los 15 días. Quiero estar yo presente. No es mi intención quitarle tomas de leche materna, solo saber si admite los alimentos antes de dejarla tantas horas de repente, y si no los admite pues ya veré si lucho o empiezo a sacarme leche.

    Pero cada familia hará lo conveniente. Los hay que prefieren darle leche de continuación. Personalmente cada uno hará lo que mejor pueda, como bien dices: lo haces siempre pensando en lo que crees que es mejor para tu hijo. Hay veces que no hay más remedio que adaptarle a ti, al fin y al cabo, si se hace de buena manera y la acepta, no creo que le suponga ningún trauma.

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