Como espectadora, me resulta curioso leer, a veces, como cualquiera se atreve a hablar de cualquier cosa. Entiendo que muchas personas pensarán lo mismo cuando les llegan las reflexiones que voy dejando yo misma en esta casa.
Hace unos días leí un artículo del Periódico de Extremadura en el que un director de Instituto de Educación Secundaria, padre y abuelo, hablaba sobre pautas de lactancia materna. Con estos datos parece ser que para algunas personas quedaba más que demostrado que este hombre estaba cualificado para hablar de lactancia. Él mismo piensa que sí y parece que los de la publicación o no tenían qué poner en ese hueco o le han dado una autoridad que, sinceramente, no creo que le corresponda.
El hombre en cuestión explica que no se puede dar a un bebé de mamar a demanda porque luego pasa lo que pasa, que empieza decidiendo cuándo tiene hambre y termina organizando la vida del instituto y la de su familia o algo así, la verdad es que el razonamiento es tan raro que cuesta entenderlo.
El caso es que a este señor se le olvida que solo el propio bebé puede saber cuándo tiene hambre y cuando tiene sed y que no darle de beber o de comer cuando lo necesite es algo peligroso e irresponsable, además de un argumento que contradice a todos los organismos oficiales en relación con la lactancia, que claro, no son directores de instituto, pero algo sabrán de este tema. Esa norma ridícula de las tomas cada tres horas o cada cuatro, olvida que no siempre hace el mismo calor, que niños y niñas tienen picos de crecimiento donde necesitan comer más o menos que en otros momentos de su desarrollo, que las digestiones no siempre se hacen en el mismo tiempo y toda una serie de obviedades que a este señor no le parecen tan obvias.
Para evitaros leer el tedioso artículo pero con la idea de que entendáis mi razonamiento posterior, os dejo dos párrafos de lindezas varias del susodicho cargo directivo.
Ya somos demasiado permisivos en la infancia y la adolescencia (todo lo que piden los niños por su boca lo tienen al momento y sin esfuerzo alguno por conseguirlo) como para empezar a hacerles ver que, desde que salen del seno materno llegan a este mundo «a demanda». Desde que son pequeños, en todos sus cumpleaños, nos preocupamos de que tengan, además de los de casa, 28 o 30 regalos más, tantos como compañeros tienen en su clase. No tienen tiempo en ese día tan especial ni siquiera de abrirlos todos para jugar y disfrutar de ellos.
Están los colegios e institutos llenos de chicos y chicas que vienen de casa estando convencidos que, en esta vida, se consigue todo sin esfuerzo. No creo que sea bueno criar a un niño «a demanda». Si desde que nace le organizamos su vida con un mensaje tan insólito como «¡Venga, niño, pide por esa boquita que aquí estamos todos para lo que quieras y cuando quieras!», acabaremos haciendo personas insolidarias, egoístas, exigentes, vehementes, nerviosos, impacientes, impresentables, en definitiva, pequeños monstruos que, desde su más tierna edad, les hemos ido enseñando a hacer lo que le salga de «sus demandas».
Entre otras muchas cosas a este hombre se le olvida que la mayoría de su alumnado no tomó leche materna a demanda, según las estadísticas, la mayoría no tomó teta mucho más allá de los tres meses y en muchos casos, los que sí lo hicieron, fue alternada con leche de fórmula tomada a sus horas exactas y no a demanda. Así que le aseguro que otros deben ser los motivos para que usted se encuentre con un alumnado tan monstruoso.
¿Cuáles son las verdaderas necesidades de un bebé?
Si simplificamos mucho la cuestión, podemos decir que los bebés tienen dos tipos de necesidades básicamente. Las primarias que hacen referencia a necesidades adquiridas en el desarrollo de la especie y que son de verdad importantes y necesarias como son la alimentación, el abrigo, la seguridad, el afecto, el contacto físico, etc.
