Hace unos días hicimos en clase un taller de pintura creativa en el cuerpo o bodypainting, aunque en las fotos podemos ver un grupo de personas adultas (mis alumnas y alumnos) que lógicamente se expresan de maneras muy diferentes a como lo haría un grupo de bebés, la idea era darles un recurso para organizar una actividad en el aula de 0-3 años o en 3-6 años con la opción de pintarse el cuerpo y con ello tener la oportunidad de expresar a través de la pintura pero también sentir a través de la piel con los trazos propios o ajenos.
Lo habitual en un grupo 0-3 es que mayoritariamente se pinten a sí mismos, pero siempre hay algún valiente, socializador temprano que se lanza a pintar a otros y otras animando con ello al resto a hacer lo mismo.
Con este taller siempre se me viene a la memoria, la imagen de unos niños tunecinos a los que dimos pinturas Manley que llevábamos en un viaje porque nos habían advertido de que niños y niñas nos pedirían objetos, dinero… como supimos que allí no tenían acceso en aquel momento a bolígrafos, pinturillas, llevamos un montón de las dos cosas para entregar por allí a niños, niñas y mayores. Mi recuerdo es sobre el primer niño al que di una pintura de aquellas, se quedó mirándome incrédulo con una cara de «¿qué es esta cosa?». Para demostrarle que aquello pintaba no se me ocurrió otra cosa que pintarme un poco en el dedo. Entonces aquel niño cogió la pintura y empezó a pintarse los brazos, la barriga… entusiasmado se pintaba y se reía, después sus amigos le siguieron, fue una escena muy bonita. De alguna manera viendo a mis alumnos o al grupo de profesores con el que hice aquel taller por primera vez, me acuerdo de aquellos niños de Túnez.
Este taller fue una de las propuestas que nos hicieron a un grupo de profesoras de Educación Infantil, desde Psicopraxis, una entidad referente en el mundo de la psicomotricidad en Madrid y en otros muchos lugares. Estábamos realizando un curso de masaje infantil para realizar en la Escuela Infantil. Como siempre fue un curso que mereció mucho la pena, por todo lo que aprendimos y por la relación estupenda que se creó allí entre todas las personas que hacíamos el curso.
Es habitual en las sesiones de psicomotricidad que realizamos en clase de Desarrollo Cognitivo y Motor como trabajo fin de módulo que mis alumnas terminen embadurnadas de pintura de arriba abajo, pero tristemente, esto es algo que luego no se les permite reproducir en la escuela con los niños y las niñas de manera habitual. Supongo que porque se mancha todo mucho y da mucho trabajo y las educadoras apenas tienen tiempo para luego recogerlo, quizá en el mejor de los casos porque es complicado encontrar una opción de pintura respetuosa con la piel de los bebés, aunque luego en casi ninguna escuela les tiembla el pulso para marcar una y otra vez la huella de niños y niñas en regalos de Navidad, días de la madre o el padre, etc. Para ello usan cualquier pintura que tengan a mano.
La idea de este taller es ofrecer una alternativa más limpia (si es que puede ser un problema que se manchen, yo no lo entiendo mucho pero ahí está esa realidad) que permite desarrollar la creatividad artística de los bebés trabajando con el contacto y las sensaciones en la propia piel a través del dibujo.
Materiales para el taller
Para realizar este taller, necesitamos un espacio adecuado donde podamos movernos en libertad, a ser posible acolchado para poder colocarnos cómodamente mientras recibimos el «masaje artístico».
Aceites variados, en este caso usamos aceite de caléndula de la marca Weleda, aceite de oliva y aceite de almendras. Son los que tenía en casa cuando preparé el taller. Recordad que una opción natural y económica es el aceite de coco.
Lápices de ojos de colores variados, el motivo de usar este tipo de pintura es porque incluso los de peor calidad suelen ser hipoalergénicos, con lo cual suelen ser bastante respetuosos con pieles delicadas. Aunque si tenemos casos complicados de dermatitis, habría que plantearse si realmente merece la pena arriesgarse.
Sacapuntas, para asegurarnos de que el taller dura más de cinco minutos. En el caso de niños y niñas, es importante tener cuidado porque puede ser que una punta se acabe y un niño siga pintando con el riesgo de arañarse la piel, normalmente si es la propia parará para no hacerse daño pero si está pintando a otro puede ser peligroso.
Papel de cocina o bayetas de tela, para limpiarse con ayuda del aceite.
Música de ambiente relajada, para favorecer un clima de libertad y creación.
¿En qué consiste el taller?
Primero empezamos con una especie de «cata olorosa» de aceites, mis alumnas pasaron unos recipientes pequeños con los diferentes aceites tratando de adivinar cuál era cada uno cuando aún no habíamos hablado de ellos.
Después hacemos una breve introducción sobre la importancia de utilizar productos naturales en la piel de los bebés.
Inmediatamente después, se les da tiempo para que libremente puedan expresarse con los lápices que tenemos. Previamente al taller le pedí a las alumnas que trajeran al menos un lápiz de ojos cada una para realizarlo. En este caso para organizarnos, hicimos grupos de tres con la idea de aprovechar al máximo los recursos y los tiempos. La idea con bebés sería ofrecer los materiales y dejarles libertad para experimentar.
Tengo que reconocer que en nuestro caso, antes de empezar el masaje, surgió un pequeño debate sobre el cambio de pañal y el respeto al cuerpo del niño o niña bastante interesante donde analizamos cómo se solían comportar las educadoras con aquellos que «se resisten» a cambiarse en algunos momentos y las consecuencias que puede generar a largo plazo en el desarrollo de su identidad, pero esto da para otro capítulo de La mamá de Pequeñita, os lo debo.
Creo que el taller fue bien, la evaluación que hicimos al final fue bastante positiva. Al margen de lo que os cuento, creo que en las fotos se puede ver que desplegaron sus dotes creativas al máximo y estuvieron muy concentradas en la actividad en todo momento, a pesar de que luego tenían un examen.
¿Os animaréis a realizar un taller de este tipo? Aquí se ofrece como un recurso para trabajar con niños y niñas de edades tempranas, pero os aseguro que supuso una actividad muy interesante, relajante, divertida, creativa… seguro que me dejo algún adjetivo, también para las personas adultas (mis «lumnas», como dice Pequeñita) que lo realizaron. Y mi experiencia personal cuando lo hice en mi curso fue muy muy positiva. Así que hay queda un recurso más para niños, niñas y mayores, seguro que es un éxito, animaos a organizarlo.
¿Te parece interesante realizar un taller así con niños y niñas pequeños? ¿Y con adultos? ¿Te parece inapropiado? ¿Has trabajado alguna vez con lápiz de ojos? ¿Te parece un material adecuado? Me encantaría saber qué piensas, ¿nos lo contarás?
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