Alta en estimulación, fin de una etapa

Ya comenté en mi primer post, que los martes iba con Pequeñita a clases de estimulación en un Centro de Salud. Vamos desde que ella tenía unos dos meses y medio si no recuerdo mal, allí están dos de mis compañeras de la piscina y otras mamás que conocí cuando empezamos las clases y que a fecha de hoy son amigas y compañeras de viaje.

Todas las niñas caminan excepto Pequeñita y hoy nos han comunicado que la semana que viene le darán el alta a todas a excepción de otra compañera. Nosotras sabíamos que este momento tenía que llegar pero ha sido muy triste, más porque yo me quedo, porque cambian el día y porque mi otra compañera que se queda ha comentado que al cambiar el día no iba a poder venir en varias semanas. Mi cara era un poema.

Además de la clase que dura unos cincuenta minutos está nuestro café terapéutico que puede durar dos horas o más después de la clase y se convierte en una tertulia estupenda, bueno antes más que ahora. La cosa se ha ido complicando, antes nuestros bebés estaban en nuestro regazo mientras tomábamos el café, luego empezó la fase de gateo y después empezaron a caminar. A pesar de que no se están quietos ni un minuto, se quitan los juguetes, se intercambian los desayunos… nos organizamos muy bien entre todas.

Tomamos el café en un sitio de Vallecas, el propietario se llama Antonio, le tiene mucho cariño a las niñas, últimamente en el café ya sólo hay niñas. Estamos como en nuestra propia casa, a veces él se encarga de cuidarnos a alguna mientras charlamos o se encarga de que no salgan a la calle. Nos prepara el desayuno con todo el cariño, le dejamos el bar hecho un asco pero él siempre tiene una sonrisa para nosotras.

Cuando la psicóloga ha dicho que daban altas, se me ha encogido el corazón, me da pena perder la reunión de los martes, me da pena que se pueda perder el contacto, no es lo mismo vernos casi todas las semanas que estar en un grupo de whatsap sin más, me da pena que se haya pasado el tiempo volando y me da pena quemar una etapa, una de las primeras porque cuando empezamos eran muy pequeños (entonces había niños y niñas).

Prácticamente, desde que recuerdo ser madre, las recuerdo a ellas ahí. Una de nosotras incluso ya ha tenido a su segundo hijo y ha venido un par de veces a vernos con los dos.

Mientras estaba con mi pena, porque no sé como va a ser ahora la clase, quién vendrá, qué haré cuando acabe la clase y me tenga que ir sin más, Pequeñita se va a estrañar también, perderemos el contacto o no… Mis comadres, así son ellas, han propuesto cambiar el desayuno al nuevo día al que han pasado las clases de las que nos quedamos para seguir juntándonos todas las semanas. Y yo, encantada. Ojalá sepamos organizarnos y no perdamos la costumbre. Ojalá nuestros niños puedan seguir teniendo relación el día de mañana, al fin y al cabo, han ido creciendo juntos y nosotras con ellos, desayuno a desayuno.

La psicóloga nos ha dicho que somos el grupo más cohesionado que ha pasado por allí en todos los años que el centro lleva funcionando que se nota que nos llevamos bien dentro de la clase y fuera y que ha sido un placer trabajar con nosotras. Y con eso nos quedamos, está claro que somos un grupo especial, porque nos hemos unido para escucharnos, ayudarnos, aconsejarnos y darnos apoyo en este proceso fantástico que es la maternidad.

Una vez más, gracias por acompañarme, chicas, os quiero.

Después de escribir este post, me llegó este vídeo, pongo el enlace al final y me alegré de no haberlo publicado aún. Nuestros niños y nuestras niñas están creciendo viendo como nos reunimos cara a cara, charlamos, nos miramos a los ojos, nos abrazamos cuando estamos tristes y cuando estamos alegres, compartimos nuestras vivencias alrededor de un café. Así es que este es un regalo fantástico que le estamos haciendo a nuestros hijos e hijas para toda la vida.

http://www.huffingtonpost.es/2014/05/12/video-deja-de-mirar-el-movil_n_5309340.html