Y después están las necesidades secundarias que son creadas por nuestra moderna sociedad y que no aportan nada realmente positivo a la vida de nuestros niños y niñas, hablamos de los dibujos animados, la mayoría de los juguetes que reciben, el azúcar y la bollería industrial, videojuegos, por citar algunos ejemplos. Estas últimas no hacen falta para el desarrollo, no son primordiales, de hecho, muchos niños y niñas sobreviven en el mundo sin poseer ninguna de estas cosas y les va más o menos bien.
¿Qué suele ocurrir en nuestros niños y niñas? Pues que van tupidos en exceso de necesidades secundarias y presentan carencias importantes en las primarias, porque sus alimentaciones no son las adecuadas, porque no siempre sienten seguridad puesto que son separados rápidamente de sus figuras de apego a las pocas semanas de vida, porque el afecto no siempre llega… En muchas ocasiones tienen familias donde las personas adultas realizan jornadas maratonianas que hacen que lleguen cansadas y con pocas ganas de dedicar tiempos de calidad a sus hijos e hijas. Es mucho más fácil ponerles dibujos para poder realizar las muchas tareas domésticas que se van amontonando u ofrecerles cosas que no necesitan, como dulces y bollos para tratar de calmarlos porque ya llegan muy cansados de escuchar quejas en sus trabajos y vidas tediosas.
Esto es lo que genera adolescentes egoístas e inmaduros, chicos y chicas que no tienen afecto y que no saben qué les falta pero que tratan de compensarlo pidiendo más cosas materiales, que no pueden mostrar cariño, comprometerse o tener empatía con otros compañeros, compañeras y profesorado porque no tuvieron en sus modelos de referencia, imágenes claras de cómo se hacía esto, de qué eran este tipo de cosas. Como decía Ángeles Hinojosa, «una persona hace lo que ha aprendido, no puede hacer lo que no ha aprendido«. Y así vagan estos adolescentes y jóvenes tratando de llamar la atención, no conformándose con nada porque no tienen ni idea de que sus carencias van por otro lado. No lo saben sus padres y madres, ¿cómo saberlo ellos y ellas? En muchos casos tampoco lo saben sus profesores, en el artículo del director de instituto, queda claro.
Así que para terminar, señor director, solo me queda decirle que no se le ocurra beber cuando tenga sed si no le toca hacerlo y no pique nunca entre horas o coma dos postres en lugar de uno o se dé un homenaje y comparta una comilona o se salte la norma de las cinco comidas bien equilibradas y a sus horas exactas porque eso sería una irresponsabilidad por su parte, con el cargo que usted ostenta, a ver si se va a convertir en una persona insolidaria, egoísta, exigente, vehemente, nervioso, impaciente, impresentable, en definitiva, en un monstruo.
¿Habías leído el artículo del Periódico de Extremadura? ¿Qué te parece que se hagan publicaciones de este tipo? ¿Conoces a alguien que haya alargado su lactancia materna más allá de los tres meses manteniendo al pie de la letra la regla de las tomas cada tres o cuatro horas?
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Pues es verdad, también pasa esto, que hay familias que con la lactancia materna siguen un patrón fijo de horarios, es que cada niño/a es un mundo, por eso creo que hay que ser flexible y adaptarse a las necesidades de cada uno/a. Un abrazo Johanna.
No lo había leido, pero está claro que la gente habla porque tiene boca.
Nosotras estuvimos con lactancia materna hasta los dos años y era cada tres/ cuatro horas con puntualidad británica por parte de mi hija.
Así lo veo yo, me molesta especialmente porque viene de un docente, en teoría, debemos estar bien documentados para poder aportar lo mejor a nuestro alumnado. Muchas gracias por plantear por aquí tu punto de vista. Un abrazo fuerte.
En fin Soraya… No he leído el artículo de este señor, pero sí la buena respuesta que le ofreces y poco o nada más tengo que aportar a tus palabras. Gracias por hacerte eco de la desafortunada noticia. Por desgracia hay más personas así. Lo sangrante de este caso es que son palabras de alguien a quien se presupone culto, y desde luego necesita más educación para enseñar, tratar y trabajar, con respeto y tolerancia a su alumnado. De acuerdo totalmente con tu análisis de la problemática y/o carencias afectivas actuales y exceso materialista. Un beso