Emociones vacías, sociedad desgraciada

inteligencia emocional para niñosHace unos días fuimos a una tienda de animales. Los Reyes nos trajeron una pecera y dos peces y debe ser que los tratamos muy mal porque ya hemos tenido que sustituirlos más de una vez con todo el dolor de mi corazón. De esto ya os hablaré porque hemos ido pasando por todas las fases y sometido las decisiones relacionadas a todo tipo de debates familiares. Y yo, sigo sin verlo claro.

El caso es que en mitad de la tienda hay unas jaulas de cristal con conejos. Una niña de unos ocho años, decía: conejo, bonito… Con un tono muy tierno pero, mientras, miraba a otro lado. Me llamó mucho la atención la actitud de la niña e inmediatamente me vinieron a la mente esos momentos en que hacemos como si estamos prestando atención a nuestros hijos e hijas pero sin hacerlo.

Cuando estamos diciendo: «¡muy bien, hazlo otra vez» pero estamos pensando en que se han acabado las pastillas del lavavajillas. Que sepáis que se nota. O cuando estás interpretando a una madre o un padre molón jugando con ellos y ellas pero te sale un bostezo enorme porque en el fondo estás agotado o agotada y te aburre soberanamente lo que estáis haciendo. A ver todos somos humanos, un error lo tiene cualquiera.

La parte triste de la historia es que se nos nota. El peligro no viene solo porque les decepcionemos mostrando que nos aburrimos con algo que a ellos les parece estupendo, eso tiene otros peligros. La historia es que hay niños y niñas que aprenden que eso es prestar atención, eso es ser amable, eso es mostrar afecto a las personas que queremos. Hacer como que sí, pero que en el fondo sea que no.

Continuamente oímos hablar de que los jóvenes cada vez tienen menos valores, cada vez son más fríos con cosas terribles como el sufrimiento ajeno, aumentan los casos de bullying en centros escolares y un largo etcétera de noticias tristes. Y lo leemos o lo escuchamos con la pena de que todo está fatal pero sin ser conscienteeducación emocionals de que la sociedad en la que vivimos la construimos entre todos y todas.

Es muy arriesgado lo que voy a decir porque no siempre es así. Pero es muy probable que si un niño se muestra impasible mientras ve que humillan o pegan a otro niño es porque aprendió que eso es una opción de conducta ante la situación de necesidad de otra persona, en alguna parte tuvo que verlo. Y me atrevería a decir que en alguna situación se habrá sentido así a nivel personal, está familiarizado con la escena.

Estamos cansadas, es verdad, se nos imponen demasiadas obligaciones por todas partes, el trabajo, la familia, el colegio… Pero hay que encontrar la manera de compaginar todo esto con el desarrollo de las y los más pequeños. Ofrecerles modelos emocionales y sociales íntegros, solidarios, luchadores, asertivos… Aprenderán que eso es lo correcto, así funciona. Y resulta que este tipo de aprendizajes son de los que luego se ponen en práctica todos y cada uno de nuestros días.

El poco o mucho tiempo que podamos dedicar a las y los más pequeños, no digo hijos porque en la socialización de los niños y las niñas, una parte importante son también las y los educadores, debe ser de calidad. A las y los profesionales también va dirigido este mensaje. En su caso es una obligación hacerlo de manera adecuada. Yo siempre digo que las familias (dentro de unos límites), pueden hacerlo cómo quieran, las y los profesionales deben hacerlo bien. Y aquí empiezan las interpretaciones de «bien», que es lo que ocurre en la vida real.

¿Qué sentido tiene que una niña diga «conejo, bonito» con voz acaramelada y mirando para otro lado, totalmente ajena al conejo? En nuestro caso es el cansancio, el hastío, el no haber conseguido llegar a donde habíamos soñado, las frustraciones de cada uno y cada uno, pero, ¿en una niña de ocho años? No tiene ningún sentido que eso ocurra.

Otro día en la piscina, Pequeñita iba nadando por el borde, su padre y yo estábamos mirando pero un poco lejos. Al acercarnos a la niña, el padre escuchó que otra niña más mayor decía: la niña esta, que no se quita de la escalera, con tono de reproche y en alto para que lo escuchara. Y al acercarse el padre y darse cuenta la niña de la situación, cambió el registro para decir: «hola, ¿quieres subir?» con voz aterciopelada.

educando las emocionesSi a la otra niña le está molestando mi hija está en todo su derecho, pero puede decirle: «perdona, ¿me dejas subir?» Es lo que deberían hacer los niños y las niñas, resolver su problema y seguir. Ese tono cargado de quemazón, de estrés, de rabias que nada tienen que ver con lo que está pasando, encaja con cualquiera de nosotras, las personas adultas tras varias décadas de lucha con el mundo. Pero en una niña de ocho años, ¿por qué? Simplemente, está interpretando, reproduciendo algo que ha visto antes.  Aún así, bueno, le está molestando y ella quizá tiene un mal día, lo entiendo. Tiene sentido, le molesta mucho y está de mal humor.

Lo más terrible de la historia es ese cambio de actitud tan ensayada, de la rabia y el desdén a la dulzura personificada, exageradas ambas dos. No es algo casual. Forma parte de la forma en que está aprendiendo a relacionarse con otras personas y lo siento, pero me parece una pena. Una persona que cambia así de registro, llega un momento en que no sabe ni quién es. ¿Soy la gruñona porque me ocupan la escalera? ¿O soy la dulce muchacha que pregunta a una niña más pequeña si quiere subir?

