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Entiendo que cuando una persona decide tener un hijo o una hija lo hace con la ilusión de escucharle decir su primera palabra, verle dar sus primeros pasos y acompañarle en su camino de vida lo máximo posible. Imagino que cuando se decide tener hijos o hijas, nos imaginamos compartiendo tiempos, haciendo vida en familia y construyendo una infancia que recuerden el día de mañana y en la que estemos presentes y no una vida en la que madres, padres e hijos e hijas no se vean más que unas pocas horas al día durante unos once meses al año. Supongo que habrá familias que tengan claro desde el inicio que este modelo de ausencia a grandes rasgos les sirva porque es una opción aceptable o porque entienden que no hay más remedio, que es así o de ninguna manera, pero quiero pensar que la mayoría acepta esta cuestión con resignación tras tenerlos porque no hay muchas más alternativas.
Esta semana, si hubiera decidido disfrutar de mi permiso de maternidad en un solo bloque (ahora se puede partir varias veces en el primer año y yo lo he hecho), tendría que haberme incorporado al trabajo tras finalizar el permiso de lactancia. En el caso de otras mamás, habría podido ganar alguna semana más pidiendo las vacaciones del año, ahí ya dependería del convenio laboral de cada una, pero en el mejor de los casos, sería un mes más.
Eso implicaría separarme de mí chiquitina que aún no ha cumplido cinco meses. Separarme de una bebé que aunque acepta de buen grado estar en brazos de otras personas siempre que le traten bien, al ratito empieza a llamarme, primero gritando suave y luego con más fuerza. Es verdad que ella toma lactancia materna y eso condiciona un poco más la situación. Nuestro sistema se monta para encajar más con una lactancia a base de fórmula, al fin y al cabo, el biberón puede dárselo cualquiera. La historia es que por las fechas en que estamos, una bebé que se despierta dos o tres veces cada noche para hacer sus tomas de leche, para alimentarse y asegurarse de que todo va bien, de que estoy ahí y entonces su supervivencia está garantizada (al menos a priori), pasaría ocho horas, en otros casos diez, sin tener cerca a su madre. Esto es igualmente válido para el bebé o la bebé de biberón. En el mejor de los casos esto será al cuidado de otro miembro amoroso de la familia o con una persona desconocida, al menos al principio, con una ratio pequeña en algún proyecto educativo y en la mayoría de los casos en un lugar donde hay un exceso de niños y niñas que no permite que se cubran sus necesidades más básicas.
Lógicamente, mi niña como la mayoría de niños y niñas terminaría acostumbrándose, qué remedio, pero no me digáis que no sería bonito poder imaginar un sistema mucho más amable con la infancia y sus necesidades, con las familias y sus necesidades entendiendo que las hay que están de acuerdo con el sistema tal y como está montado pero muchas otras, de teta y de biberón, de crianza con apego seguro y/o practicantes de maternidades conscientes o ajenas a todas estas cuestiones, si pudieran, lo plantearían bien distinto.
El sistema se presenta injusto, eso es lo que hay. Un sistema que da la propina a las madres (me refiero a los 100 euros de madre trabajadora) para que lleven a sus hijos y sus hijas a escuelas infantiles en su mayoría privadas donde las mujeres que los cuidan trabajan con salarios mínimos y en condiciones que no permiten cubrir las necesidades de los bebés, lo miremos por donde lo miremos. Un sistema que olvida que si una madre trabajadora necesita ayuda para afrontar el gasto que supone la escuela infantil, más lo necesita la que pide una excedencia y no tiene sueldo para atender a todos los gastos que supone un miembro más en la familia.
Un sistema que ahora plantea un permiso de paternidad equiparado en padres y madres dando por supuesto que el tiempo que teníamos antes las madres era de cuidado del bebé olvidando que muchas de nosotras tenemos que recuperamos de dolorosas costuras en nuestra vagina o de cesáreas que implican recuperaciones difíciles en muchos casos, contracciones musculares, cojeras y un largo etcétera de situaciones que se dan en el puerperio. Ya sabemos que el parto no es una enfermedad pero la recuperación del mismo implica tener cierto margen de maniobra que no es de cuidado del bebé sino de recuperación física de la madre que además atiende las necesidades de un ser indefenso y vulnerable. Ya hay asociaciones que están reclamando a la administración que el permiso de maternidad que disfrutan madres y padres, en el caso de las primeras comience cuando estas estén recuperadas de sus partos que, en algunos casos, será desde el primer día y en otros, después de unos días o unas semanas, dependiendo del caso. Al final la idea debería ser que las madres puedan estar con sus bebés el mayor tiempo posible y en circunstancias óptimas que es lo que los bebés necesitan y en esos primeros momentos tras el parto, muchas no están en condiciones de cuidar a su bebé de la manera que estos necesitan porque ellas mismas necesitan ser cuidadas.