Con todo esto, me gustaría pediros que en vuestros propósitos para el nuevo curso, incluyáis mostraros más humanos, si es posible siempre, y si no, al menos cuando haya niños y niñas cerca. Porque de ellos y ellas es el futuro y nuestra obligación es favorecer que lleguen muy lejos especialmente en lo personal porque eso es una llave para todo lo demás.

El día que seamos conscientes de la importancia de todo esto, no se suprimirán horas y materias de filosofía, música, artes…, porque entenderemos que las personas somos mucho más que miles de datos aprendidos de memoria.

Y entonces, tampoco se trabajará la inteligencia emocional de doce a una en martes olvidando, el resto de la semana, que somos personas todo el tiempo, que nuestras emociones aparecen en cualquier momento y muchas veces en el menos oportuno.

Y como decía antes, las personas mayores somos modelo todo el tiempo de cómo hay que comportarse, de qué cosasinteligencia emocional para niños se pueden expresar y cuáles no, ¿cómo podrían aprenderlo de otro modo? Las personas de construyen a sí mismas todo el tiempo. No hay horarios para eso, no hay calendarios que puedan gestionar qué, cómo y cuándo aprendemos. Por mucho que nos empeñemos en cuadricularlo todo.

Muchos de los trastornos, cada vez más habituales, que sufren nuestras y nuestros niños se relacionan con esta estrechez de miras en que les obligamos a vivir. Ahora sí, ahora no. Lo que antes te he prohibido ahora te animo a hacerlo. No hay opción, para soportarlo hay que estar un poco trastornado.

Necesitamos mucha cordura para arreglar esto, ojalá seamos capaces de encontrarla.

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5 comentarios en “Emociones vacías, sociedad desgraciada

  1. La gestión que hacemos de la muerte, es terrible. Trabajito tenemos, madre mía. Como tú, también pienso que las familias hacen cosas terribles con los animales delante de sus hijos e hijas, la sociedad hace cosas terribles también. Y una vez más aprenden que eso es lo correcto, eso es lo que se debe hacer.
    Respecto a lo último, tienes razón, yo me lo tomo bien, analizo la situación, observo y trato de compensar cuando hace falta. Si el padre le hubiese dicho de malas maneras algo a mi hija, entonces le habría parado los pies en seco, no consiento faltas de respeto gratuitamente (salvo que la falta de respeto venga de alguien con cara de psicópata, entonces corro y ya está) y además quiero que mi hija aprenda dos cosas, una que de manera educada, una tiene que exigir respeto en cualquier ocasión y la otra que no está sola y que sus padres que le son incondicionales, la defienden y la apoyan en todo momento.
    Un abrazo fuerte, creo que serás una madre estupenda.

  2. Pues, ¿qué otra cosa podías hacer? Explicarle la verdad, darle tu punto de vista, mostrarle cuáles son los valores de vuestra familia… Ojalá todos los niños y niñas pudieran vivir desde el respeto. Mi respuesta a tu comentario era tan larga que daba para un post, en ello estoy. En breve, te lo cuento. Un abrazo fuerte Paulina.

  3. Soraya

    Dices que el niño puede actuar impasible ante una situación donde se ve que un niño es pegado. Que se debe hacer cuando el que pega es la madre ? Te lo digo porque nos pasó el otro día en el parque. Unos niños estaba jugando con la arena y lo estaban mojando con el agua que lo cogían en una fuente que estaba más lejos que la arena unos 500 metros y mi hijo también quería ir a coger agua solo con los niños si decirme nada y como estaba pendiente le dije que no podía ir con ellos ya que el era pequeña. La cuestión es que había un niño que si se fue con los demás niños y a la segunda vez que fue su madre le pego. Y mi hijo me pregunto que le pasaba a la madre y le dije que algunos padres pegan a sus padres porque creen que es mejor corregir la conducta del niño, le dije que a nosotros no nos parece lo correcto.

    Un abrazo

  4. A mí persobalmente me aterra la insensibilización animal. Desde pequeños hemos vivido sustituyendo un perro por un gato. Un conejo por un pez. Se muere, ¿y ahora? Pues otro gato. Y si se porta mal, fuera y traemos a uno más pequeño para criarlo desde pequeño a ver si este sale bien. Ojo, yo también lo hago, con dolor, pero hay gente que no transmite ese dolor a los niños porque sienten que solo es un animal y, como tal, reemplazable.

    El resto, entiendo que haya una insensibilización en todas las cosas. En el «mientras no me pase a mí». Viendo las noticias, si ocurre fuera de Europa como que no afecta. Y mientras no sea España, Madrid, pues tampoco tanto, no creas. Y en el cole, en el parque, en el c.comercial cuando roban a alguien, en la tienda de animales ese conejo o el perro ese que no es de raza ya lo comprará otro… Mientras a mí no me afecte. ¿No hacemos todos eso? Lo mejor y más fácil parece ser atajar los problemas directos de raiz, aunque haya que actuar falsamente, pero por lo menos fue amable, ¿no? Otro padre habría mandado a la niña a callar y dejar de quejarse, cansado y estresado, y quizás otro habría dicho a tu hija que se quitara de en medio de malas maneras. La diferencia es la manera en la que uno se lo tome, por ambas partes.

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