Y después de este desahogo que ojalá sirva para que sigamos tomando conciencia y encontremos la manera de pelear por derechos que son de nuestros niños y niñas, también de las madres que por el momento somos las que parimos con todo lo que ello supone de vínculación y de sintomatología que deberíamos reclamar las familias, os cuento que soy una de esas afortunadas que va a coger una excedencia para regalarle un tiempo que no vuelve, a mis hijas y lo digo con la boca pequeña porque soy consciente de que muchas mujeres no pueden ni planteárselo por motivos de todo tipo. Ni siquiera yo sé si puedo hacerlo, pero voy a intentarlo, eso seguro.
Así que os anuncio que tendré más tiempo para dedicar a La mamá de Pequeñita y podré volver a poner en marcha muchas de las actividades que había dejado abandonadas al ampliar mi jornada, podré escribir tantas y tantas cosas que se han ido quedando en el tintero y muchas otras nuevas que están surgiendo a partir de mi segunda maternidad, pretendo retomar mis talleres con familias, en un primer momento en formato online y cuando chiquitina sea un poco más mayor y las condiciones mejoren, en formato presencial.
Sabéis que siempre he preferido el formato presencial para mis talleres y formaciones, me gusta sentir cerca a las personas con las que comparto, pero la pandemia nos hizo reinventarnos y tras varios talleres online que he realizado en el último año con una experiencia muy positiva, creo que se pueden hacer cosas interesantes. La opción online me permite llegar mucho más lejos y ofrecer esta opción a familias que vivís lejos de la ciudad en la que yo vivo.
Pretendo también retomar las asesorías a familias, este apoyo siempre se hizo de manera presencial, de hecho me habilité como psicóloga en domicilio hace unos años y así lo planteé desde el principio, acudía a los domicilios de las familias que me pedían ayuda en su crianza. Cuando llegó el confinamiento, me vi obligada a seguir atendiendo a las familias a las que estaba acompañando de la forma en que fuera posible porque en ese momento me necesitaban más que nunca y el formato online, sin ser ideal, nos permitió hacer muchos avances. Además, durante años dije que no a familias que vivían en otras Comunidades Autónomas y en otros países porque tenía esta reticencia a trabajar online, pero esta situación nos ha hecho reinventarnos y superarnos, qué voy a contaros. Me consta que las familias con las que he trabajado en este formato están satisfechas, si alguna de ellas lee este post, me encantaría que comentaran cómo fue su experiencia y si les sirvió para mejorar su convivencia en casa que es una de las cosas que solemos trabajar.
Por otro lado, el curso pasado impartí dos nuevas formaciones extensas a través de Servicios Sociales del Gobierno de Cantabria, nunca antes había hecho algo así en formato online y tenía mis dudas, pero salió muy bien y elaboré un contenido muy interesante que ahora me gustaría poder compartir con otras familias y otras mujeres, de momento lo dejo ahí, ya os daré más datos cuando lo tenga todo preparado.
Y también tengo pensado hablaros de los cursos de Escuela Bitácoras que he ido haciendo en este tiempo y que me han gustado, por si os pueden servir para resolver alguna necesidad que tengáis en casa o en el trabajo.
Como veis tengo muchos planes y estoy deseando ponerme con ello. Llevo años diciendo que deseaba poder dedicar más tiempo a esta casa La mamá de Pequeñita y a mis talleres y formaciones y por fin, gracias a Chiquitina, voy a poder hacerlo. Mi excedencia comienza a partir de diciembre, ya os he comentado que partí mi permiso de maternidad, ha sido el papá el que lo ha disfrutado todo seguido y con ello he ganado algunas semanas. La idea es emplear este tiempo al lado de mis dos hijas y a ratitos, preparar todo esto que os cuento para que esté listo cuando finalice mi permiso.
Hace casi nueve años que nació La mamá de Pequeñita, durante toda esta etapa me he dedicado a escribir con el único interés de compartir todo aquello que iba aprendiendo en beneficio siempre de la infancia y para apoyar a otras familias, también como forma de terapia personal, siempre lo digo y tras un tiempo en que no era capaz de encontrar el espacio para seguir al mismo ritmo, me hace mucha ilusión poder retomar ahora y dedicarme a esto que tanto me gusta. Así que me pongo otra vez a vuestro servicio aunque siempre estuve disponible. Sois muchas las personas que me escribís para preguntarme vuestras dudas y siempre es un placer poder compartir mi punto de vista con vosotras y buscar soluciones.
Así que nos vemos por aquí y en redes sociales, os dejo los enlaces para quienes no los tengáis. Desde Facebook e Instagram comparto mucha información interesante y cuestiones de interés que voy encontrando en el momento, así que te animo a que me sigas también por ahí para que no te pierdas nada.
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También podéis contactar conmigo en lamamadepequenita@gmail.com
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